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De aquella chica que buscaba hueco para cantar en el madrileño Libertad 8, a la que ahora llena espacios como el Wizink Center o agota entradas en países como Costa Rica, queda todo y poco. María de los Ángeles Rozalén, porque a la hora de ... presentarla ponemos su nombre completo aunque no haga falta, ha alcanzado el éxito haciendo lo que quiere hacer. Ella es la de las canciones que mueven y conmueven, que congrega entre su público a familias enteras para corear sus letras y no se queda impasible ante lo que la rodea, aunque, dice, está aprendiendo a morderse la lengua. Este viernes, la cantante estará en Torrelavega, dentro del festival Vive la Feria.
- Convertida en un personaje mediático gracias a su trabajo, ¿cómo lleva esta parte de la promoción?
- Bien, la verdad. Es que la parte de promoción me encanta. Cuando llevo mil entrevistas y te preguntan las mismas cosas, me cuesta más, pero me gusta hablar de las cosas que tengo que hablar y más cuando
- ¿Cuáles son las cosas de las que tiene que hablar?
- En las canciones hay muchas cosas que podemos tratar. La familia, la historia de España y de su memoria, las emociones, la exposición…
- ¿Se siente sobreexpuesta?
- A veces lo que me pasa es que no soy muy consciente del punto en el que estoy. Estas últimas semanas estoy revuelta; cada cosa que opino o publico en redes, me convierten en noticia. A lo mejor no me doy cuenta de que me miran con lupa. Me entran muchas ganas de contar muchas cosas que considero que son buenas o tengo que defender porque le doy visibilidad. Somos seres adaptables. Al principio llevaba mal que algo se hiciera viral o mediático. Siempre hay alguien que te critica, pero cuando me dicen cállate, me dan más ganas de hablar.
- A usted se la presenta como abanderada de diferentes causas. ¿Está cómoda en ese papel de defensora múltiple?
- Sí, resulta cansado ser siempre la abanderada. A veces son cosas que ni hago yo y ya te lo encasquetan. Se inventan muchas cosas que ni digo y otras que cambian. Me han hecho noticias con cosas que son inventadas y la gente se lo cree.
- Las fake news son un mal habitual hoy en día
- Me planteo qué es verdad y qué mentira de lo que a mí me llega. Todo está contado según el medio que leas, por ejemplo. A la vez te das cuenta de que nada es importante ya porque apenas dura cinco minutos. A los dos días no se acuerda de ti nadie. Lo que tengo que hacer es seguir diciendo lo que pienso con amor y respeto.
- ¿Por qué ha decidido escibir un libro en este momento de su vida?
- Hacía años que me estaban haciendo propuestas; ahora todo el mundo hace poesía. Yo no soy poeta o, más bien, lo mío no tiene que ver con la poesía de la gente que se dedica a ello. Creo que narro bien las cosas, puedo hacer prosa poética pero poesía no sé hacer. Quería escribir un libro honesto o que aportase algo. Es un diario reflexivo, repleto de cosas que he ido aprendiendo.
- ¿Entre las cosas que ha aprendido está, como afirma, darle muchas vueltas a sus palabras para no ofender a nadie al escribir?
- Acabo diciendo lo que tengo que decir pero intento hacerlo de forma amable para que quien no piense como yo, se ponga en mi lugar. Yo no me siento libre a la hora de escribir. Antes sí, ahora sé que las cosas se les pueden dar millones de vueltas. El camino es importante. más que la meta. Puedo defender la memoria histórica de una manera distinta, pero yo me digo; ¿de qué forma puedo contarte una historia que molesta tanto molestando menos? Llevándolo a lo personal. Asi alguien a lo mejor lo piensa desde mi punto de vista.
- ¿Cree que con más amabilidad en los mensajes, la realidad sería distinta?
- Por supuestísimo que sí. Lo tengo comprobado. He tenido épocas más radicales en que no podía hablar con la gente. Ahora trato de respirar antes de hablar…Todos pensamos que nuestra verdad es absoluta, que estamos en lo cierto. Hay que jugar mucho con la empatía, tratar de ser muy amable y hablar con calma. Si no, es normal que todo esté como está.
- Uno de sus conciertos más especiales fue hace un par de semanas en las Noches del Botánico con Zahara, Eva Amaral, Vega y Russian Red. ¿Se destaca más porque sigue resultando extraño ver mujeres juntas en un escenario?
- Sí, creo que tienes razón. Es noticia porque no pasaba antes. Somos menos las mujeres artistas. Russian Red lo comentó; Zahara y ella eran las únicas del panorama indie hace unos años y la gente las tenía como enfrentadas. Parecía que no se llevaban bien. Es una visión que se repite. Por suerte cada vez hay más visibilidad y más mujeres y cuando nos juntamos pasan cosas brutales. Adoro a mis compañeras y también siento cosas maravillosas cuando canto con hombres, que son más veces porque realmente, hay más. Cada vez entiendo y valoro más la sororidad.
- Para visibilizar la despoblación rural ha montado su propio festival en Letur
- Hay muchas causas sociales que apoyo y todas me tocan de una forma u otra. Me crié en un pueblo y es muy importante hacer visible el problema de la despoblación. Ahora vivo en otro pueblo de la sierra de Madrid y lo que mejor me sienta es irme al campo y abrazar un árbol. Me muero de la pena de ver que no hay ayudas, que el colegio lo van a cerrar… La calidad de vida de un pueblo y los valores que se adquieren no se adquieren en la ciudad. y además ¡no cabe más gente! Se tiene que apoyar los lugares en los que nace la materia prima. Para la zona está siendo importante esta iniciativa. Hay más turismo y las familias van sobreviviendo.
- ¿Cómo haría un resumen del camino recorrido hasta su éxito actual?
No tengo ni idea. Pienso mucho en mi funeral. En qué pasaría si me muriera mañana. Tengo solo 33 años, pero la vida que he llevado, llena de cosas bonitas e intensas, hay gente que no la ha vivido en toda la suya. Solo puedo dar gracias por todo lo bonito que me ha tocado vivir.
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