Corre el rumor de que su nombre viene de un capítulo de los Simpsons, tienen sus domicilios repartidos a lo largo y ancho de la geografía estatal y, durante la charla, vuelven una y otra vez a la misma idea: construir cimientos y no humo, ... que traducido a la jerga musical no es otra cosa más que coger carretera, hacer escenarios y disfrutar del proceso.
La banda —King Sapo— vuelve a coger esa carretera tras la pandemia, una época a la que describen como años fantasma; lo hace con cambios en sus filas, sin Javi Planelles pero con Ramiro Unceta a la batería, y compartiendo algo con Bones of Minerva, otra de las bandas que conforman el cartel de esta regresada edición del festival: los madrileños estudios Metropol. Allí grabaron las once canciones de 'Sexo en Marte' con el productor Juan de Dios Martin.
Se presentan como una banda que actualiza el sonido puente entre los setenta y los noventa. ¿Esto cómo se hace?
En realidad es una etiqueta para que la gente te entienda, pero nosotros hacemos lo que hacemos y ya está, no pienso mucho en estas cosas… Somos muy naturales, gente que escribe canciones, las graba y ya. Simple y sencillo. ¿Es rock? Claro, con sus influencias, etc. Pero entendemos que hay que presentar una cara a la gente que te va a escuchar o a la que le intereses de alguna manera. Esta es mi sensación —la de Jesús, vocalista de King Sapo—, y si le preguntas a otro miembro de la banda igual te responde otra cosa, pero yo en concreto no pienso mucho ni en los setenta, ni en los ochenta, ni en los noventa. Se trata de hacer música, poder expresarte y poder vivir de ello.
Algo así como seguir la estela sonora de Bad Company y hacerla atractiva en tiempos de Bad Bunny. ¿De qué bandas recogen el testigo?
(Ríe). Todos tenemos influencias muy similares, bastante clásicas. Tenemos mucho de los setenta y mucho de los noventa, como comentaste antes… En los noventa éramos unos chiquillos; ahora ya no tanto. Como adolescentes nos influenciamos del sonido de aquel entonces: Pearl Jam, Nirvana, Stone Temple Pilots… Por mencionar algo, sin precisar demasiado. Todo eso nos ha influenciado y está ahí, están en nuestro ADN. Ahora sin embargo no veo una cosa que sí veía que teníamos antes: inquietud. Tú leías una entrevista con Stone Temple Pilots en la que ellos hablaban de otras bandas y te ponías a escucharlas, a ver a qué sonaban, qué decían… Había una continua búsqueda, y por eso hay muchas bandas que nos han influenciado. Podemos comparar esto con el ámbito del cine y la gente que dice que solo ve películas de terror. No, mira, hay películas buenas de acción, hay dramas buenos… Al final creo que es una cuestión de estar alerta; hay cosas que te gustan y cosas que no, y nosotros la verdad es que no nos paramos mucho a pensar en lo que no nos gusta. La vida es corta, no hay que hacer como esa gente en las redes sociales que le dedican tanto tiempo y empeño en lo que no les gusta.
Una pérdida de tiempo innecesaria.
Absolutamente. Vive y deja vivir.
¿Trasladan esa máxima al local de ensayo?
Por supuesto, aunque viviendo Andrés —guitarrista— en Cádiz, yo en Ferrol —siendo canario—, Rami en Madrid —siendo vasco—, etc, lo del local de ensayo se nos complica (risas). Pero no, nunca nos paramos demasiado en algo que no nos gusta. Somos muy naturales, y eso también lo trasladamos al directo: si te lo pasas bien, si eres real, si eres natural… conectas con gran parte del público y la cosa rueda.
Su primer trabajo tiene cinco años y ahora están presentando su segundo LP, con un EP de por medio. ¿Aprovechan bien el tiempo?
Bueno, empezamos en 2018, luego hicimos un EP al que le cogió la pandemia, que intentamos pensar que realmente no ha ocurrido y no son años perdidos, y ahora este segundo trabajo. El primer LP se llama 'Niño Gurú', después vino el EP acústico, que se da precisamente en unas circunstancias pandémicas en las que solo se podían hacer conciertos en acústico y al que le sigue una lesión en el hombro de Javi Planelles, el batería. Ahí los conciertos eran obligatoriamente en acústico porque Javi tenía que recuperarse también y no podía tocar al mismo ritmo que antes. Y ahora ya sí, por fin en 2022 presentamos el segundo LP, 'Sexo en marte'. ¡Además también estamos trabajando en más cositas! En breve las anunciaremos.
En su caso afrontan un momento de cambio: se despide Javi Planelles y se incorpora Ramiro Unceta a la batería. ¿Un cambio motivado por dicha lesión?
No, qué va, en absoluto. Él afortunadamente se recuperó de esa lesión, pero ahora tiene otros caminos, y nosotros como adultos tenemos que respetarlo. No hay ninguna desavenencia, ningún mal rollo, ningún choque musical ni personal. No ha sido como eso que se suele decir de: «por diferencias musicales y personales…»; al contrario, no hay nada de eso. Seguimos siendo amigos, seguimos en contacto y de hecho estoy loco por bajar a Madrid y tomarme una cerveza con él.
¿Cuesta ponerse en los zapatos de quien decide marchar?
Sí, y es algo que hemos hablado mucho entre nosotros, pero la realidad es que no tenemos veinte años —¡tampoco ochenta!—. Entendemos que la vida es de una manera y cada uno tiene su camino. Si tuviera veinte años igual me enfadaba con él, pero ahora ya con cuarenta y cinco que tengo ya es una cuestión de pensar que si es lo que él quiere, adelante. Ahora quiere dedicarse más a sus clases, etc, y perfecto.
Tras los cambios; adaptación. ¿Han tocado ya en directo con la nueva formación?
Todavía no hemos tocado con Rami, pero será él quien vaya ya a Cantabria. Estamos preparándonos, ensayando. Soy muy malo con las fechas, pero creo que es en marzo cuando ya estaremos tocando con él. Y por cierto, al hilo de lo de Javi, fíjate hasta qué punto hay buen rollo que él mismo nos ha dicho: «si Rami en algún momento no puede y a mi me viene bien y no tengo ningún compromiso, llámame y voy yo».
Fueron los terceros anunciados del Costa Quebrada Fest. ¿Cuándo y de qué manera les llega la propuesta de venir a Cantabria?
Pues si te soy sincero, no tengo ni idea (risas). Todo el tema de booking lo lleva Jose, el bajista. Es cierto que en su momento nos comentó cómo llegó esta propuesta, pero es que estamos a tantas cosas del grupo y cosas personales, que no te podría decir con toda seguridad cómo fue porque probablemente fallara. No me voy a atrever a decir nada en concreto, pero sí que recuerdo que hablamos de un evento que estaba muy bien.
Esta noche será al aire libre. Tendrán que escoger qué lengua púrpura encaja mejor, si la acústica o la eléctrica.
Depende de cómo nos de en el momento; siento ser demasiado pesado con esto, pero todo nos sale de manera muy natural. Esto no significa que hagamos siempre lo que nos da la gana, y sí que estructuramos un poco las cosas —ir a la buena de dios no siempre sale bien—. Supongo que tocaremos la versión eléctrica, que fue la primera; la acústica es una versión que poco a poco me ha ido gustando más porque mi padre dice que es su canción favorita de King Sapo.
Donde manda patrón, no manda marinero.
Efectivamente. ¡Me quedé flipando cuando me lo dijo! Digo: «¿esa? Bueno, pues vale» (risas). Pero sí, supongo que tal y como dices, siendo ya comienzo de primavera y al aire libre nos decantemos por lo eléctrico.
¿King Sapo es una banda que cuenta con el beneplácito del boca a boca?
Nosotros cuando empezamos a tocar juntos Andrés, Javi y yo, que veníamos de otra formación —Eldorado—, lo que queríamos era que fuera boca a boca, crear cimientos y no humo. Es decir, hacer carretera, hacer escenarios y disfrutarlo. Para eso uno tiene que estar preparado para tocar en kebabs y freidurías, y desde que tocamos en el primer kebab, la cosa ha ido creciendo y el que fue a vernos la primera vez por casualidad, la segunda vez se trajo a cuatro amigos y al primo. Lo nuestro ha sido algo del boca a boca, y es algo que me gusta porque no solo lo pienso yo. Si empiezas por construir los cimientos de algo, sientas una base, y al final eso es lo que trasciende. El que va a un concierto y le mola, ese ya va a ser un emisor tuyo y va a estar hablándole de ti a los colegas y va a estar contigo a pie de escenario, y menos mal. Me vas a disculpar por volver a lo mismo de antes, pero el que te dice «a mi me da igual gustar o no», eso es mentira. Todos queremos gustar y que nuestro mensaje, el que sea —y 'mensaje' suena como muy solemne, sin ser nosotros Cristo predicando a la montaña—. Afortunadamente tenemos gente que nos sigue y que nos hace de emisores del mensaje, que suena un poco religioso.
Esta noche estarán en Miengo. Para los que duden, ¿la vida es hoy?
Justamente eso, sí; qué bueno que lo expreses así. Antes me preguntabas por influencias y respondía con algo tan grande como la naturalidad… La vida es hoy, y King Sapo va de eso. Hay que ser felices por encima de todo, porque es nuestra responsabilidad e incluso obligación. Creo que es suficiente motivo para acercarse hoy a Miengo a vernos. Además… el grupo es una mierda, ¡pero el cantante es buenísimo!
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