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Ha sido un cuarto siglo lleno de obstáculos, con once álbumes de estudio y cientos de conciertos. En todo este tiempo, los miembros de La Habi tación Roja han alternado, desde momentos muy duros —como el tromboembolismo pulmonar que sufrió en dos mil dieciocho su cantante—, hasta pequeños éxitos, como cuando su tema 'Indestructibles' se convirtió en un fenómeno viral en nuestro país a principios de año. Nunca han llenado grandes estadios, pero han ido acumulando una base fiel de seguidores y han acabado convirtiéndose en una de las formaciones más emblemáticas de nuestro país.
El vocalista Jorge Martí se emociona al echar la vista atrás, revela que preparan un disco doble, que está escribiendo un libro sobre su vida y señala que este domingo en el festival 'Viva la vida' de Torrelavega tocarán canciones de todas sus etapas.
- ¿Cuál es la clave para mantener un grupo vivo después de tanto tiempo?
- Tenemos una ilusión desmedida por lo que hacemos, es nuestro superpoder. Creo que aún tenemos relevancia, seguimos editando canciones que la gente abraza y esto nos hace ver que tiene sentido continuar. Además, somos más que amigos, somos hermanos. Todas las vicisitudes que hemos ido pasando nos han unido cada vez más y al final, por muy fuerte que sea un desencuentro, una discusión, hay una raíz que nos mantiene juntos.
- ¿Cuál ha sido el momento más duro de su carrera?
- Ha habido bastantes periodos difíciles. Después del disco 'Radio' (2001) se abrieron una serie de dilemas y precipicios que hicieron que el proyecto se tambaleara: seguíamos siendo jóvenes y nos iban bien las cosas, aunque no lo suficiente como para vivir bien de la música. Pero los momentos más críticos se han producido cuando alguno de los componentes ha tenido problemas de salud. Salvo el guitarrista Pau Roca, los demás hemos pasado por asuntos serios. Ahí es cuando ves que sin una de las patas todo se balancea. Cuando algo funciona, piensas que nunca se va a acabar, hasta que un día te das cuenta de que todos somos muy débiles, muy vulnerables.
- En su caso, siempre ha sido como un libro abierto y ha hecho públicos muchos detalles de su vida, como el susto que sufrió hace dos años o la dura enfermedad que tiene su mujer —Síndrome de fatiga crónica—.
- Me he abierto en canal en muchas ocasiones, desde en las letras de las canciones, que son una proyección de mi vida, hasta en el documental 'In the middle of Norway', que narra mi historia y donde me parecía importante dar visibilidad a la enfermedad que tiene mi mujer y desmitificar el glamour que se vive en el mundo de la música. Tengo sentimientos encontrados, a lo mejor preferiría no haber desvelado una serie de detalles que conté ahí, pero por otra parte me siento liberado: hay muchas personas que siempre me han preguntado cosas como por qué vivo en un pueblo de Noruega y ahora tienen la respuesta. Por si fuera poco, ahora además estoy escribiendo un libro, una autobiografía.
- La música también le ha llevado a vivir grandes momentos, ¿cuál es el concierto más especial, el que recuerda con más cariño?
- Es muy difícil quedarse con uno solo, pero ahora mismo no puedo evitar pensar en el que dimos en Madrid hace dos semanas. Por mi cabeza fueron pasando todos los momentos que he vivido sobre un escenario, es algo complicado de expresar con palabras. Tenía una emoción contenida, que no podía hacer estallar por respeto al público, que estaba sentado, reprimiéndose. Me di cuenta de que hay mucha gente a la que aún le importa lo que hacemos. Además estaba el hecho de volver a tocar, de poder ejercer de nuevo tu profesión. Fue una especie de sueño de una noche de verano.
- ¿Qué han preparado para los 'shows' que están dando estas semanas? ¿Qué le apetece tocar ahora a Jorge Martí?
- Los grupos somos bastante egoístas y muchas veces no atendemos a lo que nos piden. Somos más proclives a los cambios que el público, que tiende a ser conservador: le gusta sentirse cómodo con lo que ha conocido y abrazado, con lo que ha hecho suyo. En la búsqueda por no aburrirte, vas haciendo cambios, y lo mismo grabas algo con más sintetizadores que decides entrar al estudio sin demos ni maquetas. Vas abrazando caminos que aportan frescura, pero sin renunciar a tus virtudes. En los directos pasa un poco lo mismo. Te mueves entre el egoísmo de lo que te apetece tocar en ese momento y los fans. Creo que es importante que uno se dé el gusto de hacer lo que le apetece cada vez, pero también tienes que tener claro que los espectadores han depositado su confianza en ti y quieren que el 'show' sea especial. Al final, más que intentar complacer a todo el mundo, se trata de repartir y que de algún modo todos salgamos ganando.
- En los últimos conciertos de La Habitación Roja en los que he estado han acabado reservando un hueco para que el público haga peticiones de canciones sobre la marcha.
- Nos gusta mucho hacer ese tipo de directos. En estos tiempos en los que todo está muy medido, me encanta establecer un diálogo cercano con la gente, como si estuvieran en el sofá de su casa, o como si estuvieran conmigo en un bar, e improvisar. Acabar haciendo algo que sabes que de verdad va a ser diferente a preparar x canciones en orden y sonar siempre igual. Siempre me acordaré de un concierto de Ray Davies en Barcelona en el que iba improvisando mientras contaba la génesis de sus canciones más famosas y detalles de su vida. Me encanta cuando un concierto es libre y no prima la técnica ni la preparación, sino el momento. Me gusta que sepas cómo va a empezar algo, pero no qué va a pasar por el medio ni cómo va a acabar. Sí que en este momento vamos a intentar tocar canciones de todas las épocas. Es bonito hacer un viaje a ravés de la historia del grupo y sacar temas del baúl.
- ¿Qué discos cree que han sido los que más han marcado su carrera?
- 'Largometraje' (1999) me sigue pareciendo uno de nuestros álbumes más importantes, de la misma manera que 'Nuevos tiempos' (2005) supuso el comienzo de una nueva etapa y nos dio un empujón muy grande. Pero el trabajo que más nos ha marcado, el más celebrado, es 'Fue eléctrico' (2012), donde se encuentran nuestros dos mayores éxitos: 'Ayer' e 'Indestructibles'. Curiosamente la compañía discográfica nos reconoció tiempo después que no pensaban que fuera a funcionar y además es una obra que llegó cuando ya éramos un grupo maduro, con una larga trayectoria. 'Memoria' (2018) es nuestro último lanzamiento hasta la fecha y me parece que también tiene un nivel bastante bueno y ha funcionado muy bien. Creo que una de las claves que definen a La Habitación Roja es su fiabilidad: todo lo que hacemos tiene una media aceptable de canciones de calidad.
- ¿No se arrepiente de nada?
- Una canción que a lo mejor ahora mismo no grabaría es 'You gotta be cool', que compuse para mis hijas tratando de jugar a ser otra banda. Pero no tiene sentido rearbitrar la historia. Creo que de la misma manera que la experiencia es importante, también lo es el valor de la inmediatez, el dejarse llevar y hacer las cosas como uno las siente en cada momento. Por culpa de las redes sociales estamos perdiendo la capacidad de ser espontáneos, de decir lo que pensamos en todo momento, por el miedo al qué dirán. Si nos autocensuramos y dejamos de ser nosotros mismos, vamos a perder mucho. Nos vamos a equivocar menos, pero el valor de la vida es equivocarse y rectificar, caerse y levantarse.
- A lo largo de su trayectoria han ido publicando discos aproximadamente cada dos años. 'Memoria' salió al mercado en 2018. ¿Tendremos nuevo trabajo en breve?
- De momento hemos lanzado varias canciones sueltas y tenemos otras preparadas que creemos que valen la pena. Tenían que haber formado parte de un álbum de la banda que se ha pospuesto debido a la situación que estamos viviendo. Queremos que esos temas, junto a otros que saldrán de una futura grabación de estudio, formen parte de un disco doble que esperamos sacar el año que viene. También es verdad que, de la misma manera que la gente ha empezado a teletrabajar, ha empezado a hacer las cosas de otra manera, nosotros también hemos cambiado la forma de proceder. Hemos ido editando cosillas para que no se enfríe la relación con nuestro público, ya que no tenemos ni idea de qué va a pasar en invierno con la industria de la música, no sabemos si vamos a poder actuar en salas. La incertidumbre es muy mala para la salud.
- ¿Se imaginaba alguna vez que el proyecto seguiría siendo relevante tanto tiempo después?
- Cuando eres joven, el tiempo parece eterno y en ningún momento haces prospecciones más allá de esa semana o ese año. Se viven las cosas de otra manera y simplemente vas cumpliendo etapas. No reflexionas obre las consecuencias de algo hasta que llegan fechas clave como los diez o los veinticinco años, en los que echas la vista atrás y te sorprendes: nunca hubiera pensado que llegaríamos hasta aquí. Lo más parecido a un pelotazo que hemos vivido tuvo lugar hace unos meses, cuando el tema 'Indestructibles' formó parte de la banda sonora de la serie Élite y de repente pasó de tener cuatro millones de reproducciones en plataformas digitales a sumar más de diez. Hace unos días hablaba con un amigo y me contaba que, en un campus de verano para adolescentes al que había asistido su hija, habían hecho una fiesta, había sonado la canción y la gente se sabía la letra. Quién iba a decirme que iba a vivir cosas así.
Cuando La Habitación Roja no está de gira, su vocalista Jorge Martí vive en Molde, un pequeño municipio costero noruego de poco más de 25.000 habitantes. En ese país vivió su año de Erasmus, conoció a su mujer y madre de sus dos hijas y ha pasado los meses de confinamiento.
- Vive en Noruega desde hace ya muchos años, ¿cómo ha llevado la pandemia desde otro país?
- Estaba en España cuando las cosas empezaron a torcerse a niveles preocupantes. Cuando pude volver a mi casa, tuve que hacer una cuarentena obligatoria de dos semanas en el sótano que fue muy rara: estuve solo y me agobié bastante, escuchando la radio todo el tiempo. Era una sensación extraña, ya que pude estar con mi mujer y mis hijas, pero a la vez me sentía como un desertor que abandonaba el barco antes de hundirse, abandonando a mis padres en plena pandemia. Afortunadamente mi hermano mayor estaba con ellos. Al mismo tiempo estaba preocupado también porque mi mujer tiene una enfermedad crónica y yo tuve una embolia pulmonar de la que aún me quedan secuelas.
- ¿Ahí también se llegó a confinar a la población?
- Aquí no fue obligatorio quedarse en casa, no podías hacer reuniones y los colegios y muchas tiendas estaban cerradas, pero podías salir a dar un paseo. En Escandinavia en general fue sólo una recomendación, no una obligación, pero también es verdad que son sociedades en las que si el gobierno recomienda hacer una cosa, la gente la suele llevar a cabo. Otro detalle es que yo vivo en Molde, en un sitio pequeño en el que la gente no vive en pisos, todos vivimos en casas, apartados unos de otros. De hecho, normalmente no suelo ver a muchas personas en mi día a día, por lo que todo es más llevadero que en nuestro país, que somos muy de socializar y de bares. Pero es igualmente perturbador, es como en estas películas en las que hay una invasión de zombis y un grupo de personas se aísla en un sitio perdido. Saben que están a salvo, pero también saben que no pueden salir de ahí y que lo que está pasando cerca es muy jodido.
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