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El ciclo de Música Antigua de Santander, que comienza esta tarde en el Casyc Up (19.30 horas), crece cada edición en público, dotación y alcance. Al frente, coordinando la programación, está un enamorado del legado cultural que suponen esos sonidos pretéritos, Paulino García, guitarrista, ... docente y compositor
-¿El aumento de dotación al ciclo es un reconocimiento al programa?
-Efectivamente. A lo largo de los años siempre hemos querido tener los pies en la tierra. No ser ambiciosos en exceso, pero con una idea de crecimiento. Este año hemos podido ser un poco más alegres en la contratación de artistas y en proponer actividades que requieren mucha especialización. Espero que salgamos airosos, porque será la base para seguir creciendo.
-Respecto a la especialización, ¿a quién se dirige este ciclo?
-Nuestro público es fiel. Conocemos a quienes nos van acompañando. Nuestras actividades son siempre muy pedagógicas; intentamos que todo lo que se escucha en el ciclo, se entienda. Animamos a los intérpretes a dirigirse al público, eliminando las barreras entre las dos partes, esas liturgias del pasado. Es algo que agradecen mucho. El público no es especializado, pero por su fidelidad, van conociendo instrumentos y formas musicales del pasado y cada vez comprende más. Esa es nuestra ambición: formar al público poco a poco.
-En el entorno en el que se mueven, ¿se está realizando una labor pedagógica adecuada para ampliar el conocimiento?
-Creo que muchas veces se repiten estructuras que ya llevan muchos años y se siguen haciendo igual, pero observo que hay nuevas incorporaciones en el apartado de personas que se dedican a crear ciclos de interés que están cambiando. Es una forma de eliminar barreras y resulta edificante para el escuchante.
-El concierto inaugural parte de un concierto muy determinado, que además se presenta como un estreno.
-Pues sí, es cierto. Es un cancionero de principios del siglo XVII, lo que nos puede parecer muy aburrido, lejano, sesudo, pero... qué va. Es la música pop de la época. Los cancioneros eran colecciones que se escribían a mano, dentro de las que más gustaban entre las que estaban de moda en un palacio, en una casa importante. Eran como una playlist. Este, en concreto, que se llama de la Casanatense, ha estado en el olvido casi 300 años. Se encontró en la biblioteca romana que le da nombre y que tiene un principio muy curioso
-¿Cuál es su historia?
-Girolamo Casanata era un cardenal muy importante, de grandes posiblidades económicas, que a su muerte, en 1700, dejó una herencia fabulosa, con la indicación precisa de que se construyera esa biblioteca. Los fondos son espectaculares, tremendos. Y apareció este manuscrito con 20 canciones españolas de principios del XVII. Una música muy bonita que estuvo en el olvido hasta que en 1981 se editó, por parte del CSIC, con el musicólogo Miguel Querol al frente. Se puso al servicio público. Algunas de las canciones sí se han escuchado, porque forman parte también de otros cancioneros, pero nunca se ha escuchado en su totalidad ni se ha grabado. Este proyecto con el grupo VN engloba las dos cosas. Hoy será el estreno y posteriormente se grabará. Es por eso un estreno en tiempos modernos.
-¿Uno se tiene que meter mentalmente en el papel de tocar música que viene de siglos atrás y nunca se ha interpretado así?
-Hay que hacer una preparación tremenda. Muchas veces, cuando das forma a un programa del que ya hay grabaciones, tienes muchas referencias. Cuando no existen, eres el principio. El que está poniendo la piedra del futuro edificio y hay que asumir riesgo. Además, se trata de una música fronteriza, que está entre el renacimiento y el barroco, el pasado y el futuro. Hay que tomar decisiones importantes. La investigación y el trabajo previo llevan tiempo, pero estamos preparados para que salga estupendamente.
-En esa biblioteca, Casanata indicó que debían mostrarse al público los contenidos de forma habitual. ¿La difusión es otro de sus ejes?
-Naturalmente. No podemos obviar que este tipo de música, para la sociedad actual, no es lo que se escucha habitualmente, pero nuestra principal motivación es saber que esto es un tesoro que no debe quedar solo para disfrute de los entendidos. El público debe quitar el miedo a que algo lejano en el tiempo no conecte con ellos. Soy un firme defensor de que, cuando se explica bien, la conexión está garantizada. Y no hay nada más gratificante que poner al servicio de todo el mundo algo que habría pasado desapercibido. Toda nuestra cultura occidental es un tesoro de valor incalculable y la música forma parte de ella.
-Lamenta que ese patrimonio en ocasiones nos lo hayan puesto en valor quienes lo ven desde fuera, desde otros países.
-Sí lo he lamentado desde un punto de vista educativo e institucional. Por ejemplo, cuando tenemos un repertorio del siglo XVI, no podemos olvidar que España era entonces la primera potencia mundial. Irradiaba su cultura a todos sus dominios y sucede hoy en día con otras potencias. Nuestros compositores polifonistas eran los mejores. Tenemos un instrumento, la vihuela, la abuela de la guitarra, que era genuinamente español; solo se tocaba aquí y en los países que se iban conquistando. He lamentado que a los españoles nos enseñen los ingleses o americanos a tocar nuestros propios instrumentos. Da muestra de que hemos hecho dejación de ese patrimonio. Ha faltado el olfato para decir: lo que tenemos nosotros y nos están enseñando otros. Si los ingleses tuvieran nuestro patrimonio, nos lo meterían por las orejas de continuo.
-Defiende que la fusión entre lo culto y lo popular es algo maravilloso y ¿es también el origen de la música actual?
-La música culta no es más que una estilización de la música popular. Los flujos entre un ámbito y el otro son constantes y recíprocos. Es una tontería intentar poner trincheras, porque el feedback es importante.
-¿Qué le da usted como guitarrista el barroco?
-La música barroca me ha fascinado desde los tiempos en que tocaba guitarra clásica en el conservatorio. Tiene una pulsación rítmica alimentando todo, que es popular. Es muy fácil de escuchar, de entender, porque conecta con nuestra alma y nuestro corazón,.
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