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Veintiún cuerdas parecen mucho territorio para solo dos manos. Salvo que sean las de Ballaké Sissoko (Malí, 1968). Heredero de una tradición ancestral convertida en ... familiar, el intérprete de kora es un virtuoso del singular instrumento. Desde su orondo corazón surgen sonidos que se mimetizan con el arpa o la guitarra flamenca. El maliense estará hoy en Comillas, a cuyo Seminario Mayor llega el ciclo Caminos que nos unen. Será a las 20.00 horas, en un concierto donde presentará su último trabajo, 'A Touma', en el que confluyen tradición y modernidad a partir del virtuosismo técnico de Sissoko.
-Viene a sumarse a un ciclo que apuesta por la espiritualidad en la forma y el fondo. ¿Encajan los sonidos de la kora con estos planteamientos?
-Absolutamente, la kora y su historia están íntimamente ligadas a la espiritualidad, y la música se presta perfectamente a la vida interior y espiritual de cada uno.
-¿Requiere esfuerzo mantener el legado de la música de Mali?
-Por un lado, está la necesidad de preservar la práctica de este instrumento para las nuevas generaciones y asegurarse de que no desaparezca en favor de instrumentos modernos y electrónicos. Por otro lado, este patrimonio se transmite a través de los griots que cuentan la historia oral de nuestro país.
-¿Cuál diría que es su principal rasgo identitario?
-La transmisión de la historia del país y sus tradiciones orales y musicales.
-¿Siente que tiene una responsabilidad en este sentido por preservar esta herencia?
-Absolutamente, me encanta transmitir este patrimonio y darlo a conocer. Al mismo tiempo, estoy feliz de compartirlo con músicos de otras tradiciones; enriquece el patrimonio.
-Ha llevado la espiritualidad de sus raíces a un lugar como la capilla de Santa Apolonia, en Bélgica, para grabar su disco. ¿Se entienden bien los lenguajes que brotan de esa profundidad, aunque sean distintos?
-Totalmente, la espiritualidad es universal y puede compartirse con otros idiomas. Como dije, lo veo como enriquecimiento.
-¿Cuál es el mayor cumplido que ha recibido en su labor como difusor de su cultura?
-Lo que me conmueve más que nada es cuando el público me dice que mi música calma y sana. Significa que mi cultura, mi instrumento y mi música pueden llegar a una amplia y muy diferente audiencia
-¿Y la mayor lección que aprendió de su padre como maestro de la kora?
-Mi padre principalmente me transmitió la pasión por el instrumento y el deseo de continuar esta tradición de griot en nuestra familia.
-¿Desde qué sensaciones fluye la improvisación con más fuerza?
-La calidad de la improvisación se adquiere con los años a través del dominio del instrumento, y luego a través de la práctica de diferentes tipos de música, obviamente con encuentros artísticos con otros músicos. Para mí, es un gran placer que me da una sensación de libertad extraordinaria.
-¿Qué importancia ha tenido en su carrera Vicent Segal?
-Vincent Segal es como un hermano para mí; nos entendemos perfectamente, y nuestros intercambios amistosos y musicales son de gran riqueza. Él me presentó a grandes músicos, y compartimos grandes aventuras artísticas que se renuevan constantemente.
-Tras un viaje de Nueva York a París se encontró su kora desmontada. ¿Una muestra de ignorancia internacional?
-Sí, en efecto. A medida que viajo por el mundo, me doy cuenta todos los días de que la mayoría de la gente no conoce la kora y no la respeta tanto como otro instrumento más conocido. Lamentablemente, hay que reconocer que no todos los músicos y sus instrumentos son tratados bien por las aerolíneas o los servicios de seguridad. Es una falta de conocimiento y respeto por la profesión de músico; aún queda mucho por hacer.
-¿La música que usted hace salta las fronteras internacionales que dibuja la política?
-Sí, hago música y transmito e introduzco una tradición; depende de cada individuo encontrar lo que resuene con ellos.
-¿Qué le gustaría que se llevaran quienes acudan a su concierto en Comillas?
-Espero que el público disfrute descubriendo nuestras tradiciones y mi música, y que les dé tanto placer como el que yo tengo al tocar.
-¿Y qué espera llevarse usted tras su paso por Cantabria?
-Siempre estoy feliz de conocer gente nueva, nuevos lugares. Siempre tengo curiosidad por descubrir también nuevas tradiciones. Tengo muchas ganas de descubrir Cantabria.
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Ana del Castillo
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