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El músico Javier Vargas ha publicado 32 discos con su formación, la Vargas Blues Band. V. B. B.
«Cuando tu corazón habla siempre hay otro corazón que lo escucha»
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«Cuando tu corazón habla siempre hay otro corazón que lo escucha»

javier vargas | fundador de la vargas blues bland ·

El guitarrista madrileño presenta el día 11 en Santander su nuevo disco, 'Back to Memphis', en el que regresa con su formación a los orígenes del género

Jueves, 10 de febrero 2022, 14:55

Ha publicado la friolera de 32 discos y sigue con las misma pasión por la música con que se enfrentó al primero, 'All around blues', allá por 1991. Hasta entonces había formado parte del grupo de Miguel Ríos, pero aquel trabajo fue el pistoletazo de salida de la trayectoria de la Vargas Blues Band, el grupo liderado por el guitarrista Javier Vargas (Madrid, 1958). Desde entonces, el músico y compositor ha recorrido el mundo con su pasión por un género que surgió entre los esclavos negros del sur de Estados Unidos, que recogieron en él la herencia tribal de la música africana. A lo largo de su carrera, Vargas ha contado con colaboraciones de excepción como la de Double Trouble, la banda de Stevie Ray Vaughan, así como las de Preston Shannon o Larry Thurston, de los míticos Blues Brothers. También ha colaborado con músicos de la talla de Andrés Calamaro, Juan Gómez 'Chicuelo' y Flaco Jiménez, y actualmente prepara un disco con John Byron Jagger, sobrino del cantante de los Rolling Stone. El reconocido guitarrista llega este viernes a Santander para actuará a partir de las 20.00 horas en el Centro Cívico de Tabacalera, donde presentará con su grupo el último álbum de la formación, 'Back to Memphis'.

–En 1992 grabó 'Madrid-Memphis' y ahora, 30 años después, con 'Back to Memphis' retorna al origen de aquellos inicios. ¿De dónde surge este disco?

–Estos últimos años, con la pandemia y demás, me apeteció regresar un poco a mis raíces. Este álbum lo he grabado con una banda con la que ya había colaborado desde la época de 'Texas Tango'. Con ellos grabé ese disco y otros. Siempre que fui a Memphis colaboraron conmigo, desde Steve Potts a la batería, Ernest Williamson tocando el piano y el Hammond B3, David Smith al bajo, Niko Lyras a la guitarra rítmica o los cantantes Freddie Kirksey y Bobby Alexander, entre otros. Quería volver a la raíz, hacer un álbum que me desmarcara un poco de lo que había estado haciendo, porque estos últimos años me he dedicado a hacer trabajos de estudio como 'Del sur'. Había mucho tiempo libre para crear y para experimentar, y se me ocurrió que era un buen momento para regresar a Memphis y aprovechar el tiempo perdido para recordar de dónde venía y mostrar a la gente mi lado más esencial.

–¿Qué le ha aportado compartir sus poyecxtos con músicos de esa talla?

–Juntarme con estos músicos que también han evolucionado, y meterme en los estudios de Cotton Row, donde se ha grabado muchio blues clásico como Otis Rush, Albert Collins, Gary Moore... me permitía conseguir lo que buscaba, que era aportar una nueva vuelta de tuerca a lo que hago. De alguna forma creo que es volver a lo que yo era cuando empecé pero con toda la experiencia acumulada a lo largo de estos años. Desde 1991 hasta hoy con Vargas Blues Band tengo miles de conciertos a mis espaldas, grabaciones, jam sessions, viajes por todo el mundo... Es como ponerte unos pantalones que usaban hace 30 años para qué tal te quedan ahora y he descubierto que me siguen quedando igual. Mi feeling y mi sentimiento con la música, con el sonido y con lo que quería expresar sigue intacto. Con la Vargas Blues Band quería hacer mi propio sonido, y cuando empecé a grabar discos me di cuenta de que mi sonido no se limitaba al blues, sino que tenía mucho más que ofrecer. Con todo ese bagaje de experiencias, tras haber tocado no solo mucho blues sino también haberme adentrado en la fusión, la psicodelia, el flamenco... Quería volver a mi raíz pero sin cerrar la puerta a otros sonidos y otras formas de entender la música. La base es la misma, pero las vivencias te obligan a tocar y a expresarte de una u otra manera.

«Quería volver a mi raíz pero sin cerrar la puerta a otros sonidos y otras formas de entender la música. La base es la misma, pero las vivencias te obligan a tocar y a expresarte de una u otra manera»

–Usted ha triunfado en España con el blues, un género que en nuestro país es minoritario en comparación con otros. ¿Cuáles son las claves de ese éxito?

–Creo que la clave es el sentimiento, el feeling. Cuando doy una nota la doy con una convicción y un feeling que dotan a esa nota de una información que llega a la gente, que de alguna manera la hace vibrar porque la siento desde lo más profundo. Cuando sientes lo que haces, cuando tu corazón habla siempre hay otro corazón que lo escucha. Para mí la música es eso, un corazón transmitiendo vibraciones a otro corazón. ¿Por qué nos gustan Led Zeppelin, o Santana o Aretha Franklin o Miles Davis cuando dan una nota? Porque hay mucha información en esa nota. Para llegar a dar esa nota tienes que haber recorrido un largo camino y emocionalmente estar preparado para transmitir esa información, para que luego la gente reciba esa nota con sensualidad, como una nota que sirve para curar, que tiene poderes curativos. La música es una cosa muy loca, no es solamente tocar un intrumento y hacerlo sonar, es la viviencia que hay detrás de un músico que emocionalmente se ha comprometido a vivir y a transmitir con la música desde lo más profundo. Si no yo creo que dedicarse a esta profesión no tiene sentido. Hay que involucrarse al cien por cien y sentir auténtica pasión para comunicar y hacer sentir algo a quien te esta escuchando. Que les erice la piel y sientan que ahí está pasando algo, aunque no sepan explicarlo.

–El patrón del blues es de los más sencillos: 1-4-5. Pero usted, como tantos grandes artistas, ha conseguido construir todo un universo a partir de él. ¿Qué es para usted el blues?

–El blues es una música cuya raíz viene de un pueblo oprimido. Nació en África y de ahí pasó a Estados Unidos y fue evolucionando desde lo que fue el blues más primitivo, mezclado con el folk, hasta convertirse en blues eléctrico y en un género que influenció a gente joven que estaba tocando en Inglaterra y creó el blues británico. De este blues surgieron géneros, digamos que tuvo un hijo y le llamaron 'rock and roll'. El blues es la raíz y lo demás han sido los frutos. A lo largo de su historia el blues se convirtió en una forma de expresión internacional. Ha sido la sal de la vida en la música, algo casi mántrico. Para mí, utilizando ese ese mantra de diferentes maneras siempre consigues poner a la gente en un estado que engancha. Toda la música de nuestros tiempos que ha hecho moverse a la gente, desde los Rolling Stone, Deep Purple, Jimmy Hendrix, Eric Clapton, Led Zeppelin... tiene su raíz en el blues.

Javier Vargas con varios de sus colaboradores. V. V. B.
Imagen secundaria 1 - Javier Vargas con varios de sus colaboradores.

–¿En qué momento decidió que ese género era el suyo?

–En mi caso, cuando empecé a tocar la guitarra mi mayor referencia fue el blues. Escuchaba a los Beatles y me gustaban sus letras, sus sonidos, sus melodías... Encontraba que eran muy inspiradoras. Pero cuando empecé a escuchar blues, a través de Jimmy Hendrix o de Fleetwood Mac, que tocaban un blues realmente puro, fue cuando descubrí que este estilo tenía realmente un veneno propio. Ahí empecé también con Led Zeppelin, con BB King... y descubrí lo mucho que me apetecía expresarme con la guitarra a través de ese sonido. Me producía un placer especial la escala de blues, la forma de transmitir el feeling que permite y la cantidad de variaciones que tiene dentro de su aparente sencillez.

–En este trabajo también se incluye un documental sobre su carrera. ¿Cómo afrontó este proyecto y qué ha supuesto para usted ese mirar hacia atrás y revisar todo el camino que ha recorrido?

–El documental se basa en los inicios de la Vargas Blues Band. Cuento cómo en el año 91 decidí grabar y lo complicado que lo tuve para conseguir editar mi primer proyecto. La industria siempre ha sido reticente al blues, no consideran que se auna música comercial en la que merezca la pena invertir y producir discos. No hay quen olvidarse de que en aquella época los artistas dependíamos de la industria discográfica, que junto a la radio era la que dictaba las modas. Eso llegaba incluso al caso de que muchas discográficas les decían a los músicos qué canciones debían tocar, llegaban a darle la vuelta por completo a los grupos. Yo quise escapar de eso y hacer música sin paliativos, sin aditivos, con el compromiso total de llevar a un cassette o un vinilo lo que salía de mi corazón.

«Hay millones de guitarristas y muchísima gente joven que toca de una forma increible, pero esa gente, para poder tener la misma proytección que pudieron tener en su momento otros artistas lo tienen mucho más complicado»

–Ha vivido en primer persona la vertiginosa evolución de la industria musical en las últimas décadas. ¿Cómo valora un cambio tan disruptivo?

–La industria actual podría definirse como más democrática, en el sentido de que cualquier artista o cualquier banda puede autoproducirse y puede colgar su música en las plataformas de 'streaming' como Spotify o Apple Music. El problema es que en esas plataformas hay millones de aristas que tienen su música y no son conocidos. Antes había cuatro y existía un monopolio de las discográficas, por lo que solo había una serie de artistas que se daban a conocer. Entonces surgió Stevie Ray Vaughan gracias a la influencia de John Hammond, director de Sony, tras haber tocado con David Bowie, y ahí se generó un escaparate para que la gente se pudiera dar a conocer. A raíz de aquello se hizo rápidamente conocido a nivel internacional, al igual que gente como Mark Knopfler, que grabó 'Sultans of Swing' y le fue muy fácil llegar a muchísima gente. Ahora mismo sale un Stevie Ray Vaughan o un Mark Knopfler y se encuentran con que hay millones de opciones con ese mismo sonido. Hay millones de guitarristas y muchísima gente joven que toca de una forma increible, pero esa gente, para poder tener la misma proytección que pudieron tener en su momento estos artistas lo tienen mucho más complicado. En aquella época la industria podía apostar por un artista como Ray Vaughan y al ver que funcionaba entendían que el blues también. La industria, al detectar que había un filón en ese sonido, podían rescatar a otros artistas del género como Johnny Winter o John Lee Hooker. Entonces era la industria la que daba ese paso, y además promocionaba al artista, hacía los vinilos, los distribuía en todos los canales internacionales, tiendas de discos, grandes superficies... Había grandes tiendas que tenían todos los vinilos que pudieras imaginar, libros de música, lo que quisieras.

–Ese escenario, sin embargo, parece haberse esfumado...

–Pero ahora mismo esa industria ya no apuesta casi por nadie, solo por productos fáciles de vender. Están empujados por la industria que viene de Miami y por músicas como el reguetón, el dance o el rock. Es una industria que apuesta sobre seguro y por un estilo que demanda la gente joven, pero artistas que se salgan de esos cánones, que toque blues o funk, aunque siguen saliendo músicos increibles, no tienen la cobertura que una discográfica podía dar en aquel momento. No quieren correr ningún riesgo y van siempre a lo seguro, se han instalado en una dictadura musical. Han perdido la locura que había en los 70 y en los 80, incluso en los 90, cuando apostaban por gente nueva y por grupos que hacían una música totalmente nueva y que de alguna manera podían revolucionar el mundo, porque la música ha revolucionado el mundo. Es como el caso de Queen con el disco 'A night at the opera', que no lo querían ni ver y luego fue una revolución. Eso siempre ha pasado. La industria discográfica siempre ha sido muy dictatorial con sus artistas y les ha querido influenciar, aunque muchos de ellos han tenido sus mañas para esquivar esa presión y desarrollar su propia música sin influencias externas de algún ejecutivo, pero aun así la industria siempre lo ha intentado. Más allá de eso, esa misma industria siempre apostó por artistas y proyectos que eran realmente interesantes y vanguardistas, porque tenían la emoción y la ambición de crear artistas y apoyar sus carreras. Hoy en día un músico saca un disco o un single y 'chao', si te he visto no me acuerdo. Raro es el caso del artista que puede consolidar una carrera de largo recorrido, incluso en la música latina o el reguetón.

Javier Vargas en un concierto. V. B. B
Imagen - Javier Vargas en un concierto. V. B. B

–¿Por qué apuesta ahora la industria musical?

–Apoyan canciones, apoyan una imagen y los conciertos, sí, con una música que básicamente es imposible tocar en directo porque es música de laboratorio, está hecha con el autotuner, samples y otras historias, de forma que la única manera de interpretar ese sonido en directo es haciendo playback. Es así como funciona. Es algo impensable en gente como los Eagles, Led Zeppelin, Pink Floyd o Metallica, que son increíbles. Eso es música de verdad, y han seguido funcionando gracias a los fans que tienen en todo el mundo, pero ahora mismo la industria de la música se ha estancado y no busca nuevos artistas. Eso no quiere decir que no haya gente increíble haciendo música alucinante, porque los músicos y la gente que se dedica a la música no han parado de crear. Por eso cada vez hay más artistas y más propuestas interesantes, muchas de ellas hechas por gente muy joven que tocan como diablos.

–¿Qué cree que va a pasar en la industria a aprtir de ahora? ¿Y en su propio caso?

–Creo que estamos en un periodo transitorio de un modelo y un estilo de hacer las cosas, y puede ser que de aquí a nada cambie de nuevo y volvamos a la raíz, porque en los momentos de grandes crisis siempre es cuando más creatividad y más artistas han surgido. Gente que lo mejor que podían hacer era estar en su casa o con su banda en el local de ensayo tocando. Desde que empezó la pandemia yo mismo me puedo considerar de ese grupo porque he estado tocando más que nunca. He vuelto a tocar ocho y nueve horas al día, he estado en el estudio componiendo, hice el álbum 'Del sur', estuve en Zurich y en Barcelona grabando, después fue a Memphis a grabar este último disco... Y ahora mismo estoy trabajado en un nuevo proyecto para sacar un disco con John Byron Jagger, el sobrino de Mick Jagger, del que ya tenemos once temas y queremos grabar algunos más. Estoy poniendo la carne en el asador de una manera como nunca he hecho. Trato de ir más allá con mi música, buscar más originalidad en mi forma de componer, de tocar y de producir, y eso solo me lo ha dado la posibilidad de tener mucho tiempo libre para poder dedicarme a ello. Cuando estás de gira y das 80, 90 o 100 conciertos al año tienes el chip en ir al local a ensayar, en afimar y ponerte en un escenario para tocar lo que habías hecho. En esa dinámica lo creativo se centra en el escenario, pero ahora con todo lo que está pasando hemos cortado el flujo de actuaciones directo. Todos los músicos estamos metidos en el laboratorio estudiando, creando, componiendo e inventando y aprovechando para mejorar. Y todas esas invenciones, no solo las mías sino las de muchísimos músicos en todo el planeta, van a ser muy sorprendentes cuando salgan a la luz. Seguro que hay gente haciendo cosas alucinantes. Ya lo verás.

«Hay que salir a disfrutar de la vida, del sol, de tomar unas copas con tus colegas viendo una banda tocar en directo y que te pone la piel gallina»

–Usted, que habitualmente se hinchaba a viajar, ¿cómo ha vivido la pandemia y cómo valora regresar el poder a los escenarios?

–Hemos luchado por eso, por volver a los conciertos, a llevar la música a la gente, a las ciudades y los pueblos. También a poder hacer lo que nos gusta, porque en mi caso cuando toco en directo el primero que disfruta soy yo. Me encanta tener un público que disfrute con lo que hago. Para mi es muy importante que la música en directo siga en las calles, en las plazas, en los teatros, en los festivales, y en las salas. Eso es muy importante para la gente, porque de esa forma nos sentimos vivos, nos comunicamos sentimientos y al mismo tiempo nos damos cuenta de que no solo somos personas que están en casa con el ordenador, el streaming y con Netflix. Hay que salir a disfrutar de la vida, del sol, de tomar unas copas con tus colegas viendo una banda tocar en directo y que te pone la piel gallina. Y salir de allíy comentar lo mucho que ha molado el concierto y contárselo a tus amigos. Vivir, en definitiva. Para mí la música es vida, es la llave que abre la jaula.

–Volviendo a su música... ¿Cuántas guitarras tiene? ¿Cuál es su favorita? ¿Qué busca o valora más en sus instrumentos?

–Para mi lo fundamental en una guitarra es que no desafine. Después también es muy importante el tono, la suavidad, que tenga ese rugir que tienen las pastillas antiguas y la madera. Tengo unas cuantas guitarras antiguas y algunas más nuevas. Tengo algunas Telecaster, por ejemplo. Una de mis últimas adquisiciones fue el modelo Jimmy Page, que él usaba en los primero álbumes y del que Fender a hecho una réplica que me gusta mucho porque cuando la tocas es como una guitarra antigua. Tengo muchas que me gusta tocar pero básicamente mi favorita es una Stratocaster del 72, que tengo muy reventada pero que suena increíble. También tengo una de 61 que suena alucinante y otra como la de Jeff Beck. Esas tres son las que más utilizo. Aunque tengo muchas y las toco y disfruto mucho con ellas, éstas son las que más confianza me dan y las que como herramientas me permiten desarrollar mejor el sonido. Tienen el vibrato, el tremolo, funcionan muy bien, no desafinan, el tono es perfecto, el sonido de la pastilla aguda corta muy bien por arriba y la de graves tiene ese hueco que busco. Son las tres con las que salgo a la carretera las que llevo a los conciertos. Pero también tengo un arsenal de amplis pero no uso todos los que tengo. Tengo tres Vox, un Bogner, tres Fender diferentes...

Portada de 'Back to Memphis', el último disco de la formación.
Imagen secundaria 2 - Portada de 'Back to Memphis', el último disco de la formación.

–¿Cómo encara su próximo concierto en Santander?

–El año pasado ya hicimos unos 20 conciertos y la cosa ha calentado, así que para este año tenemos previsiones de hacer muchos más. Va a ser un placer volver a Santander y poder tocar para la gente en directo, que es donde realmente transmitimos todo el potencial que llevamos dentro.

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