Secciones
Servicios
Destacamos
El suyo es un recorrido por el mundo, batuta en mano, dispuesto a compartir las emociones que la música genera, enfatizando su valor y con una palabra cercana y amable. Esta tarde lo hará en el Festival Internacional de Santander (FIS), donde Thierry Fischer (1957) ... suizo nacido en Zambia, dirigirá a la Orquesta Sinfónica del Estado de Sâo Paulo, viajando por sonidos de la selva a las cumbres, pasando por la gran ciudad. Serán en la Sala Argenta. A las 20.00 horas.
-Boston, Utah, Londres, Sâo Paulo e incluso Castilla León. ¿Suena el mundo muy distinto según el lugar desde el que se toca?
-Sí, por supuesto. Es realmente fantástico que en este pequeño mundo tengamos tantas culturas diferentes. Como músicos buscamos la belleza en cada lugar. Básicamente, lo que hacemos alrededor del planeta es lo mismo, pero las reacciones de las distintas orquestas, culturas, grupos, niveles, son totalmente diferentes. Eso crea una visión sobre la diversidad de la población del planeta como algo bello que debemos preservar.
-¿Encontró también diferencias notables en los resultados de las orquestas de esos países en función de la importancia que se da a la música en el sistema educativo?
-Sí. Por ejemplo, en Reino Unido, los estudiantes suelen ser extremadamente eficientes porque no ensayan demasiado. Una vez al año solía tocar con la Orquesta de la Real Academia de Música de Londres, y ellos mismos entrenaban. Podían preparar una sinfonía en un día y tocarla al siguiente, como forma de prepararlos para la vida profesional. En Alemania lleva mucho más tiempo. Ensayan. Lo necesitan para lograr ese bonito sonido alemán. En América buscan la eficiencia y en Asia lo estético. También dedican tiempo en Sudamérica, una mezcla en Brasil... Pero sí, en general, funcionan de manera distinta y si la siguiente pregunta fuera qué método prefiero; me encantan todos.
-El pasado mes de junio se anunció que continuará al frente de la Orquesta de Castilla y León hasta la temporada 26-27. ¿Aspira a seguir ampliando su presencia internacional como ha venido haciendo hasta la fecha?
-Absolutamente. Hicimos una gran gira el año pasado, tenemos otra por Alemania este otoño, y grandes planes para 2025 y 2026.
-Se convirtió en director de la Orquestra de Sâo Paulo poco antes de que el covid parase el mundo entero. ¿Qué pensó en aquel momento?
-El covid fue un drama para todo el planeta que golpeó a todo el mundo a distintos niveles. Hubo algunos privilegiados que no se vieron afectados y muchos desgraciados que vieron su vida transformada en un mal sentido. En ellos fue en los que pensé; en quienes no tenían oportunidad de ser tratados ni volverían a tener la misma vida. Los músicos nos vimos obligados a parar nuestra actividad, por razones completamente equivocadas. Viéndolo con perspectiva, en mi caso, me sirvió para reconsiderar muchos conceptos sobre el arte y sobre el significado de la vida.
-¿Y cuáles fueron las sensaciones al volver a encontrarse con el público?
-De entrada, no pensé que sería como fue. Hice un ensayo a los seis meses, en América en septiembre del 2020. Todos con mascarilla y a distancia. Tocamos la Serenata de Cuerda de Tchaikovsky porque no podíamos tener otros instrumentos, y fue conmovedor. Todo se fue haciendo de forma gradual y cuando el público empezó a volver a los conciertos, con los aforos reducidos, se sentía a la vez conmovido y liberado por poder volver a escuchar aquellas composiciones, pero también un poco angustiado. Para mí fue un shock volver a ensayar con los músicos. Todos teníamos lágrimas en los ojos porque habíamos olvidado la sensación de estar juntos, trabajando en esos sonidos hermosos.
-Ha unido las fuerzas de sus dos orquestas para celebrar los 70 años de la Sinfónica de Sâo Paulo . ¿Será una gran fiesta?
-Sí, queremos celebrarlo de forma grandiosa con piezas enormes para las que necesitamos más de 115 músicos. Es algo especial y me siento feliz. Además, todos me conocen muy bien y cuando planteo algo no me miran como: ¿Quién es este tipo suizo? No diría que saben lo que voy a plantear, pero tampoco se sorprenden. Es algo refrescante para todos.
-Recientemente homenajeó al compositor también suizo Frank Martin ¿Qué importancia tuvo en su carrera?
-Frank Martin ha estado acompañándome toda mi vida, desde que era un adolescente. Toqué sus piezas para flauta, en las orquestas, cuando era flautista. Para mí significa la muestra más sincera de lo que la sencillez puede ofrecernos. Dirijo a menudo sus composiciones, es de Ginebra, tenemos un pasado común, aunque sea de otra época. Fundé un gran festival llamado Odisea Frank Martin, porque vamos a intentar tocar cada nota que él escribió. Una odisea es larga y compleja y más de una vez piensas que tienes que parar porque es demasiado difícil, pero al final, lo logras y cuando lo haces, no lo olvidas jamás. Empezamos en enero y terminará en octubre.
-Afirma que no hay fórmulas en el arte. ¿Cuál es la marca de su trabajo?
-No hay fórmulas, pero hay una preparación de muchísimo trabajo y disciplina para estar lo más alto posible de tus posibilidades técnicas. Tanto como director, como músico. La técnica de un director de orquesta es muy compleja, porque implica un lenguaje de todo el cuerpo. Pero no es cierto que tengamos que practicar delante de un espejo. Al menos yo no (ríe). Pero cuando te pones frente a la orquesta, tienes que definir muy claramente el concepto hacia el que quieres que de lo mejor. El sello de mi trabajo es la búsqueda de la sencillez. Dejar que la música llegue a nosotros sin tener que forzarlo.
-También dice que no hay nada como la música en directo. ¿Recuerda algún momento inolvidable marcado por ella para usted, como público?
-¡Mi vida entera! (ríe). No puedo aislar un solo concierto. Lo único que puedo decir es que nada de lo que hacemos podría ocurrir si no hubiera un público en la sala. En nuestro subconsciente, aunque no los veamos, haya veinte o 200 personas cuando nos subimos al escenario, es como una fuerza. Y si no hubiera nadie, sería un drama y nada sería igual. La música existe para ser compartida. No es un placer egoísta para tu propio disfrute.
-¿Qué le diría al público de Cantabria para que acuda hoy a ver a la Sinfónica de Sâo Paulo?
-El público de Santander no tiene idea de lo increíble que va a ser lo que disfrutará. Empezaremos con 'Uirapuru', un cuento de hadas fantástico inspirado en el Amazonas, con descripciones musicales de pájaros, el sonido de la madera, los árboles... Muy brasileño. Estoy muy contento de tocar esta pieza porque es el propio sonido de la orquesta. Después llegará 'Ameriques', representando ambas, norte y sur. Son los sonidos de ciudad para un inmigrante que llega a un nuevo lugar, y la 'Sinfonía Alpina', una pieza muy importante, un poema sinfónico, lento como la naturaleza, con sonidos rocosos, con peligros, la inmensidad del bosque, el poder del agua... Es un placer imparable, porque está muy bien escrita. Y eso sentirá también el público.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.