«La música es un organismo vivo, no la puedes dar por hecho nunca»
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La pianista Judith Jáuregui protagoniza el último 'Jueves clásico' en el Palacio de Festivales, acompañada del Cuarteto GerhardHa decidido tomarse su segunda mañana en Santander con «más calma». Y le sorprende «cómo está la ciudad» por la que hacía tiempo que no paseaba. La pianista Judith Jáuregui comienza un mes ilusionante. Aborda el final de la temporada, que en su sector va ... de octubre a junio, y se prepara para los festivales de verano. Estará viajando por Europa. Suiza, Francia, República Checa, Alemania o Bélgica le esperan. «Hay mucha música en mis dedos por delante», bromea. Entre las paradas previstas, hoy estará en Santander, protagonizando el último 'Jueves clásico' del Palacio de Festivales. A partir de las 19.30 horas, la sala Pereda acogerá a Jáuregui acompañada del Cuarteto Gerhard, formado por Lluis Castán Cochs y Judit Bardolet Vilaró al violín, Miquel Jordà Saún a la viola y Jesús Miralles Roger al violonchelo.
Esa rutina de viajar es una dinámica recuperada. Si bien desde julio de 2020 los teatros en España han estado abiertos, lo que considera «un privilegio para nosotros, porque hemos podido trabajar», a nivel internacional se han ido abriendo poco a poco.
Durante esos meses de parón relativo, se ha dado cuenta de «la calidad que tenemos como circuito en España -dice- La calidad de los escenarios, del público, que desde el primer momento estuvo llenando las salas y esa necesidad de nutrir el alma con la música, de compartir, de esa comunión». Aparte, como a todos, le ha servido para disfrutar de un tiempo de «introspección y marcar prioridades».
Viajar es, además de una de sus pasiones y una norma de su profesión, la oportunidad de conocer otras culturas. Culturas lejanas en las que la música representa un punto de encuentro. «Es una de las cosas más bonitas de mi trabajo; unirme a través de la emoción con gente que vive de forma muy diferente a mí en el día a día». Y aprovecha ese contacto para adentrarse en sonidos ajenos. «Es lo que te aleja de tu realidad y te da perspectiva». Con la curiosidad como vehículo.
También curiosidad para volver a obras que ya se han interpretado antes. «La música es un organismo vivo. No puedes darla por hecha nunca». Por lo que tocar obras «que ya has tocado y redescubrirlas es un reto». Lo mismo que interpretarlas con formaciones distintas. Considera la donostiarra que la música de cámara es muy democrática y humanamente tiene muchísimos valores. La tolerancia, la humildad, el respeto, menciona. «Tienes que estar abierto a descubrir y a que te descubran».
Con el Cuarteto Gherard que la acompaña en la capital cántabra, ha trabajado en anteriores ediciones. Tienen, dice, «una energía fantástica» y una visión que comparten de «ir a la esencia de una obra desde las ganas de descubrir qué trasciende más allá de las notas».
Hasta el día de hoy no se ha encontrado con historias que le hayan hecho dar un paso atrás para ponerse ante el piano, por el perfil de quien compuso las obras, en esa búsqueda de contexto. Pero sí hay piezas ante las que decide tomarse un respiro. La vida de un pianista es muy larga «o todo lo larga que pueda ser una vida» y hay repertorios para los que quiere «tener más identificación» con el mensaje con el que quizá de momento, se siente «lejana».
La vida de los pianistas es larga pero también empieza temprano. La suya, a los cinco años, cuando comenzó a dar clases. Una relación larga y constante en la que no han llegado a querer separarse la una del otro. Menciona a la campeona olímpica de taekwondo, a la que preguntaron por los sacrificios. Su respuesta fue «todo lo que elijo no es un sacrificio, porque elijo hacerlo». Jáuregui se identifica con ese planteamiento. «Ha habido momentos de dificultad. A veces necesitas darte un tiempo y durante el año hay unos días en los que necesito alejarme mental y físicamente, pero siempre vuelvo», relata con voz grave y pausada.
Los especialistas dicen que la laureada intérprete tiene algo que decir al tocar. «Intento trasladar el por qué de la obra». No es lo mismo tocar una sonata de Mozart «juvenil, fresca, donde tienes que revisitar tu infancia y ser muy espontánea», que tocar una obra del último Brahms «que se está despidiendo de la vida y escribe desde una nostalgia, una hondura, un amor…». Dos ejemplos opuestos. Ella intenta «pasar por ello, vivir a través de ello».
En la lista de compositores aparecen los Schumann. Clara y Robert, a los que ha dedicado un álbum entero; 'Die Romantische Seele'. «La suya es una de las grandes historias de amor de la música». El compositor alemán le apasiona por su hondura humana y porque es un autor que «va de un extremo a otro sin filtro, sin avisar, de la alegría al dolor, te lleva a todos los recovecos de la emoción». Fue el creador con quien aprendió solfeo y comenzó a tocar. De ahí que, en música, le considere su idioma materno.
Música que está llena de experiencias vitales. Los intérpretes tienen días malos y no vale aferrarse a lo interiorizado. La técnica por sí sola «no sirve para nada. Solo sirve para poder después contar algo y contarlo bien, hacer que se entienda». Una necesidad para un fin. Pero el mensaje, trabajado hora tras hora, se queda y encuentra la manera de construir su narración sobre blancas y negras.
Jáuregui escucha jazz, flamenco, a Bebo y El Cigala, Zenet y Zaz, los clásicos americanos como Nat King Cole, Sinatra, también el rock o el hip hop, por el ritmo, del que se declara fanática. «La música puede existir sin armonía, pero no existe sin ritmo», categoriza. El que se le resiste, de momento es el género electrónico.
Reconoce que intenta ser prudente, pero no vive con miedo al error. «Esa puede ser una de las lecciones de la pandemia. Una vida en la música también es incertidumbre». En su caso, intenta llevar ese miedo hacia lo que quiere crear, no a lo que quiere evitar. Y si mira al pasado, se reconoce en los errores cometidos. «Me equivoqué siendo yo».
Alicia de la Rocha, Rosa Sabater, Rosa Torres Pardo, Marta Argerich, María Joao Pires son grandes pianistas a las que tiene como referentes. «Mujeres que han sido grandísimas pianistas con una carrera brillante». En su caso, nunca se ha sentido desplazada por ser mujer y prefiere hablar de talento en lugar de género.
Atreverse a disfrutar de la conexión que supone la música es para ella el verdadero premio con relación al público, afirma la pianista de la que dicen que tiene una pulsación luminosa, aunque Jáuregui, humilde, prefiere traducir los sonidos a colores mientras prosigue su sólida trayectoria.
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