Cuando Bones of Minerva sacaron 'Blue Mountains' no pensaban que algún día responderían «no» a la pregunta de si les quedaban sábados libres en la agenda. Era 2017, y su ópera prima despertó la curiosidad de unos, y las críticas de otros: «nos encontramos con ... una especie de club en el que sientes que hay gente viendo a ver si vales para entrar».
Seis años después están cerrando fechas internacionales, se mueven en los circuitos que les interesan y apuestan por aquello en lo que han creído desde el principio: la creatividad. Para muestra, y como respuesta a esos dedos acusatorios, 'Cuna', uno de los once temas que conforman su segundo trabajo, 'Embers' (Aloud Music ft La Rubia Producciones; 2022).
Horas antes de su actuación en Miengo hablamos con Ruth O'Leary, guitarrista de la banda.
Vuelven con canciones nuevas cinco años después de su álbum debut. ¿Ha pasado más tiempo del que les hubiera gustado entre un trabajo y su siguiente?
Sí, sin duda, porque al final la pandemia nos ha quitado un par de añitos. El primero lo sacamos en 2016 y al poco de sacarlo, los siguientes dos o tres años se empezaron a encarrilar un montón de cosas para la banda; nos salían muchas oportunidades de tocar e ir a sitios, entonces decidimos priorizar el salir a tocar y aprovechar toda la ola de ese disco por encima del resto de cosas. No teníamos mucho tiempo para componer, así que de alguna manera con la pandemia pudimos parar e incluso nos vino bien —dentro de lo que cabe—. En 2020 ya habíamos compuesto algunas cosas, pero fue a raíz de la pandemia cuando pudimos centrarnos cien por cien en el nuevo disco, que grabamos en 2021 pero no salió hasta 2022. ¡Lo que puede tardar en salir un disco!
Sobre todo si lo llevas al formato vinilo.
Justo. Hubo un problema con los proveedores en un montón de sectores, y como el vinilo se ha vuelto más popular en los últimos años, las fábricas estaban muy saturadas; nos tocó esperar, aunque dentro de lo que cabe no fue tanto como podría haber sido y a día de hoy tenemos los vinilos.
Ahora le prenden fuego púrpura a las ascuas del 2020 y las traducen para bautizar este segundo álbum, 'Embers'. ¿Han dejado algún cartucho sin gastar en la creación de este álbum o han empleado toda la munición a su alcance?
Con este trabajo queríamos empujarnos a nosotras mismas creativa y técnicamente, entonces fuimos bastante exigentes y duras con las composiciones que llevábamos. Siempre es difícil ser objetivo con tu trabajo, con algo tan visceral y emocional para nosotras como es la música, pero hemos intentado hacer una criba, ver qué tema valía y cuál no, qué podíamos hacer para mejorarlo, etc. Nos esforzamos un 150% para que los temas fueran todo lo buenos que pudieran ser, sumándole además que decidimos grabar el disco en directo, tocando las cuatro a la vez en una sala —los estudios Metropol en Madrid—. Nos lo propuso nuestro productor Alex Cappa, con el que ya hicimos el primer disco, y aunque nos daba mucho vértigo nos lo tomamos como un reto.
Muchas veces las cosas más interesantes salen de ponerte retos, ¿no?
Como bien dices, hemos usado todos los cartuchos. Sí que es cierto que grabamos trece temas y en el disco solo hay once, por lo que tenemos un par de temas por ahí que quizás usemos, pero desde luego no hay nada que nos hayamos guardado para el siguiente disco.
¿Son de las que van con todos los temas preparados o de las que dejan lugar a la creatividad una vez en el estudio?
Al ser un disco en directo tienes que ir con todo preparado; tenía que ser así. Habíamos hecho bastante preproducción y grabado algunas demos, pero al grabar las cuatro a la vez tampoco tuvimos mucho margen.
Grabaron a la vez, pero no juntas.
No. Por un lado estábamos la batería, la bajista y yo, y luego la cantante fue la única que estaba en una pecera que había al lado, pero nos veíamos todas. Ella —Eustaquia— estaba en otra pecera para que la voz y la batería no se acoplaran, que era un tema complicado, pero las otras tres estábamos en la otra sala, sí. Lo llevamos todo bastante pensado aunque quizá con las voces sí que hubo más improvisación, como en 'Silence' —que es instrumental—, un tema cuya batería se compuso en el estudio. Es la única canción que salió así.
De entre todos los sonidos del álbum es ese silencio el que mejor recoge la visceralidad a la que apuntaba antes, quizá por hablar de la ausencia. ¿La música describe mejor un proceso de lo que lo hacen las propias palabras?
Yo creo que sí. Esta canción se llama 'Silence' porque habla de la muerte, de ese vacío que queda cuando perdemos a alguien. En ese tema toda la base sale de la guitarra. Fue una canción que compuse cuando mi padre enfermó de cáncer, y en cuestión de meses… Como dices, es una canción muy emocional y me alegro de que eso se transmita y se entienda. Es un tema muy difícil, y para mí ha sido de las únicas maneras de expresar todo ese dolor de una pérdida.
Fueron la primera confirmación del Costa Quebrada Fest. ¿Ser el primer nombre desvelado de un cartel conlleva una responsabilidad extra para una banda a la hora de generar interés por un evento?
Pues la verdad es que con el Costa Quebrada Fest nos pasa que al estar Oskar —Noche de Rock—, alguien que nos ha apoyado desde hace mucho tiempo, nos hace especial ilusión ir. Ser el primer nombre confirmado fue un halago enorme y quizá en ese sentido sí haya algo de presión, pero, sinceramente…
Planteárselo no entra dentro de sus planes.
No (risas). Dejar que te afecte la visión externa del resto tiene peligro, y ya somos nosotras bastante exigentes con nosotras mismas como para añadir presión adicional que no necesitamos. Intentamos ir como vamos a cualquier sitio, con las ganas de poner toda la carne en el asador y darlo todo, porque además hay un vínculo especial para nosotras con este festival. Esperamos estar a la altura, desde luego vamos con ganas de reventarlo.
¿Conocer gente comprometida con la música en circuitos más modestos es saber que siempre tienes una mano tendida?
Sí. Nosotras desde que empezamos como banda fuimos buscando qué circuitos había, qué promotores, qué radios, qué medios… Cuando encuentras a gente que trabaja como Oskar y que realmente cuida las cosas, eso le da muchísimo más valor y nos interesa estar en este tipo de cosas siempre. Empezamos trabajando con Nooirax, que es como el rey del underground madrileño, y con La Rubia. Gracias a ellos hemos entrado en contacto con mucha gente por toda la península, y a nosotras nos gusta trabajar con sitios más pequeños, sin que suene mal… El trato es muy distinto a lo que puede ser un Download o un Resu, y eso tiene mucho valor. La experiencia es otra, nosotras lo disfrutamos mucho más, y ese tipo de eventos salen de otra manera. ¡Es como cuando vas a un gaztetxe a Euskadi!
En 'Cuna' hablan de «dedos acusadores». ¿Bones of Minerva se han sentido señaladas en algún momento de su carrera?
Cuando empezábamos notábamos que había una exigencia muy distinta con nosotras que con otras bandas con las que compartíamos cartel, y sin razón realmente. Ahora ya menos, pero sí nos hemos encontrado con una especie de club en el que sientes que hay gente viendo a ver si vales para entrar, valorando si te aceptan o no. Afortunadamente hemos encontrado a las bandas y promotores que nos interesan y con los que no pasa eso; ya no está todo tan cerrado, pero es un género —el metal— en el que hay una especie de exigencia técnica, y a nosotras siempre nos ha interesado mucho más lo creativo. De hecho escuchamos mucha música distinta: mucho metal distinto, progresivo, incluso pop, y nunca hemos entrado en el «esto debería ser así, esto debería ser asá». A veces a la gente eso le choca, pero en general suele ser positivo, y eso es lo que nos llevamos al final.
Hace unos meses se hizo viral un cartel en el que una bajista de 16 años buscaba gente para montar un grupo con la pregunta «¿quieres formar parte de una banda?». Se llamaba Alba. ¿Qué le diría?
¡No conocía la historia! Le diría que busque y que no se desanime, porque son relaciones muy especiales las que se forjan en una banda y, aunque cueste encontrar a gente, merece la pena buscar y buscar. En ese sentido nosotras tuvimos la suerte. Chloe, Eustaquia y yo empezamos la banda siendo mejores amigas de toda la vida, todas tocábamos un instrumento y decidimos juntarnos a tocar música. ¿Es difícil encontrar a gente? Sí, pero bueno, esto de poner carteles en verdad siempre se ha hecho… De hecho te diría que aunque tú te muevas en un círculo en el que todos toquen algún instrumento, sigue siendo difícil encontrar a la gente adecuada con la que tocar, porque no necesariamente por eso tienes que encajar creativamente. Siempre es complicado, ¡pero siempre hay que buscar!
¿Necesitamos más Albas en cada barrio?
Por supuesto, ¡y con ganas de echarse para adelante!
Vienen de tocar en el Let's Festival junto a Toundra. ¿Les quedan sábados libres en el calendario?
No (risas). Estamos cerrando muchísimas cosas… Ya hemos anunciado una primera tanda de conciertos pero desde enero estamos cerrando bastantes más fechas. En agosto vamos al ArcTanGent en Bristol y también estamos cerrando fechas por Inglaterra, así que lo mejor que pude hacer fue disfrutar del mes que tuve libre entre enero y febrero, porque a partir de ahí está siendo un no parar.
Haciendo honor a esa agenda, este sábado hacen parada en Miengo. ¿Un motivo para acercarse al Costa Quebrada Fest?
Que va a ser un festival de la hostia. Va a haber un montón de bandas interesantes y muy variadas, y además va a ser la oportunidad de verlo en la calle, así que va a estar genial. Nosotras vamos con ganas de darlo todo.
¿Será su primera fecha del año al aire libre?
Justo estaba pensándolo ahora y diría que sí; ¡otro motivo más para acudir! Ver a gente en la calle siempre es otro rollo, así que ojalá la gente se anime, se escuche el disco y, sobre todo, se venga a vernos en directo.
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