Fue un niño cantor y hoy en día uno de los directores de orquesta con mayor proyección internacional. Hoy y mañana dirigirá en el Palacio de Festivales a la Filarmónica de Londres que acompañará al pianista Javier Perianes en la interpretación de la integral de ... las obras de Beethoven para piano y orquesta. Juanjo Mena (Vitoria, 1955) que ha participado varias veces en el Encuentro de Música y Academia de la Fundación Albéniz y ofrecido varios conciertos en esta ciudad afirma que asistir a este concierto será una oportunidad de seguir desde la butaca la vida del compositor alemán.
–¿Cómo va a ser la integral de las obras de Beethoven que va a dirigir en Santander?
–Va a ser una oportunidad increíble para los aficionados porque es una obra cumbre que no se interpreta de forma habitual y, sobre todo, porque permite al espectador poder escuchar en un breve espacio de tiempo todo lo que fue la vida de Beethoven y su obra.
–¿Qué conciertos se van a interpretar en cada una de las jornadas?
–Por su duración sería imposible ofrecer los cinco conciertos en un día, aunque hay referentes, uno de ellos en este mismo festival en Santander. Pero nosotros hemos decidido ofrecer en la jornada de hoy el segundo, tercer y cuarto concierto y mañana el primero y el quinto.
–Empecemos con la primera de las dos jornadas. La de hoy. ¿Qué va escuchar el público?
–Hemos reunido el segundo, tercero y cuarto concierto porque, aunque lo habitual es hacer el tercero, cuarto y quinto, nos parece que estos últimos están muy relacionados y decidimos separarlos. Dentro del opus de Beethoven el cuarto concierto es muy especial. En él muestra su parte más lírica y nos parece el más idóneo para acabar esta primera jornada que empezaremos con el segundo concierto porque es el más desconocido. Muy bonito también y que nos permite mostrar la progresión del compositor con el segundo y el tercero.
–¿Y mañana?
–El concierto número 5, que tiene una gran fuerza y es el momento culmen de su obra, debe ofrecerse al público como una muestra final de la obra de Beethoven y contrasta muy bien con el primer concierto, con el que abriremos la actuación que también es bellísimo. Además, a nivel de duración están muy bien equilibrados.
–En su trayectoria ha dirigido en multitud de ocasiones estos conciertos. ¿Qué ha aprendido de ellos?
–Cada vez aprendo más cosas. Hice hace años este mismo ciclo de la integral con la Sinfónica de Bilbao, pero cuando ahora he vuelto a leer las partituras en conjunto me he dado cuenta que me faltaban muchas cosas por descubrir. Los músicos somos creadores porque la música se produce en un instante y ese instante es cambiante por lo que debemos saber reaccionar.
–Si hacemos un símil con el fútbol ¿podríamos comparar al Real Madrid, con la Filarmónica de Londres, a Ronaldo con el pianista Javier Perianes y usted con el entrenador de ese equipazo?
–Eso se lo tendrías que preguntar a Javier Perianes que es un fanático del Real Madrid y ahora está un poco triste porque el equipo está sin rumbo, pero no sé si sería una comparación acertada. La función del director de orquesta es escuchar al solista y lo que propone y no creo que en el Madrid, Zidane escuchase sólo a Ronaldo. Yo debo escuchar a la orquesta también, pero para poner todo lo que da al servicio del solista. Si seguimos con su símil, Javier Perianes sería por sí solo el Real Madrid y yo un mero sirviente que Florentino Pérez ha traído para ponerme a sus pies.
–Es muy modesto.
–Es cierto que soy un mero sirviente en este concierto pero a mí me apasiona acompañar porque recibir ideas de un solista me permite, como te decía antes, tener una capacidad de reacción. La integral que ofrecemos hoy y mañana en Santander no será la misma que hagamos dentro de unos días en la Quincena de San Sebastián y eso me apasiona. Me encanta tener la capacidad de ser creativo, de reaccionar a lo que va ocurriendo y tener la capacidad técnica y de comunicación con la orquesta para poder hacer en el momento lo que el solista nos plantea.
–¿Un concierto de este tipo es muy cansado físicamente?
–Son dos jornadas muy intensas porque hay que estar muy atento al solista, pero la ópera y otros conciertos sinfónicos son físicamente más complicados que este. Aquí el monstruo, el monumento de todo es Javier Perianes que se enfrenta en dos días a este gran reto.
–Ya lleva tiempo trabajando con la formación de Londres. ¿Que podría destacar de ella?
–Es una orquesta muy flexible. Basada en una educación musical inglesa en la que el grupo es lo primero. Se hace todo de forma conjunta lo que la hace muy homogénea y muy flexible a la vez y con un gran conocimiento de los repertorios porque está acostumbrada a interpretar varios programas por semana.
–¿No tiene ganas de establecerse en España?
–Intento seguir trabajando con orquestas españolas y darles todo lo que he aprendido. Ahora voy a estar en el Teatro de la Zarzuela haciendo música de Guridi, mi paisano, y estos últimos años he trabajado con muchas orquestas españolas e incluso con los jóvenes. No me pongo límites y sigo intentando dejar aquí todo lo que se me está enseñando fuera. Pero mi agenda está repleta de actividad cada vez con mejores orquestas y eso hace que me exija más.
–Sus inicios profesionales están relacionados con la música coral. ¿Le preocupa que el envejecimiento de las voces haga desaparecer los coros de este país?
–Lo he dicho más veces. Yo estoy aquí porque de forma desinteresada un profesor llegó un día a mi clase con una flauta y me invitó a adivinar unas notas y cantar en un coro . Por eso defiendo la importancia de un profesor que enseñe a cantar a los niños en cada escuela del país. La música y un coro son la mejor escuela de ciudadanía en una sociedad que está cambiando, que está abandonando el humanismo en la enseñanza y que si no tiene wifi se muere. Estoy convencido de que si se enseñase a cantar en las escuelas y se invirtiera en la base, muchos se animarían a probar con los instrumentos y yo soy un ejemplo.
–¿Le gustaría volver a cantar?
–He cantado mucho y al mismo tiempo he dirigido, pero no se puede hacer todo. La música orquestal es un mundo inmenso, pero los coralistas, que saben inmediatamente si el director de orquesta ha pasado primero por un coro o no, notan mi compromiso con ellos.
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