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Una apuesta por la ternura. Eso es lo que propone Nacho Vegas (Gijón, 1974) en sus 'Mundos inmóviles derrumbándose', concebidos desde la fragilidad, la crítica y el compromiso social, y que llegan mañana a Escenario Santander, a las 21.00 horas, después de un año ... de gira. Además, el asturiano estrena una nueva canción, 'Añada de Lea', donde echa mano de raíz y dolor en una preciosa nana mecida al son de las mandolinas y de su voz en su versión más íntima y cercana.
-Hace un año que salió 'Mundos Inmóviles derrumbándose'. ¿Siguen desmoronándose o empiezan a reconstruirse?
-Es un proceso un poco más lento de lo que nos gustaría. Todavía hay muchas cosas por demoler y por reconstruir. Muchos imaginarios colectivos y cosas que antes creíamos que eran intocables y de repente vemos que se desmoronan a la primera de cambio.
-Ha concebido un disco sensible, ácido, también político, apasionado y tierno. Casi nada.
-Las consecuencias emocionales de la pandemia fue algo que tardamos en digerir. Esa crítica es la que hace que, en mí caso, el disco virase un poco la mirada más sensible sobre temas que tienen que ver con nuestra fragilidad, con lo interdependientes que somos como seres humanos y los tipos de soledad a los que nos enfrentamos.
-Después de un año de gira, ¿qué balance hace?
-Bastante positivo, pero fue muy extraño. Empezamos la gira y todavía había restricciones, pero coincidió también con que para mí era una cambio de ciclo, de formación, de gente con la que trabajé durante 12 años... Era una especie de renacer que fue muy bonito.
Mañana, viernes. Nacho Vegas presenta 'Mundos inmóviles derrumbándose' en Escenario Santander a las 21.00 horas. Precio en taquilla22 euros.
-La ternura es una arma poderosa. ¿En qué, en dónde o en quién la encuentra Nacho Vegas?
-Hay que cultivarla cada día y hacer un esfuerzo por buscarla en cualquier cosa. En dar las gracias, ser amable... La ternura tiene mucho poder porque es lo contrario al cinismo, que es algo que está muy de moda hoy día. Hay una especie de hiperindividualismo que nos han inculcado en las últimas décadas y ha desembocado en ese cinismo extremo que es muy pernicioso. Y eso hay que combatirlo con la ternura.
-La canción nace de un poema de Raymond Carver. ¿En qué medida está la literatura en el disco?
-Es una influencia importante en mis canciones, pero nunca me ha gustado cargar las tintas sobre ello. Sí es algo que forma parte de mi vida. Me gusta mucho la literatura. Cuando me enteré hace poco de la muerte de Russell Banks estuve pensando en él, revisando, dándome cuenta de que algún libro suyo que he prestado no me lo han devuelto... Y he estado pensado en algunas cosas de mis canciones y que forman parte de las obras de Banks, que es uno de mis escritores de cabecera.
-Tiene una nueva banda con la que está arropadísimo. ¿Cómo fue el proceso de acoplarse?
-Bastante más fácil de lo que esperaba. Contacté con Hans Laguna, con el que había hecho una gira acústica en 2017, él me presentó a Ferrán Resines y Cristian Pallejà y a través de ellos conocí a Juliane Heinemann. Manu Molina, el batería, y Joseba Irazoki tocaban conmigo desde hace unos años. Escribir canciones es un trabajo muy íntimo, pero cuando terminas y las compartes con la banda acaba siendo muy colaborativo. Como me he rodeado de gente muy bonita y sabia les dejo total libertad y acaban reinterpretando las canciones. Tengo suerte de tener una banda de la que me siento muy orgulloso.
-En 'La flor de la manzana' cuenta una historia muy dura con ritmos caribeños muy alegres.
-Las canciones que hablan de temas más dolorosos muchas veces están armonizadas con acordes mayores y melodías más bonitas. Los temas más duros necesitan de ese contraste para que logren tener vida propia. 'La flor de la manzana' era en su orígenes un poco más triste de lo que acabó siendo. Cristian Pallejà estaba esperando una canción mía en un ritmo binario y en cuanto encontró una dijo: «Vamos a llamar a 'Mancha e plátano'». Fue un resultado que me resultó sorprendente y aprendí mucho.
-La melodía del estribillo de 'Abnegación' es similar a 'Lo que comen las brujas'. ¿Se retroalimenta de sus canciones?
-A veces ocurre, pero en 'Abnegación' no era consciente hasta que me lo dijeron después. Incluso Manu, que grabó la canción 'Lo que comen las brujas' originalmente conmigo, tampoco se había dado cuenta. Además, la armonía es la misma. Sí que hay muchas cosas autoreferrenciales en mis canciones. No me importa tomar cosas de aquí y allá y reescribirlas.
-Sobre 'Lo que comen las brujas', Paco Loco contó que armó los coros con una melodía que se parecía al himno del Sevilla.
-Sí, sí, es verdad. Es que había una parte que era igual. Mi oficina llamó al manager por si querían compartir derechos de autor, pero el Arrebato dijo: «Bueno se parece un poco, pero da igual» (risas). Yo estaba un poco preocupado, pero nadie me ha dicho nunca que se parecen. Como tienen sinos muy diferentes al final no las acabas relacionando.
-¿A cuál de sus discos le tiene más cariño?
-Los hay que para mí son importantes, pero que les tengo manía por alguna razón. En todos tengo espinas clavadas y a todos les tengo mucho cariño. Hay gente que le gustan mucho mis primeros discos y sin embargo yo no soy capaz de escucharlos porque no soporto cómo canto, pero a la vez fueron muy importantes en ese momento. Son como álbumes de fotos en los que recuerdas lo vivido.
-Tiene referencias musicales marcadas, pero suelen ser extranjeras ¿alguna española?
-En directo he interpretado canciones de Vainica Doble, Ferlosio, Cecilia... También latinoamericanos, en Violética versioné a Violeta Parra. Todo es susceptible de ser una referencia y quedarse en mis canciones o hacer una versión.
-Hablando de versiones, en 'La vida manca' hay ecos de 'Clay Pigeons' de Blaze Foley ¿Ha pensado en adaptar algo suyo?
-Todos cantamos canciones de otros y cuando lo haces tantas veces las acabas haciendo tuyas. Es cuando yo las adapto. Me han regalado un single de Blaze Foley, 'If I could only fly', que es una canción súper sencilla, de esas de country que tiene tres acordes y con una melodía tan bonita que es como la seda, y tan triste a la vez. La escuchas y dices: «Es de las canciones que me gustaría haber escrito a mí alguna vez».
-¿Con quién le hubiera gustado hacer una colaboración y ya no va a poder ser?
-Con Violeta Parra. Tuve la oportunidad de tocar con Isabel y Tati Parra, su hija y su nieta, y fue uno de los momento más bonitos de mi carrera en cuanto a colaboraciones. Me hubiera gustado hacer algo con Mikel Laboa, e incluso me apetecería adaptar o versionar algún tema suyo al asturiano, y es algo que tengo en mente. Algún día igual lo hago.
-Lanza un nuevo tema, 'Añada de Lea', ¿Va a incluirlo en un EP?
-En agosto grabamos unas cuantas canciones aprovechando que teníamos un parón en la gira y me apetecía mucho grabar para que estuviera Juliane, que no pudo estar en el disco y aporta muchísimo a la banda en directo. Son las que estamos sacando ahora como singles y que en primavera, con otras que tenemos por publicar, tal vez reúnanos en un EP. Es un formato al que tengo mucho cariño.
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