Probablemente hayan escuchado en más de una ocasión un clásico del refranero español: «Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana». Es justo esa cláusula de antigüedad la que carga de verdad al refranero y traslada hasta nuestros días una hipótesis que, a unmes ... de acabar este fatídico 2020, arroja algo de ilusión a nuestro futuro. También al del músico y compositor Pablo Solo, a quien la pandemia mundial le ha truncado la promo de su primer trabajo en solitario, 'Alondras', y al mismo tiempo le ha regalado la oportunidad de trabajar con John Simon en un disco que, si todo va bien, saldrá en la primavera de 2021.
- Lanzó su primer trabajo en solitario un viernes trece previo al decreto del Estado de Alarma. Si un debut no se olvida, usted con más motivo.
- (Risas). ¡Ni me había percatado de eso!. Al principio fue un jarro de agua fría terrible, sobre todo por la incertidumbre de ver que todos los conciertos que tenía se iban posponiendo y la situación no cambiaba, pero echando la vista atrás, lo recuerdo de otra manera. Sacar tu primer disco en solitario es un momento importante en tu carrera, y todo iba muy bien hasta que pasó esto. Pero como todo, cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Y así ha pasado: el disco ha funcionado bien, parece que ha gustado y se han vendido copias.
- A pesar de las restricciones, sigue presentando Alondras (2020) vía redes sociales y dando algún concierto. El último fue en Segovia. ¿Cómo está viviendo estos encuentros de aforos tan reducidos y tiempos escasos?
- Con una sensación agridulce, pero la verdad es que tengo que estar agradecido de poder dar conciertos en medio de esta situación. Hace un par de semanas estuve en Madrid con aforos reducidos, y se vendieron todas las entradas, así que me considero de los afortunados. Además, tocar solo también me facilita las gestiones.
- ¿Se ven favorecidas algunas propuestas?
- La palabra «favorecer» es complicada, porque esto no está favoreciendo a nadie. A nivel económico es una auténtica ruina porque los promotores no se pueden arriesgar a hacer cosas, y para los grupos es muy complicado moverse con la mitad del caché. Pero sí es verdad que a nivel musical podemos sacar algo positivo de todo esto, o al menos intentarlo, y en este caso es que el público ahora está sentado y atento, cuando antes quizá no era del todo así; estamos ganando en eso.
- En este disco hay espacio para el amor, el agradecimiento, el arte y los nombres propios. Parece que tenía mucho sobre lo que hablar.
- En el disco hay muchos estilos y muchas temáticas. Cuando me preguntan sobre etiquetas a mí me cuesta mucho ponerle alguna a la música que hago. Es una música que te lleva a tiempos pasados por la producción y la forma de hacer las canciones. No me considero un artista que hable solo de una cosa en concreto, al final tenemos vivencias de todo tipo y es lo que trato de plasmar en la música que hago.
- Habla de etiquetas, ¿le molesta que le llamen «hombre orquesta»?
- No, para nada. Lo de «hombre orquesta» suena a virtuoso y yo no lo soy, pero al final es lo que estoy tratando de vender. Hoy en día es difícil destacar o llamar la atención, y esta es la carta que puedo jugar. No soy el primero ni seré el último que lo hace, pero es una parte llamativa de mi propuesta que también llevo al directo, tocando la batería con los pies, tocando la guitarra mientras hago los loops... Así que no, no me molesta para nada.
- Está trabajando en un disco junto a John Simon tras haber llamado su atención con la versión de Tannenbaum que sonó en Islas de Robinson, de Radio 3. ¿Por qué decide incluir en uno de los temas un instrumento que afirma no saber tocar?
- Risas). Fue una decisión que tomé cuando Simon me mandó una base de piano y yo grabé encima una voz, una batería y un órgano... Era una canción que me sonaba a club y le pedí a Goyo Chiquito, el contrabajista que viene conmigo a veces, que me dejara el contrabajo un par de días. Y sí, es importante sumar que yo no he tocado el contrabajo en mi vida, pero cada vez que llega un instrumento nuevo a mis manos me siento como un niño pequeño en Reyes. Así que en esta canción metí un contrabajo y ha quedado bastante chulo. Es un trabajo muy divertido el mío.
- Respeto ante el instrumento jamás tocado, pero no miedo.
- Claro, al final los instrumentos están ahí para que los toquemos y disfrutemos con ellos. Hay que lanzarse a tocar lo que sea, y a pasarlo bien. No tenemos porqué demostrar nada a nadie.
- ¿Se ha acostumbrado ya a intercambiar mails con el productor de Janis Joplin y Simon & Garfunkel?
- Suena mal, pero sí que me he acostumbrado; incluso hablamos de cosas personales. Trato de no normalizarlo, pero eso a la vez me permite trabajar más tranquilo. Las primeras grabaciones que le pasé eran grabaciones hechas en sesiones maratonianas, de estar doce o catorce horas grabando para pasarle la canción lo más perfecta posible. Ahora ya es todo más relajado, le mando cosas sin darle tantas vueltas para ver qué opina, cuando al principio le mandaba una canción muy producida y muy pensada. Ahora ya hay esa confianza para ir paso a paso y que me diga qué le gusta y qué no para poder trabajar en ello, y así voy aprendiendo más. De hecho, en el último mail que me mandó me comentaba que le encantaría que la situación fuera como hace años y que hubiese presupuesto para producirlo él.
- ¿Simon está siendo su guía?
- ¡Sí, sí! Ahora mismo está haciendo de guía. Cuando salga el trabajo yo creo que la producción irá a nombre de ambos, porque realmente estoy grabando todo yo aquí, pero con sus directrices. Y sí que es verdad que él ha grabado algún piano.
- ¿Hay un 'antes' y un 'después' en su trayectoria profesional, contando The Puzzles, tras esta colaboración?
- Sí. Creo que he dado un salto como músico y estoy trabajando de manera más intensa. Todo esto ha tenido cierta repercusión, aunque tampoco la esperada porque vivimos en una época incierta, pero sí parece que ahora mismo lo que hago suscita más interés que lo que he hecho en todos mis años de carrera.
- ¿Es como tener un padrino?
- ¡Sí! El hecho de que una persona como John Simon esté trabajando conmigo, en cierto modo te avala. No quiero que suene arrogante, pero eso quiere decir que quizá puedo ofrecer algo a la música. He notado un pequeño salto al poder ir a Madrid y vender todas las entradas, al ver que me llaman desde una tienda de discos diciéndome que les lleve más copias porque se han vendido todas... Son cosas que no me han pasado hasta ahora, y supongo que tenga que ver con todo esto.
- Uno no se plantea la posibilidad de figurar en ciertas agendas a principios de año.
- (Risas). Desde luego que no. Yo siempre me he sentido músico, pero he tenido que compaginarlo con mi trabajo de maestro. Con Alondras esperaba poder tocar, vender el disco y hacer una promo normal, pero no esperaba trabajar con John Simon. La verdad es que ha superado mis expectativas, y estoy muy motivado para que esto avance muchísimo más. Esto es un primer peldaño.
- Tiene previsto lanzar dos discos el año que viene, uno sobre el trabajo mano a mano con Simon; el otro, su segundo álbum. ¿Un artista tiene que ser ambicioso para alcanzar cierto reconocimiento?
- Creo que sí, porque en la naturaleza del artista está la ambición por querer superarse. Sin embargo, el hecho de querer sacar dos discos el próximo año no es un tema de ambición. Desde el mes de abril, —y viendo que la situación no avanzaba—, me decidí a escribir un nuevo disco y empezar a grabarlo. Fue entonces cuando surgió el trabajo con John Simon. Si lo piensas es una buena forma de promocionarse, porque en solitario soy un artista novel. Hay que ver cómo evoluciona todo, pero espero aprovechar las oportunidades que me lleguen.
- ¿Cuándo veremos a la alondra presentar esos discos?
- Me gustaría poder responder, pero creo que nadie puede. Mis planes son sacar el trabajo con John Simon en primavera, lanzar el segundo álbum en otoño, y poder tocar al aire libre y con aforos reducidos. Esa es mi idea sobre el papel, pero no hago ningún plan de aquí a un mes, porque mañana cambia todo y adiós a los planes.
- Durante la pandemia hemos visto la cara más amarga del sector, con el cierre de numerosas salas de conciertos; pero también la más amable. Usted cedió Next Summer, tema que no entró en Alondras, a su actual sello (Folc Records), que la incluyó en un recopilatorio cuya recaudación ayudó a comprar material sanitario.
- Mientras estuve grabando hice veinticuatro temas, de los cuales dos salieron en un single previo, y luego en Alondras saqué catorce. Entonces tenía temas que se quedaron en el cajón. Durante la pandemia la gente de Folc me preguntó si tenía alguna canción que les pudiera ceder, y qué menos que ceder este tema si así puedes poner tu granito de arena. Todos sabemos quiénes son los que están en primera línea: el personal sanitario. Así que esto es lo mínimo que nosotros podemos hacer desde fuera.
- ¿Le hubiera gustado hacer música en época de gramófonos?
- Lo cierto es que sí. Si tuviera que trabajar en alguna época como músico y compositor, me trasladaría a los años treinta o cuarenta, con el vodevil, el cabaret... Siempre me han parecido estilos con unas melodías muy interesantes y un sonido muy bonito. De hecho, cuando hice 'Macy' estaba transportándome mentalmente a esa época, queriendo ser un compositor como Cole Porter.
- En la música, ¿'solo' o acompañado?
- (Risas). Pues mira, las dos. Por una parte, el estar solo me permite avanzar de manera más rápida y no tener horarios, porque al trabajar con gente los tiempos se dilatan más y estar 100% conectados es muy difícil; por otra, trabajar con alguien siempre te aporta nuevas visiones de lo que estás haciendo. Por eso en Alondras, a pesar de haberlo grabado todo yo, la producción la hice con Borja Juanco. Echo la vista atrás y gran parte del sonido y de lo que valora la gente en este disco tiene que ver con haber trabajado con Borja. Así que solo bien, pero acompañado siempre es enriquecedor.
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