«Me gusta estar en el lado de los obreros de la música»
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El músico cántabro cerrará esta noche en Escenario Santander la gira presentación de su primer trabajo en solitario, 'Ahora'«Escucha, coge las riendas, busca tu camino». Lo escribe y lo canta Fito Garmendia en su primer trabajo en solitario como hablándose a sí mismo y convenciéndose de que el momento era, precisamente, ahora. El campurriano (Reinosa, 1970) está presentando las canciones de 'Ahora' ( ... Maldito Records) sobre los escenarios; Bilbao, Madrid, Zamora han sido sus rincones secretos y hoy afronta el cierre de gira en la capital cántabra: «es una sala que no tenía en mente hacer tan pronto, pero aquí estamos». Horas antes del show, charlamos con él.
Atiende a esta conversación con un ojo puesto en el reloj; tiene clases. ¿Las imparte o las recibe?
Las dos; imparto y recibo. Yo doy clases de guitarra, solfeo y algo de piano, pero también me dan clases a mí. A veces viene algún profesor de fuera y otras veces las clases son online, sobre todo en el tema guitarras, que es bastante fácil porque me mandan los vídeos, trabajos, partituras y ejercicios y yo luego lo entrego y espero las correcciones. Luego también estudio armonía, que básicamente es hablar; me explican conceptos, los entiendo y ya. A veces recurrimos a Google Teams como soporte de las clases, pero en el tema de reproducción en tiempo real es complicado porque las plataformas no funcionan del todo bien cara a la transmisión de audio. Pero bueno, para un estudio en diferido es más o menos fácil.
-¿El oficio de músico requiere formación constante?
-Sí, siempre. La música nunca para de crecer y tú nunca paras de aprender. Te puedes estancar o seguir investigando.
-¿Cuántos alumnos tiene en clase?
Pues ahora mismo creo que unos diez, más o menos. Manejo desde adultos hasta niños pequeños; desde gente mayor que tiene inquietud por aprender cuatro acordes y cantar sus canciones, hasta niños que quieren formarse.
-Formarse, aprender. La pandemia significó aprendizaje para usted porque de ese momento nacieron las canciones que en mayo empezaban a asomar por la puerta y que ahora cobran vida sobre el escenario. ¿Qué sitio le ha dado el público, siete meses después?
-Me he encontrado un público amable que entiende la situación en la que estoy ahora de ser un guitarrista reconvertido a líder de un proyecto. Estamos empezando la casa; estamos en los cimientos, construyendo. Sé de qué va el mundo del rock y sé que esto se mueve con otros tiempos, con otras promos y con otras pausas —salvo que ya cuentes con el respaldo de los gigantes radiofónicos y televisivos— así que vamos por la fase del boca a boca, una propuesta con la que me identifico porque creo en eso de que la gente vaya a ver las cosas sin estar saturada por redes, por amistades o por promo. Me muevo mejor en eso, porque al final lo poco que vas sumando sabes que es definitivo. Esa gente que te va a ver una vez porque le ha dicho un amigo se queda, vuelve al siguiente y al siguiente, y se crea el 'seguidor' que al final te va a comprar un disco y te va a ver a un concierto, y no el producto rápido y momentáneo que durará lo que tenga que durar.
-Habla como si estuviese corriendo una carrera de fondo en la que poco o nada importa la velocidad y sí la constancia.
-Total, es que es así. Si pretendes tener una cierta carrerita y un hueco en esto para años hay que trabajar picando piedra. Hace poco leí una entrevista a Dani Martín en la que felicitaba a Fito y Fitipaldis por su bolo en San Mamés. Es gente que no se ha saltado pasos, que empezó tocando en garitos y fiestas de pueblo y ha ido pasando por todos los procesos. Esa gente es la que valora las cosas cuando al final las consigue, y solo hacen falta dos minutos para saber quién sabe de dónde viene y quién no. A mi me gusta estar en el lado de los obreros de la música y en el de los que recogen cuando siembran.
-¿Dos meses son tiempo suficiente para adaptarse a ese traje de frontman?
-No, qué va, estoy haciéndome a él e intentando asimilarlo. Estoy fijándome mucho en ciertas cosas y con Rulo tengo un referente indiscutible; sin querer ser él, te quedas con las cosas que ves y que te gustan. Entonces intento ser más calmado en las explicaciones, que me ataquen menos los nervios, saber estar y saber hablar con el público, aprender a comunicar… Creo que esto es una cosa especialmente compleja y ahora me toca a mí hacerlo. Precisamente hicimos la presentación en Reinosa y un ensayo con público en San Vicente de la Barquera un poco para eso, para ver cómo te mueves, cómo presentas y cómo vas soltándote. Siempre es mucho más fácil hacerte frontman cuando te pones en escenarios con el público a favor, pero para eso hay que llegar y sufrir, entre comillas, al público. De hecho es gracioso, porque hace poco me hice unos speechs, unos discursos, para pegar en el suelo del escenario y mirar un poco entre canción y canción… pero no funcionó. Es que no me sale. Al final todo esto va con la sensación que estés teniendo durante el concierto y lo que te salga decir.
-Le están acompañando en gira Juanma (bajo), Iván (guitarra) y Lucky (batería). ¿Cómo llega a estos 'compañeros de armas'?
-A Lucky le conozco de hace muchos años e incluso hemos tenido algunos proyectos en común: grupos de versiones, covers… Entonces empezamos a tantear a quién podíamos traer para tocar y me comentó que, si quería, le comentaba a Iván. Yo ahí dije: «joder, no sé si querrá hacer esto». Claro, él también tiene su proyecto con ADN —que por cierto es un grupo que me gusta mucho—; es un musicazo y dije: «bueno, si quiere venir yo encantado». Dijo que sí y además tengo que decir que me ha ayudado un montón en creación de arreglos y cosas para el directo. Y a Juanma llegué por mediación de los dos primeros, que le conocían. Es curioso porque yo al principio había pensado en que la bajista fuera una chica, porque el disco tiene mucho coro femenino y creo que hubiera encajado bien, pero hablando con Lucky me comentó de Juanma, que tocaba en varios proyectos. «Va a encajar muy bien contigo», me dijo. Y así fue. También me está echando un cable tremendo con redes sociales y todo lo digital, así que de lujo. Estoy muy contento con el equipo.
-Ellos son la cara más visible, pero hay más gente que está detrás de este proyecto.
-(Ríe). Es que aquí está casi todo el mundo metido. Vino Richard con el merchandising y está haciendo diseños y camisetas; tengo amigos que están de backliners, Valdo como ingeniero de sonido, que es un profesional como la copa de un pino y nos está haciendo sonar de muerte… Mucha gente me dice: «eres Fito Garmendia, tienes una carrera hecha ya», y yo les digo que sí, que ya, pero que el tener carrera no garantiza éxito después. Igual tienes algo de 'primera escucha', de generar interés para que la gente diga: «a ver qué es esto», pero esto no determina éxito. Así que o tienes amigos que estén dispuestos a venir a sumar y que tengan una manera de pensar de que el dinero ya vendrá y quieran tirar hacia adelante, o nada. Por suerte ya nos están llamando de contratación para hacer cosas en verano.
-¿A esta primera tanda de shows en directo le aguarda una segunda?
-De momento no hemos hablado para hacer nada más en salas y tengo que hablar con la oficina, que nos está haciendo un poco la gira, y tomaremos una decisión de quizá hacer tres o cuatro salitas más antes de la primavera siguiendo con este formato en el que vamos. Quizá vayamos por Vitoria, Valladolid… Y ya a partir de primavera cogeremos algunas de las cosas de las que nos están llamando para empezar a tocar al aire libre, de cara al verano.
-Hablaba antes de la presencia de voces femeninas en el disco.
-Sí, todos los coros son de Selva Barón, que es una de las dos coristas de El Drogas. Aportó mucha luz al disco, nos dio textura, voz, cariño… Le puso muchos arreglos personales a los coros, vino con sus ideas y todo sumó. En ese aspecto, el disco creció mucho. Selva nos ha dado mucho y es una pena que no pueda estar en los directos porque es muy difícil solventar sus coros.
-Con este proyecto regresa a los aforos modestos. Para alguien que conoce lo que es llenar recinto grande, ¿esto es volver a llenarse las botas de barro?
-Hay cosas en este mundillo que significan bajar al barro directo, pero es lo que toca. Tienes dos maneras de verlo: o te quedas en casa y esperas a que te llamen del Palacio de los Deportes de Santander y otros sitios, o empiezo a mover el culo para, si alguna vez llega a pasar, llegar a tocar dos noches en Escenario Santander. Con estos proyectos te toca bajar y estoy tirando con todos, igual que todos.
-¿Qué tiene Zamora que a pesar del frío también es hogar, calor, para Fito?
-Pasé cuatro años de vida allí cuando pasé por una mala época, con una separación de por medio. Fue una ciudad que fue pomada y medicina para curar heridas y volver a reinventarse uno. Allí tengo buenos amigos, conocidos, estuve pasando cuatro años por allí y de ahí que en el disco incluyera una canción que hablara de esta tierra. En el fondo es un agradecimiento a la ciudad por el cariño y la acogida que me dieron.
-¿Con qué palabra le gustaría poder definir el concierto del sábado al día siguiente?
-Satisfactorio, y poder decir: «hemos dado un buen bolo». Que la gente que vaya deje los problemas en casa y puedan disfrutar del concierto.
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