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Tras más de tres décadas agarrado al rock and roll, la industria empieza a saldar su deuda con Coque Malla (Madrid, 1969). Capitán de una colección de canciones al alcance de pocos, el madrileño se encuentra inmerso en la gira de presentación de su último ... trabajo, '¿Revolución?', un disco al servicio de la sensibilidad más cinematográfica.
- Vive un momento dulce, consagrado definitivamente por crítica y público. ¿Hubiera sido posible este disco en otras circunstancias menos plácidas?
- Buena pregunta. Es complicado de saber. Estoy convencido de que el éxito siempre te quita un problema. Cuando uno empieza un proyecto artístico siempre hay un anhelo de reconocimiento del público, de la crítica, de los compañeros… Cuando eso lo tienes resuelto, es un problema menos que te deja trabajar más libremente. Lo que pasa es que haya éxito o no, hay que intentar por todos los medios dejar eso fuera. No siempre es posible y sería ingenuo decir que se consigue siempre y del todo, pero hay que intentarlo. Es difícil cuantificar todo eso y saber si los discos se hacen absolutamente libres de esa presión o no, pero está claro que si hay una base fuerte de éxito, uno se enfrenta a la creación mucho más relajado.
- Dice que el éxito que tiene ahora es muy distinto al que llegó a tener con Los Ronaldos. ¿En qué sentido?
- Se me ocurren dos razones fundamentales. Una es el tipo de grupo que éramos Los Ronaldos, un grupo juvenil, muy radiable… Para mí era un grupo acojonante, pero tenía esa connotación juvenil ligera. Había mucha mala hostia y también discos complejos y serios, pero al final no dejábamos de ser un grupo de rock and roll efervescente, callejero y de ciudad. Eso generaba un tipo de éxito y reacción. Otra de las diferencias es cómo estaba la industria en ese momento. Era muy cutre, muy precaria. Esa es la razón principal por la que disfruto mucho más el éxito de ahora. El 80% de los conciertos que hacíamos Los Ronaldos eran en plazas y fiestas mayores, de forma gratuita. El éxito que yo tengo ahora no tiene nada que ver. Con el paso del tiempo se idealiza el concepto de Los Ronaldos y de otros grupos de aquella época y parece que éramos los Rolling Stones. En absoluto. Era una cosa muy cutre. Íbamos de pueblo en pueblo tocando en escenarios imposibles, barrizales, con la gente borracha a la una de la mañana.
- El disco se pregunta por la revolución. ¿Cree que España es un país de revoluciones?
- Yo creo que no. En España somos muy ruidosos, nos quejamos mucho, cosa estupenda, pero los proyectos de revolución se quedan en la barra del bar. Parece que vamos a cambiar el mundo pero luego no tenemos el coraje para hacerlo. Revolucionar la sociedad implica revolucionar nuestra propia vida. Para mandar todo al carajo y tirar abajo los cimientos tenemos que cambiar nuestra propia vida. Y no estamos dispuestos, nos da terror. Es muy humano y comprensible.
- En 'Extraterrestre' hace una crítica a las redes sociales. 'Solo criticamos/solo censuramos/muerte al humor'. ¿Cuál es su relación con esas plataformas?
- Me parece una herramienta divertida y absolutamente impres cindible en mi trabajo. Este es un dato muy industrial y frío pero también muy heavy: la gran mayoría de los conciertos que hemos hecho hemos agotado entradas con la única promoción de mis redes sociales. En el fin de la gira 'Irrepetible' hicimos dos Rivieras (sala madrileña) y no hubo ni un solo cartel en Madrid ni una sola cuña. Imagínese lo importante que es para nosotros. Luego está el punto de vista de debate social. Yo he tenido varios encontronazos que han desatado odio y rabia sobre mi persona que me han hecho pasar por distintas fases. Hubo un momento que pensé que me había hundido la vida, luego te das cuenta que afortunadamente y desgraciadamente lo que un día parece que es el fin al día siguiente entra otra cosa y se olvida. El debate que se genera en las redes sociales es ruido, un entretenimiento. De ahí parte el sentido irónico del título del disco. '¿Revolución?', no creo.
- ¿Se mide mucho a la hora de publicar?
- Procuro ser prudente. Me alucina mucho la bilis que tiene dentro alguna gente. Sobre todo que haya alguien dispuesto a perder el tiempo disparando insultos al aire. Totalmente. Yo lo intento relativizar, pero no puedes. Pensar que hay una persona en su casa tomándose su tiempo para enviarte odio y generarte dolor… me rompe la cabeza. El otro día dije que me había gustado Star Wars y no se puede imaginar el odio de algunos comentarios, no todos. Son psicópatas en potencia.
- ¿Cómo surge la idea de contar con la Orquesta Sinfónica de Bratislava para la grabación?
- Bueno, lo que surgió fue la idea de meter una orquesta sinfónica. Lo de Bratislava fue una cosa más logística. Es muy romántico irse a Bratislava y además son buenísimos y ofrecen un precio alucinante. Esas tres cosas juntas es imbatible. Cuando me puse a componer las canciones vi que tenían una energía que pedían esa fuerza, ese volumen, esa densidad que te ofrece una orquesta.
- Me han contado que se dio cuenta de que tenía el disco en un viaje Gijón-Madrid.
- Sí, es cierto. Tocamos en un festival en Gijón y al día siguiente tocaban los León Benavente. Hubo un choque de trenes y unimos fuerzas para quemar la noche gijonesa. Fue la noche más killer de toda la gira. También la suya, cosa que a mi me hizo sentir muy orgulloso (risas). Fue una noche maravillosa, de muchísima charla y acabamos amaneciendo por el paseo marítimo de Gijón de vuelta al hotel. Me acuerdo que dormí un rato y volví en mi coche, sin la banda. Yo había estado durante dos giras grabando un montón de audios en el teléfono, de unos cinco segundos en los que yo tarareaba una melodía, así que aproveché para oír los 170 y pico audios con toda la resaca. Ahí es donde descubrí que había un disco, entero. Al final hubo que hacer algo de limpieza y nos quedamos con diez o doce canciones.
- En 'Mantra de la oscuridad' hay unos versos sencillos pero de gran profundidad. 'Pensaba en el tiempo, amor/soñaba detenerlo'. ¿Le preocupa el paso del tiempo?
- A una cierta edad te lo empiezas a plantear. Cuando uno cumple 50 años… ¡hostia! El paso del tiempo da mucho vértigo y asusta un poco. Inevitablemente a una edad uno mira el abismo de otra manera. No se si estoy de psiquiatra o lo llevo de la hostia, pero aparecen pensamientos que asustan un poco y que antes no estaban. No hay que darle muchas más vueltas, es ley de vida.
- ¿Se acerca Coque Malla a lo que quería ser Coque Malla?
- Bueno, no tenía un plan sobre mí mismo. Desde el punto de vista puramente logístico, llevo un tiempo pensando que mi proyecto está en un sitio que muchas veces había soñado y, sobre todo, que había añorado con rabia. Decía, joder, con los discos que estoy haciendo, yo debería estar, mínimo, en este sitio. Ese sitio que yo miraba con rabia ahora ha llegado. Tener una gira con las condiciones que tengo, con un espectáculo armado, teatros llenos… yo me merecía eso. Hace unos años no lo tenía y me producía una sensación de injusticia, pero ha llegado. En cuanto al artista y mi vida personal sí que he ido transformándome por donde me ha llevado la vida y el viento. Eso ocurrió por el azar, pero sí que visualizaba en que sitio de la industria debía estar yo como mínimo y me jodía mucho que no ocurriese. Me parecía muy injusto y muy acorde con cierta cosa ramplona que tiene este país. Afortunadamente ha llegado.
Coque Malla ha escrito un mensaje en redes sociales en el que primero da su «más sincera enhorabuena» a la organización de los Premios Odeón, pero luego reivindica otra manera de enfocarlos al echar en falta a multitud de artistas que llenan las salas y acumulan también millones de escuchas de sus canciones.
«Vaya por delante también el agradecimiento por tener el valor de poner en pie algo tan brutalmente difícil de armar y que deje contento a todo el mundo. Difícil no, imposible... Mis mejores deseos para que estos premios se afiancen y por fin nuestra industria tenga una gran fiesta anual donde encontrarnos todos para empujar y ponerle un lazo rojo (sin agujeros esta vez) a nuestro trabajo», plantea el músico.
Por eso, a su juicio, hay que «alegrarse y remar todos juntos» para que estos Premios Odeón sigan adelante en el futuro «durante muchos años y, sobre todo, tengan credibilidad». «Ay, la credibilidad... Solo un pequeño apunte, a propósito de la credibilidad, ese pez tan resbaladizo y difícil de atrapar...», lanza entonces.
Lamenta entonces que en estos premios no haya habido «ni el menor rastro, ni el más mínimo guiño, mención, nominación o actuación» de gente de la talla de «Kiko Veneno, Santiago Auserón, Iván Ferreiro, Love of Lesbian, Loquillo, 091, Xoel López, Fito y Fitipaldis, Josele Santiago, Zahara, Anni B. Sweet, Luz Casal, Miren Iza, Amparanoia, Robe Iniesta, Depedro, Dorian, León Benavente, Jaime Urrutia, Kase. O, Vetusta Morla, Sidonie, El Drogas, Viva Suecia, La habitación Roja, Los Zigarros, Miss Cafeína, El Kanka, Sidecars o Enrique Bunbury».
«Y así podría seguir y seguir y seguir...», remata, para luego sentenciar: «Unos premios, decía, donde toda esta gente, y muchísima más, esté terrorífica e inexplicablemente ausente y borrada del mapa como si no existiesen, como si no llenasen todos los fines de semana salas, teatros, auditorios, pabellones y festivales multitudinarios, como si no vendiesen miles de discos y acumulasen entre todos -o en muchos casos individualmente- millones de escuchas y reproducciones, como si no fuesen la sangre, el cemento y la base de este negocio».
En los primeros Premios Odeón, entregados este lunes, fueron galardonados Alejandro Sanz, Aitana, Estopa, Vanesa Martín, Don Patricio, Morat, Beret, Rosalía, Manuel Carrasco, José Mercé y Tomatito y José Luis Perales. Once galardones repartidos entre artistas de las tres grandes multinacionales discográficas.
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