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Todas estas palabras morirán antes del amanecer. Esta frase da título al primer disco de Aitor Ochoa & Mad Mule ('All these words will die before the morning'). Nueva formación, nuevo trabajo. Doble estreno. Junto a Ochoa, a la guitarra y la voz, están ... David González (guitarra), Fernando Chiquito (batería y coros) y Luis Ibáñez (bajo).
El cantante, compositor, guitarrista, baterista...hombre orquesta de su propia formación, manufactura desde la letras hasta el diseño del trabajo. Principio y final de un recorrido que «a veces es un trauma».
Once canciones con las que es arriesgado comparar, pero que suenan más a americana que a pop. «¡A Jack White te aseguro que no!», matizan. Ni «a la parte chunga de Fleetwood Mac». Con este trabajo están recorriendo salas desde hace semanas. La próxima parada será el 9 de noviembre en Logroño.
Ese planteamiento al que alude el título, resume una visión del mundo del rock en el que «todo el mundo cuenta historias, ensalza opiniones y, al día siguiente, da bastante igual». Pero también es el sentimiento que se produce al escribir una canción. «Puedes pensar que es especial y después...que no sobreviva». Una sensación extrapolable casi a cualquier situación, «Menos a mi madre, que siempre tiene razón», bromea.
Entre la ristra de novedades que jalonan este álbum, está Cubex Estudios, donde han grabado con Javier F. Escudero, productor pródigo que ha regresado a Cantabria tras su etapa en Nueva York y cuyo trabajo conjunto, realizado «bastante rápido», ha sido satisfactorio, reconocen. Un disco registrado en directo en el que lo han pasado bien, aunque han llegado a mantener «alguna discusión sobre gustos musicales».
Ochoa y sus canciones son el eje de esta nueva formación, surgida tras la disolución de Soul Gestapo y con un año ya de aventura conjunta materializada en este disco. «Nos parecía más divertido empezar algo nuevo, desde cero y que fuera un poco de todos». Y a este planteamiento compartido, cabe añadir el personal: «Me gusta y necesito el sentimiento de banda», explica Ochoa. Y añade que empezó el proceso grabando canciones en casa y «aquello era interminable».
Al sello que han creado para lanzar vinilo y CD, lo han llamado Magnolia Recording. Un «merecido» homenaje a «un tipo de Ohio»; Jason Molina. «¡Me he pasado escuchándole más tiempo del que debería!», reconoce Ochoa que se considera mitómano. Un personaje «con bastante sentido del humor» que no está bastante reconocido por aquí. Su aportación al recuerdo de un ídolo que, como otros, «es mejor no conocer».
Quizá haya una guitarra más, otras voces distintas que en un concierto, pero el directo plasma lo mismo que se plantea desde el inicio. Tom Moreland o Sam Cooke son algunas de las referencias más recientes en su escucha, para la que no reniegan del uso de las nuevas tecnologías. «No pienso en ello; están ahí para usarlas».
¿Y si levantan la mirada hacia su alrededor? «Hay más salas de conciertos, más posibilidades de tocar en Cantabria y más grupos de gente joven», señala Ibáñez. Aunque Ochoa se muestra más pesimista y no entiende la visión del sector musical reducido a Cantabria «como si en Reinosa se acabara el mundo; me parece una estupidez, como músico o como encuadernador». «Tocar 80 veces aquí para que vengan a verte tu novia y tus colegas y acaben hartos, me parece de vagos». Lo suyo es moverse. Salir y buscarse las castañas por ahí, peléandose las salas. Ese es su entorno, el lugar del que vienen y que siguen eligiendo. «Aquí ha habido un montón de bandas impresionantes que no han llegado a más porque se han quedado en casa esperando a que viniera una compañía a decirles: te vamos a grabar 80 discos».
Esto no exime una realidad obvia: «Cualquiera que saque disco en España está un poco tarado, porque lo normal es que acabes perdiendo dinero». «A veces hay tanta música que no sabes ni por donde empezar a buscar y además -añade- no le puedes decir a nadie que no te gusta lo que hace o que podría mejorar de alguna manera». Los encargados de decir lo que suena son a veces más fans que profesionales, dice Ochoa. «La crítica de música ya no existe», afirma y recuerda cómo hace no tanto, según las firmas uno prestaba atención a los comentarios sobre un disco.
A partir de este razonamiento, salir a tocar es «un acto de fe», más aún desde que «hasta el último bar infecto del pueblo más pequeño de España te quiere pedir un alquiler», señala en referencia a esta nueva modalidad de cobro que practican las salas,algo habitual de unos años a esta parte. Aunque el peor sitio donde ha tocado no estaba en España, sino en Londres. Un lugar llamado 'Almacén de veneno', ocupado por «una facción extraña de punks gays polacos, que eran majísimos pero estaban muy locos», recuerda.
«En cuanto se acaba el tema de la portada tengo que pensar en otra fase que me motive», dice. Así que ahora es el momento del directo. Y mañana, ya se verá si las palabras han sobrevivido.
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