Jorge Martínez, que por tiempos y experiencias es ya lobo de mar —o del bosque— en esto de la música, ha resuelto a favor de la conversación «y contestar preguntas tontas» como antesala al concierto que Ilegales ofrecerá esta noche en la capital cántabra.
¿Tan mal estamos que hasta por la vida tenemos que luchar?
Todas las especies vivas, y los humanos también, han tenido que luchar por la vida. Los problemas nos han dado forma a todos los seres vivos y, de hecho, tener problemas no es tan malo; el día que dejemos de tenerlos empezaremos a oler a nicho.
Y cuando no quedan ganas de luchar, ¿entonces qué?
Hay individuos y culturas enteras que desaparecen.
¿Sería lo mejor que podría pasarnos como especie?
Lo higiénico es mantener un alto nivel de combate en las mejores condiciones posibles. Eso es lo que ha ido dando forma a los pueblos más fuertes y lo que hace que los humanos hayamos podido conquistar nichos ecológicos para los que inicialmente no estábamos preparados. Hay seres humanos en el Desierto de Gobi y también muy cerca del polo norte.
«Me llaman raro y hasta inspiro mil temores, abatido pero erguido no me dejo derrotar», que cantaba en 'Mi vida entre las hormigas'. ¿Darse por vencido es un defecto?
(Piensa) Yo creo que sí. Hay momentos en que se dan las condiciones para elegir otro camino alternativo; si por un camino no puedes alcanzar algo, se puede buscar otra vía. Yo soy bastante cabezón, ¿eh? No se si será muy aconsejable seguir mi criterio.
Decía uno de sus autores de cabecera que es difícil encontrar soluciones a nuestros defectos como sociedad porque son consecuencia de los defectos de la propia naturaleza humana. Dicho de otra manera: que venimos mal configurados de fábrica.
Hay mucha literatura interesante; Baroja es una de nuestras referencias y le tengo especial cariño porque en esas tediosas tardes de estudio leer cosas suyas o de Valle Inclán, que era un poco más loco y me gusta mucho también, era un refugio estupendo. De hecho, cuando me veía obligado a traducir del latín por cuestiones académicas, me gustaban mucho Marcial, Juvenal, Catulo… Todos estos escritores grecolatinos. Refugiarse en toda esta información está muy bien porque le hace crecer a uno muchísimo y por un tiempo es placentero.
¿Hay más rock and roll en las letras de estos autores o en las de Ilegales?
Hay rock and roll en todo. El punk es una actitud y es muy antigua, yo diría que incluso es anterior a nosotros. No es que haya más ni menos. De alguna manera somos portadores del fuego eterno en ese sentido, como en su momento lo fueron Marcial y Juvenal, o el mismo Quevedo. Lope de Vega también tiene momentos muy punkis; su vida era muy punki, ¡tremendo Lope de Vega!
Llevan 40 años sobre los escenarios, ¿conservan la capacidad de sorprenderse?
Bueno, cada día pueden ocurrir cosas. Ese «mañana nunca se sabe» —Tomorrow Never Knows, The Beatles— perdura y funciona como amenaza, en los dos sentidos. No se sabe lo que puede pasar.
Pero sí se sabe lo que uno puede generar en otros. ¿Ilegales sorprende con sus nuevos trabajos?
(Rotundidad) Sí, porque existen muchísimas fórmulas que aún no hemos explorado. Ya desde nuestro primer disco ('Ilegales'; 1982) se decía que no teníamos un estilo; la crítica no sabía dónde meternos. Era un disco que iba en todas direcciones, en el que había estilos diferentes, y la crítica del momento estaba acostumbrada a grupos que carecían de discurso y técnica para abordar distintos tipos de textos y músicas. Tocaban la misma canción con algunas variaciones y cambiando algo la letra; Ilegales no. Ya desde el primer disco empleamos cócteles literarios y musicales diferentes, y lo hicimos sin ningún rubor para adentrarnos en la poesía pura o incluso en letras más procaces, reflejando vicios y obsesiones del autor. La música podía ser rock o podíamos contaminar ese rock con otras cosas, como Bossa Nova. De hecho hay una canción, 'La Casa del Misterio', que parece pop-rock pero en realidad son acordes que podían sonar en Bossa Nova. Con el tiempo probamos a regrabarla y tocarla en alguna ocasión. En fin, podíamos hacer cualquier estilo porque los músicos eran muy solventes. ¿Qué problema había? Que los músicos buenos tenían un comportamiento errático, y había que buscarlos entre los miembros expulsados de otras bandas precisamente por su comportamiento, que no concordaba con los cánones exigidos en el momento. Pero yo me llevo bien con toda esa clase de locos, ¡y he sobrevivido a todos los locos que he sido!
'La Casa del Misterio' fue canción y también es sello discográfico. ¿Ha conocido proyectos interesantes a raíz de fundarlo?
Sí, hay grupos noveles muy buenos. Están 'Brea', 'UHP', y gente que ni siquiera ha grabado aún siendo realmente geniales. Ahora están saliendo bandas como 'Tigre y Diamante', que tienen un tema que me gusta mucho, aunque tienen que arreglar muchos trastos para alcanzar las cotas artísticas que pretenden, pero tienen un rock muy normal y me gusta. De entre todos ellos quizá 'Brea' sean los más potentes y puede que hasta mañana se cambien de nombre porque todavía no han grabado, pero hay gente muy buena.
Cancelar un bolo también es una forma de sorprender y en Torrelavega lo hicieron por no estar en las mejores condiciones para tocar. Fue en la bolera Severino Prieto. ¿Recuerda el momento?
Desgraciadamente no. Hemos dado miles de conciertos a lo largo y ancho de este mundo. Hemos tocado en América, en España hasta la saciedad y en Torrelavega hemos tocado varias veces. De Torrelavega en concreto recuerdo que, cuando nos negábamos a salir en televisión porque nuestro contrato discográfico del momento no nos exigía tener que pasar por ahí, yo tuve una avería en el amplificador por haberlo prestado en malas manos, un AC30 de esos Vox que yo mismo arreglé. Pues bien, cuando salí a probarlo y vi que funcionaba bien, la gente de Torrelavega empezó a entrar al recinto saltando porque habían conseguido entrar, ¡no todo el mundo podía entrar a los conciertos! Siempre había tumultos y se quedaba la gente fuera. Existía un gran interés en lo que hacíamos a pesar de ser muy subterráneos y no salir nunca en la televisión. Los conciertos se convirtieron en una especie de acontecimiento.
No llenaban las páginas de 'Cultura' sino las de 'Sucesos'.
(Risas) Más bien, sí.
Están presentando un disco lleno de invitados, y solo hay un nombre de mujer entre todos ellos. ¿Cómo puede ser?
Las canciones han sido quienes han elegido a los artistas que las iban a interpretar: «esta quedaría muy bien con la voz de» o «esta quedaría muy bien con la colaboración a la guitarra de». Cogimos dieciséis canciones, la mayoría a estrenar, otras con muy poco rodaje y solo una a la que queríamos darle una nueva forma. De esa manera se ha dado forma a este disco. No hemos utilizado la forma usual, clásica y con la que se consiguen grandes rendimientos crematorios y dinerarios de coger canciones muy sonadas y escoger a los artistas más famosos para que las interpreten; a mi eso me parecía una canallada y algo carente de valor artístico. Lo que hicimos fue que las propias canciones, una vez seleccionado el repertorio, fueran quienes escogiesen a los artistas, y una de las elegidas fue Luz Casal. ¡También Dani Martín! No tenía el gusto de conocerlo y luego me cayó muy bien. Muchos fans se echaron las manos a la cabeza por lo de Dani, y sin embargo se sudó la camiseta —literalmente— en el estudio. Hay gente como Evaristo Páramos, de La Polla Records; como Kutxi Romero, Loquillo, Coque Malla, Guille y Juanma de Vetusta Morla, Luigi de León Benavente, Carlos Tarque, ¡que lo ha hecho de puta madre! Tiene un vozarrón tremendo. Incluso Andrés Calamaro y Cucho Parisi, de 'Auténticos Decadentes'. En fin, podríamos habernos dejado llevar por amiguismos y simpatías personales, pero las canciones no se dejan llevar por esas cosas, son la mejor brújula a seguir.
¿Pensó durante el proceso que alguna colaboración no procedía?
Para nada, todos encajaron perfecto. Recuerdo a Carlangas, de 'Novedades Carminha', cantando 'Vivir sin novia ni reloj' con una eficacia conmovedora. Por poner un ejemplo.
¿Este sábado se trae la Stratocaster o la Telecaster?
Tenemos una gran colección de guitarras y de instrumentos en general: baterías, teclados, guitarras… de todo. Creo que me llevaré una Strato y también una Gibson Les Paul, ¡yo qué se! Me llevaré varias guitarras, aunque no soy de estos que van exhibiendo su colección al público. Si una guitarra capta bien el clima del concierto y no se rompe una cuerda, o se empieza a desafinar, toco desde el principio hasta el final con ella, porque consigo extraerle el sonido que busco. Si cambio de guitarra es porque algo pasa con la que tengo entre manos.
¿Qué equipo técnico llevan consigo en gira?
Ahora mismo viajamos unas doce personas: cuatro músicos, dos técnicos de sonido, uno de escenario y otro de exterior, un backliner, un iluminador, un road manager que pone las visuales cuando hay que ponerlos, un conductor… Somos un montón.
Poseen un Disco de Diamante, un premio que llega al alcanzar grandes cifras de ventas. ¿Alguna vez le han importado los números?
Bueno, hubo un momento en el que nuestro discurso decía: «quiero ser millonario para olvidarme de los amigos»… No era del todo cierto, pero necesitábamos tener poder para, precisamente, poder vivir de ello y reinvertir en instrumentos. Hicimos una cosa, y yo a día de hoy no me arrepiento de esta estrategia: en el segundo disco de Ilegales limpiamos el sonido y lo adecuamos totalmente a los equipos de reproductores de la época. Llegamos a travestirnos en pop con unas canciones que son muy buenos rocks, y conseguir un público masivo. Funcionó perfectamente. A partir de ahí, una vez conseguidos los medios, continuamos por el camino que teníamos que transitar. Las canciones del segundo disco son fantásticas y las hemos revisitado en directo. Hemos ido recuperándolas en un formato más agresivo, más acorde con lo que es el rock, y vamos… ¡dan un juego tremendo!
Cuarenta años en la carretera, ¿se arrepiente de algo?
De muchísimas cosas; he tomado muchas decisiones erróneas, pero equivocarse es algo muy humano; políticos y científicos se equivocan cada día, y yo les he superado a todos. No soy de esos que dicen «volvería a hacer todo igual», a mi eso me parece una estupidez. Cuando has metido la mano en el fuego y te has quemado, volver a meterla y quedarse con un muñón con olor a churrasco no es la mejor opción a escoger.
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