El Columpio Asesino: «Queremos vivir en un cielo azul perfecto, pero las tormentas son parte de la vida»
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La formación navarra cerrará este sábado la última de las tres jornadas del festival Santander Music, que vuelve a la Campa donde presentarán su último trabajo, 'Ataque Celeste', lanzado en 2020
Estar de vuelta significa muchas cosas. Entre ellas, ver cómo el público de los festivales cambia y un grupo con más de veinte años de trayectoria sigue siendo descubierto en cada fecha; en cada ciudad. Es el caso de 'El Columpio Asesino' (Pamplona, 1999), una banda que siempre se ha definido como una reunión de amigos herederos de la Velvet Underground. Esta noche se subirán al escenario del Santander Music para presentar en sociedad las ocho canciones que componen su último disco, 'Ataque Celeste' (Oso Polita, 2020), un trabajo grabado entre 2018 y 2020 en los Estudios Caníbal que vio la luz días antes de estallar la pandemia. Sus responsables, siempre a favor de las pausas prolongadas —aunque no tanto—, no han podido interpretar en directo hasta ahora.
Regresan a los escenarios tras años de relativo silencio. En este pulso a la industria que suponen las pausas prolongadas, ¿quién gana y quién pierde?
Bueno, pues según cómo se vea. Cuando una pausa es necesaria, evidentemente gana la banda, porque se supone que tiene que respirar para volver con fuerza, en forma, y con un trabajo mejor. ¿Que pierdes algo por el camino? ¿Que te desconectas un poco de este mundo que va a toda hostia? Desde luego que también; lo hemos notado. Nosotros en su momento sentimos que teníamos que parar precisamente para replantearnos muchas cosas. Y entre los tres años que nos tiramos trabajando en este último disco, más la pandemia y todo lo que ha pasado, pues sí que notas que te cuesta tomarle el pulso a la realidad, pero cuando hay que tomarse una pausa, hay que tomarla. Eso es así.
Una pausa que se les prolongó dos años más de lo previsto.
Claro, es que a nosotros nos pasó eso, que después de una gira como 'Ballenas Muertas', que fue muy intensa, decidimos hacer un parón. Una vez pasado eso dijimos: «venga, vamos a ponernos manos a la obra». Pero claro, ¿quién se iba a imaginar que iba a venir una pandemia? Entonces nos tomamos nuestro trabajo de la manera en que nosotros hacemos las cosas: con tranquilidad y sin presión.
La suya es una trayectoria, musicalmente hablando, entre lo bello y lo siniestro. ¿Las cosas que son difíciles de vivir, de describir, son más susceptibles de protagonizar una canción suya?
Sí, siempre nos hemos manejado bien en esas coordenadas. A mi por lo menos me cuesta escribir cuando estoy bien; no me sale (risas). Ponemos el foco ahí de una manera natural, sin que sea una pose de nada ni reivindicando un fatalismo, ni mucho menos. Escribo si lo que me late, y ya.
'Ataque Celeste' es un disco atravesado por un concepto: la 'felicidad obligada'. ¿Tratar de ser positivos por encima de todas las cosas es la nueva tiranía del siglo XXI?
A mi me parece bien que una persona sea positiva. Ahora bien, la cuestión es negar la negatividad, que muchas veces es lo que hacemos. Parece que nos gustaría vivir en un cielo azul permanente sin que vinieran tormentas, pero es que las tormentas son parte de la vida, como el dolor, el vacío, y todos estos sentimientos. Hay que aceptar todas estas cosas, vivir con ellas y no estar siempre con el rollo de que es todo perfecto. A veces tenemos la sensación de que cuando pones el foco en lo negativo, o en esas ausencias, como que hay una derrota, como que algo falla en el sistema. Y como el sistema no quiere que se le vean las grietas, las tapa con sonrisas, luces, y haciendo ver que todo va de puta madre. Y muchas veces no es así.
Lo va a tener complicado el sistema ahora en lo que a luces respecta.
(Risas) Lo va a tener complicado en muchas cosas, me parece a mi.
¿Mostrarnos tal y como somos es una forma de no transigir?
Sí, y de parar, como hablábamos antes, que parece que la parada está mal vista. Es una forma de callar, escuchar… No sé, parece que no hay tiempo para la reflexión, para el aburrimiento y para todo ese tipo de cosas que implican una no-actividad.
La pandemia les obligó a cancelar la gira de presentación de este trabajo; dos años después, la han retomado. ¿Cómo lo están viviendo?
Recuperando planes. En diciembre iremos a México y también tenemos previsto ir a Colombia, que no la conocíamos. Poco a poco vamos recuperando todo, pero está costando.
¿Los festivales ayudan?
(Duda). Es que de momento los músicos no podemos decir: festivales o salas. Si nos cerramos a una de las dos cosas no vivimos; no podemos quedarnos con unos u otros. A mi evidentemente me gusta más un concierto de sala por lo que tiene, ¿no? El contacto, la cercanía, tocar exclusivamente para tu público… Todas estas cosas que se dicen. Pero evidentemente somos músicos, y hay que torear (risas).
«Siempre matando el tiempo, y el tiempo me ha aplastado sin piedad», escriben en 'Sirenas de Mediodía'. En ese tiempo de letargo impuesto, ¿han transitado por otros oficios no relacionados con la música?
No, porque nadie sabía lo que iba a durar esto. Ahora, sabiendo que iban a ser dos años, quizá hubiéramos dicho: «mira, me pongo a estudiar inglés, francés o ruso». (risas). El caso es que en nuestro caso nos pilló con el disco terminado, que nos costó muchísimo, y como quien dice, con las maletas e instrumentos cargados en la furgoneta, así que nos quedamos en un estado de shock. La sensación era como de: «venga, que esto van a ser dos meses», y los dos meses fueron seis; los seis, un año, y el año, dos. La verdad que no hicimos gran cosa más que estar en un estado de shock y preguntarnos qué estaba pasando. Nos costó mucho asumir la situación porque vivimos de esto, llevábamos mucho tiempo sin trabajar y en ese momento venía nuestra gran cosecha. Y no. Nos quedamos con una cara de imbéciles de cuidado, como medio país.
Que junto al otro medio, se tuvo que preguntar: «¿y ahora qué?».
Sí. Muchas veces no es tan fácil renovarse. Es como el lema de: «venga, reinvéntate». ¡Que se reinvente el sistema! Nos exigen a nosotros adaptarnos a todo cuando yo creo que lo que se debería de reinventar es el sistema en general, que es lo que falla.
¿De qué procesos se han encargado personalmente en este sexto álbum y cuáles han dejado en manos de terceros?
Siempre hemos publicado con discográficas: primero con Astro Discos, luego con Astro / PÍAS, después con Mushroom Pillow y ahora con Oso Polita. Pero lo que es tema grabación y producción del disco, siempre nos hemos encargado nosotros. En 'Ballenas Muertas' nos fuimos a un pueblo del Pirineo perdidos durante medio año trabajando, y este año en nuestro local lo mismo, producimos y grabamos nosotros. Este año lo hemos editado con Oso Polita.
Hace unos días Alizzz, con quien comparten cartel en este Santander Music, twitteaba que «se tarda lo mismo en hacer el 95% de una canción que el último 5%». ¿Refutan tesis, o la comparten?
Puede que tenga razón Alizzz, porque hay canciones que lo que es el cuerpo enseguida está, pero cerrarla y quedarte satisfecho con ella, decir: «ya puedo mandarla a fábrica», cuesta más. Le doy totalmente la razón, ¡porque en este disco nos ha pasado eso con todos los temas! (risas). Tenemos unos problemas para cerrar las canciones increíbles, y no solo para cerrarlas sino también para abrirlas. Nos cuesta componer, y por eso nos cuesta tanto sacar los discos. Nos gusta hacer las cosas con tranquilidad.
¿Ser los dueños de sus propios tiempos es la mejor decisión que han tomado como banda?
Sí. En ese sentido nosotros siempre hemos tenido nuestro ritmo. Hubo un tiempo en el que sacábamos disco cada dos años… hasta este.
¿Qué tienen que decirle a quienes aún dudan sobre ir o no a verles este sábado al Santander Music?
Que si están pensándoselo dejen de hacerlo y vayan, ¡qué les voy a decir! Siempre están a tiempo de descubrir a un grupo nuevo. Ahora mismo el público de los festivales está cambiando, hay gente que ya prefiere quedarse en casa al mismo tiempo que otra entra al recinto por primera vez, y parte de esta segunda se está sorprendiendo con nosotros. Así que encantadísimos.
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