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Si Francisco de Quevedo viviera en el siglo XXI tan solo tendría que modificar en una palabra su verso más famoso para describir con exactitud la vida de Chus Gancedo: «Érase un hombre a una batería pegado».
El cántabro empezó a tocar con Emboque a ... los catorce años para después formarse en el London Center of Contemporary Music. Desde entonces no ha dejado de estar a los mandos de la percusión en formaciones como Hannah, Highlanders o Carburo, lo que se traduce en una trayectoria dilatada que justifica su presencia en el ciclo 'Música en palabras', coordinado por el director del Aula de Música de la UC, José Santos.
Para poder asistir al encuentro a través de Zoom, será necesario inscribirse en la página web www.meapunto.unican.es.
- Titula a su charla 'Entre dos aguas', ¿están obligados los músicos a contar siempre con un 'plan B'?
- Sí, especialmente los músicos que no hemos pisado un conservatorio nunca. Desde siempre he pensado en el 'plan B', que básicamente es mi trabajo como docente, y siempre tuve muy claro que tenía que tener una carrera porque la precariedad laboral en el mundo de la música en este país es bestial, sobre todo para los que no nos dedicamos al formato de la clásica. De hecho muchos compañeros de trabajo me piden consejos porque sus hijos van a empezar a tocar algún instrumento y me preguntan: «¿tú cómo lo harías?». Y la respuesta siempre es la misma: «haz algo a la vez».
- ¿Será ese uno de los temas que trate en la charla del día 30?
- Sí, y lo enfocaré todo desde el punto de vista didáctico, especialmente para quienes no tengan ni idea de cómo tocar la batería porque puede ser el público que esté viendo la charla. Lo que está claro es que vivimos en una época para reinventarse y hay que adaptarse, y si algo nos caracteriza a los músicos es que podemos adaptarnos y lo hemos hecho más que nadie. En mi caso, por ejemplo, ahora estoy escribiendo un método de batería y haciendo clases online.
- En un momento como éste, en el que los músicos están obligados a la versatilidad y a la adaptación constante, las instituciones también tienen parte de responsabilidad con su capacidad para programar.
- Por supuesto. Yo he tenido suerte de tocar para 'La Cultura Contraataca' tanto el año pasado como este y está funcionando muy bien. Se está viendo que la música es necesaria y que la gente tiene ganas de música en directo, pero es una pena que haya tenido que pasar algo como esto para que las instituciones empiecen a mover este tema. No obstante, ¡que dure!
- ¿Se respeta más al músico y sus condiciones laborales fuera de España?
- Sí. De hecho, en Suiza la educación musical aparece en su Constitución como un derecho fundamental y eso es algo que nosotros no hemos recogido; en Irlanda se programa a diario, todo el mundo está dado de alta y no hay cajas 'en b'; en Suecia el Estado paga el alquiler de los locales a los grupos... Hay un apoyo institucional muy bestia y un mercado en el que se consume porque ha habido una educación musical, por lo tanto esa ciudadanía tiene una cultura musical increíble. Aquí no la hay, y luchar contra eso es complicado.
- Dada tu profesión, cabe pensar que la diferencia entre preparar una clase de secundaria y una sobre música está en la predisposición del alumno. En lo musical, ¿cómo son esas clases?
- Siempre he intentado dar clases de uno a uno, porque es la mejor forma de adaptarte a lo que quiere el alumno y a su nivel. Suelen ser intensivos en los que la gente viene de otras comunidades como el País Vasco, Castilla y sobre todo Galicia, porque allí hay mucha costumbre de tocar instrumentos. Luego también hago clinics por toda España, y a partir de ahí la gente se fija en tu trabajo y te llama.
- A pocos días del Día Internacional del Jazz acaba de grabar en Sierra Studios su primer tema, 'Catch the golden fish', que precisamente bebe de este género. ¿La espera se debe a la exigencia personal, ha sido fruto del confinamiento o las condiciones no lo han permitido hasta este momento?
- Este tema lo compuse para un amigo que desgraciadamente ya no está con nosotros. Cuando cayó enfermo estuve escribiendo pensando en él pero nunca llegó a verlo grabado, entonces tenía esa espina clavada. Yo en ese momento estaba tocando con Hannah y nunca llegamos a publicar ese tema. Ahora lo he arreglado junto a Javier Escudero, que grabó toda la música e hizo los arreglos, y junto a los hermanos Sierra, que hicieron el vídeo. Los tres son unos máquinas y estoy muy contento de trabajar con ellos.
- ¿Cuenta con más material?
- Sí que hay más cosas y tengo ganas de ponerme con ellas, pero llevará trabajo. Hace tiempo que quería grabar un disco, pero hoy en día eso es sinónimo de meterte un tiro en el pie, por lo que la idea es ir escribiendo y componiendo para realizar un vídeo en condiciones cada dos o tres meses. Al fin y al cabo, es la mejor estrategia de promoción.
- A lo largo de esta pandemia ha participado en el Alteisa Drumfest de Zamora y recientemente ha estado tocando en Casar de Periedo con Highlanders. En medio de tanta incertidumbre, parece que no le va tan mal.
- Está clarísimo que no me puedo quejar porque sí que he hecho cosas y, por el contrario, tengo amigos que hace un año y medio que no pisan un escenario. En mi caso he podido hacer clinics y también fui a Zamora a hacer una demo en la Feria Hispanolusa de la Industria Musical, aunque con las restricciones de movilidad había muy poca gente y fue una pena. Pero si, no me puedo quejar. Parece que los pocos eventos que hay salen bien y quiero pensar que este verano se va a ir abriendo la cosa; en mi caso ya me están saliendo fechas.
- Viendo la programación del ciclo 'Música en palabras', que no ha contado con ninguna mujer, parece que la parte más técnica del sector también genera interés. ¿Goza el tejido musical cántabro de buena salud?
- En mi opinión es el gran desconocido, porque la gente solo conoce a los tres o cuatro que llevamos tocando toda la vida por aquí. Pero detrás hay gente muy potente. Juan Torre, que es el técnico que acompaña a Desakato, es uno de los mejores técnicos de sonido que hay en España. Y junto a Juan, hay un montón de gente detrás como Raúl León, de Sonidos León. Hay gente muy potente en Cantabria, y no lo digo porque sea de aquí, es que son muy buenos y en el momento en el que salen de aquí es gente reconocida y se los rifan. ¡Fíjate cómo será la cosa que Maluma llamó a un técnico de luces que trabajaba con Sonidos León!
- Ponerse detrás de la batería significa ponerse detrás de bombo, platos, tambor, cajas, toms, pedales... parece que la batería sea el escudo de los que no quieren mucho protagonismo. ¿Tiene un lenguaje propio?
- Es el instrumento que más puedes customizar y, según tu gusto, buscar un sonido propio. A mi me llamó la atención en su momento porque mi hermano escuchaba un montón de música y yo siempre me fijaba en el tipo que estaba detrás. Me fijaba mucho en el bombo y nunca entendía qué estaba pasando ahí, y me generó mucha curiosidad. Pero yo creo que el papel del batería ha cambiado, porque de antes era una figura a la que no se le hacía caso y ahora quien hace sonar un grupo es el batería. El instrumento ha cambiado mucho estos años y de entre todos los instrumentos, es el único sobre el que se hacen seminarios y festivales. Hay un sentido de comunidad entre los baterías que no hay con otros instrumentos, y eso es muy curioso.
- ¿Concebir la batería como un instrumento melódico, aparte de rítmico, es faltar a la verdad?
- Realmente no es melódico, pero sí puedes simular melodías. No hay una afinación realmente temperada, pero podemos simularlo. Entonces la función de la batería no es solamente llevar el tiempo, que lo es, porque hoy en día realmente el tiempo lo llevan todos los instrumentos a la vez. El papel de la batería puede ser solista y puede ser acompañante y es interesante por eso, porque el batería está ahí para ayudar a que el tiempo vaya recto pero podemos jugar con él y posicionarnos delante o detrás. Luego está el tema de los colores; el sonido que saques puede cambiar totalmente un tema. Desde luego es el instrumento más orgánico que hay.
- ¿Recuerda el primer sitio en el que tocó en Cantabria?
- (Risas). Eso no se me olvidará nunca, ¡aún recuerdo a los mayores de setenta años meterse las servilletas en los oídos! Fue en el centro cultural de Hinojedo y fue una experiencia muy graciosa. Tocaba con Emboque, tenía catorce años y ese fue el primer concierto que hicimos. No nos mataron de milagro.
- Se ha encargado de grabar el álbum Ex-Nihilo de Carburo, banda de la que forma parte. ¿Cuesta cambiar el chip de tocar a grabar?
- Desde mi punto de vista un batería aprende a tocar grabando. Es como ir al médico para hacerte una radiografía porque ves todos los problemas que tienes y qué sonido tienes, entonces cuanto más grabes mejor vas a tocar. En directo te puedes permitir licencias y hacer otro tipo de cosas, pero en el estudio tienes que estar clavado. Y cuantas más horas de estudio metas, mejor para todos. Además en un estudio el tiempo es dinero, entonces tienes que llevar las cosas claras. Sobre el disco grabé en mi local todos los instrumentos y luego lo mezclaron en los estudios The Room, en Barcelona, e hicieron sonar el disco terriblemente bien. Estamos muy orgullosos de ese trabajo, la pena es que salió en marzo del 2020 y solo hemos podido tocar una vez en Torrelavega en agosto del año pasado. Así que tenemos muchas ganas de tocar ya.
- Para cerrar, ¿qué le diría a alguien que esté planteándose la posibilidad de estudiar percusión?
- Que estudie algo más a la vez, y que se atreva a salir de su zona de confort. Es decir, hay muchísimos baterías que controlan mucho de su instrumento pero no saben nada de armonía ni de teoría, y eso es un problema porque no se pueden comunicar bien con el resto de músicos. Si quieres estar ahí y componer con gente, que es de lo mejor que puede haber, necesitas estudiar armonía y salir de la zona de confort. Fuera aparte de eso, ¡que busquen un buen abogado!
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