«Siempre volvemos porque este país es la base natural de nuestra gira», dice Tomaso De Mattia, 'Dema'. al preguntarle si uno vuelve a los lugares donde le han tratado bien. La banda, que está más acostumbrada de lo que le gustaría a capear la ... logística que supone viajar por toda Europa con bajo, batería, guitarra, trompeta, saxo y a veces teclados, encara este viernes la primera de las cuatro fechas que tienen cerradas en España. O lo que es lo mismo: las cuatro últimas fechas 'de club' antes de comenzar la temporada festivalera. Será mañana en la capital cántabra (Escenario Santander), junto a los locales The Birras, y todavía quedan entradas a la venta.
-Se definen como una banda antiracista y antifascista. ¿El legado de una banda perdura por sus valores o por su música?
-Si tuviera que elegir te diría que por sus valores, pero no sólo políticos, sino éticos. En una banda como la nuestra la sinergia se crea con el respeto y la amistad; el resto viene después. Me cuesta un poco definirnos, no porque no seamos antifascistas y antirracistas, que es un hecho, sino porque la sociedad actual, sea de derechas o de izquierdas, tiende a simplificar algo que en realidad siempre debería estar articulado y enriquecido con contenidos, cosa que no veo ni en el ambiente musical ni en la cultura en general. Para nosotros lo más importante como banda es nutrirnos de valores morales comunes y tratar de potenciarlos.
-La suya es una trayectoria llena de letras con conciencia de clase y ritmos festivos. ¿Ambas cosas pueden convivir en una canción sin caer en contradicción?
-Por un lado creo que sí pueden coexistir; por otro, creo que se corre el riesgo de ser incoherentes. Cuando escribo siempre trato de respetar los temas de los que hablo, porque me importan y no quiero degradarlos en el contexto de una canción frívola, así que te diría que las canciones de Talco, a pesar de estar dedicadas al movimiento y la fiesta, siempre tienen tonos menores y melodías ligeramente melancólicas. Hablar de temas delicados no puede estar fuera de lugar, siempre y cuando se hable de forma articulada y sin caer en el marketing del eslogan; eso degradaría un mensaje y siempre trato de evitarlo. A veces lo consigo y otras lo consigo un poco menos, pero lo importante es intentar darle importancia a lo que dices sabiendo lo que eres capaz de dar.
-En varias ocasiones han comentado que cuando están a punto de publicar un trabajo nuevo, se ven a sí mismos como padres que ven salir de casa a su hijo. Con todos los riesgos y miedos que eso supone. ¿La ansiedad es una compañera más en la industria?
-He escrito un álbum completo sobre ella, así que no puedo responder otra cosa que sí, lo es, para bien o para mal. La pandemia me ayudó a aceptar la ansiedad sin tratar de controlarla ni combatirla, y a pesar de que en esa época estaba pasando por un momento difícil en el que estaba tan estresado que incluso quería dejar de tocar, el parón y el confinamiento me ayudaron a reflexionar, a recuperar la pasión por lo que hago y a reabrir proyectos que había dejado de lado por el frenesí de las giras. Nuestros dos últimos álbumes, «Videogame» y «Locktown», hablan un poco de todo eso. He planteado la ansiedad no tanto como un problema individual sino como un problema que aqueja a la sociedad en la que vivimos, en la que nos educan para escapar, competir e imitar ejemplos del pasado desde que nacemos.
-Imitación frente a pensamiento crítico.
-Claro. En la escuela se considera un ejemplo a las personas que sacan mejores notas y se marginan a las que sacan peores calificaciones; el mundo del entretenimiento está plagado de talent shows en los que tienes que competir para ganar… Si el arte en sí fuera el objetivo del arte y se rechazara la competencia, quizás no estaríamos hablando de la ansiedad ni de cómo afecta a nuestra generación, quizás se valoraría más el talento de cada uno y el objetivo no sería ser alguien, sino ser uno mismo sin miedo a serlo.
-'Videogame', su álbum más reciente, llevaba preparado desde antes de la pandemia, pero salió dos años después. ¿Esa espera acrecentó más las ganas de salir a tocarlo o les ha desconectado del momento en que lo compusieron?
-Pues a pesar de que los temas que vertebran esas canciones, como el sistema musical completamente mercantilizado, el populismo o el avance de la derecha xenófoba, siguen estando de actualidad, diría que la espera nos hizo tener más ganas de presentar estas canciones en directo, porque cuando escuchamos el máster acabado por primera vez, que fue durante la pandemia, nos dimos cuenta de que quizás era uno de los álbumes que más nos gustaban de Talco y que muchas canciones eran perfectas para nuestro setlist, así que queríamos darles vida en directo.
-¿Jugaron a alguno —videojuego— para hacer más llevadero ese tiempo?
-Sí, claro. Tengo una consola con todos los juegos arcade de los ochenta y los noventa, que no recuerdo dónde la compré pero que siempre llevo de gira. Supongo que soy un boomer, (risas). Me gustan mucho los videojuegos «viejos», quizás porque pertenecen a mi adolescencia.
-¿Es más de Super Mario o de Call of Duty?
-¡Super Mario! Tengo el récord de Super Mario Land en la versión Game Boy y de vez en cuando intento terminarlo cada vez más rápido para ponerme a prueba... (risas). ¡Es de los pocos juegos en los que logré derrotar al monstruo final!
-Su gira les trae a Escenario Santander, pero no es su primera vez en Cantabria. Ya han estado en varias ocasiones en la Asociación Cultural Octubre de Torrelavega, con prácticamente todo lleno. ¿Uno vuelve a los sitios donde le tratan bien?
-Siempre volvemos porque este país es la base natural de nuestra gira. Nos gusta organizar conciertos en varios países europeos, pero evidentemente damos prioridad a los países donde nos sentimos cómodos y donde la gente nos ha adoptado con entusiasmo —correspondido—. Gracias a vosotros todavía podemos hacer lo que amamos.
-Llevan consigo un amplio instrumental; bajo, batería, guitarra, trompeta, saxo y a veces, incluso teclados. ¿Hay momentos en que la logística se les complique?
-Siempre o casi siempre. Desde las discusiones en el check-in del aeropuerto, que cambian las reglas de una semana a otra, hasta llegar a destino con la mitad de tu equipaje, o con una guitarra con el cuello roto, como me pasó a mí en 2017. Siempre es difícil a nivel logístico, pero lo conseguimos. Somos conscientes de que es el precio a pagar para poder tocar en cuantas más ciudades de Europa, por lo hacemos con muchas ganas.
-Hacen punk-rock, pero con sección de vientos. ¿Esa combinación les ha costado alguna crítica?
-Algo en las redes sociales, pero no mucho. Yo vengo del metal, el punk-rock y el hardcore, que deberían ser géneros muy abiertos pero que en realidad son los géneros más cerrados e incoherentes que conozco. Lo que pasa es que a mí, musicalmente hablando, no me gusta la forma sino el fondo. Soy consciente de los prejuicios que hay porque frecuento la escena y he visto de todo, pero para mí es suficiente con tocar lo que me gusta, sea punk, hardcore, metal, ska o folk. Trato de combinar todo lo que me gusta musicalmente. Las fronteras están hechas para odiar y a mí no me interesa odiar.
-¿Cómo plantean el show para su cita en la capital cántabra?
-Estamos tocando el setlist de la segunda mitad de la gira «Videogame», lo que se traduce más o menos en 110 minutos de concierto entre temas nuevos y los más conocidos. También incluiremos algunas canciones que no hemos tocado en mucho tiempo porque creíamos, erróneamente, que a la gente no le gustaban. Hemos visto que están funcionando muy bien y esperamos que el público de Cantabria también las aprecie; que aprecie nuestro concierto en general.
-Al día siguiente tienen cita en A Candeloria, en Lugo. ¿Cambiarán la propuesta al tratarse de un festival?
-Tendremos menos tiempo y, por lo tanto, tendremos que elegir qué canciones eliminar del setlist del día anterior. Sin embargo eso también puede ser interesante e intrigante, porque cuando tienes menos tiempo disponible intentas variar el setlist para que la gente pueda ver más tipos de conciertos y no sea siempre el mismo.
-¿Un motivo para los indecisos que aún estén pensando si ir a su concierto?
-Puede que seamos viejos, ¡pero todavía estamos fuertes y alegres! (risas). En directo nos comunicamos de manera más efectiva y la gente parece apreciarlo, esperemos que siga así.
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