M- Clan: «A ver si en un año tenemos la vacuna y entonces sí que lo vamos a romper»

A finales del pasado año, Ricardo Ruipérez, mitad de MClan y notable de las seis cuerdas, publicaba su primer trabajo en solitario; 'En la distancia corta'. Comprenderán que con ese título y la situación actual, la ironía haga acto de presencia. La promoción y los conciertos previstos se vinieron abajo.

Lo mismo le ocurrió a su partenaire, Carlos Tarque, quien sí tuvo tiempo de mover el disco con el que comparte apellido, publicado en 2018.

Era el tiempo de pausa pactado por MClan para dar rienda suelta a las inquietudes individuales de sus miembros. Ese tiempo se terminó y vuelven a estar juntos sobre los escenarios. De hecho, este miércoles estarán en Torrelavega, abriendo la semana de programación del festival Viva la Vida.

Tarque se encuentra ya paladeando tierras cántabras. Ruipérez llegará pasado el mediodía. No son nuevos en la ciudad, en sus dos décadas de trayectoria, han pasado varias veces por aquí. Nunca en este formato obligado, claro. «Es volver a empezar, aunque sea de esta forma», señala el guitarrista. Ya han probado en algún concierto previo. La ventaja del acústico es que el rock se vive de otra manera. Así repasarán sus canciones más conocidas en los Jardines de La Lechera. Con acústicas, cajón, harmónica…

Mientras que con el rodaje que les da la experiencia, estaban acostumbrados a planificar a tres o cuatro años vista, el coronavirus lo ha cambiado todo. «Ahora miramos a seis meses hacia delante como mucho y después ya veremos», señala Ruipérez. En el camino se han quedado los planes de grabar una nueva versión de 'Sin enchufe', a punto de cumplierse veinte años de su publicación. Estaba previsto que ese homenajea a sus inicios viera la luz a finales de 2020. De momento, está parado sin fecha.

Para el murciano, la travesía en solitario ha sido muy gratificante. «Cantar es diferente, tienes que buscar la expresividad, y seguir aprendiendo. Todos los días se aprende algo en la música», reflexiona. En ese recorrido, acostumbrado a acompañar a Tarque, poderosa e inconfundible garganta, ha experimentado una reconversión mental para encontrar su propia voz, «para transmitir sus emociones». Esas emociones, enumera, podrían ser «nostalgia, melancolía, desamparo, vértigo…». Todo madera de blues. Asiente y reconoce que en su caso, la mirada suele ser introspectiva, mirando hacia dentro.

El experimento individual ha sido tan propicio que ya tiene material nuevo, al que se añade, además, la seguridad ganada en este tiempo.

Fundamentales para lograrlo han sido José Nortes, su productor, David Bonilla y el cantautor Txetxu Altube. Para la grabación también ha contado con el piano y el órgano de Luis Prado, habitual en M Clan, el bajo de Candy Caramelo, del propio Altube, Sergio Bernal a la batería, y las guitarras de Nortes, además de las cuerdas de Manu Clavijo y los metales de Miguel Malla. Músicos curtidos. Una escuadra de altura.

Reconoce Ruipérez que se siente un privilegiado que sigue «buscando la canción perfecta» y si bien cree que no la encontrará «no será por esfuerzo y por ganas». Hacer canciones «es una terapia».

Sí, yo me siento bastante privilegiado y aún sigo buscando la canción perfecta. Creo que nunca la encontraré pero no será por esfuerzo o por ganas. hacer canciones es una terapia.

Para conciertos como el de esta noche, los mismos consejos repetidos; distancia, mascarilla, tomarse dos o tres cervezas, «todo eso ya es maravilloso», pero una vez acabado «toca volver a casa». Concluye afirmando que positivo es un concierto «con todo el mundo pegado y saltando; lo demás es un sucedáneo, pero no nos queda otra». Eso sí, avisa, «a ver si en un año tenemos la vacuna y entonces sí que lo vamos a romper».

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