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Metido en Moraima, su estudio, grabando y componiendo, Andrés Suárez (Ferrol, 1980) está en plena vuelta al cole. Se siente «feliz» por tener el privilegio de trabajar en lo que ama y «poder pagar las facturas con ello». Con mucho trabajo por delante, como ... destaca mientras se pregunta «¿Qué carallo le puedo pedir más a la vida?». Abrirá el ciclo La Plaza mañana, con su disco 'Viaje de ida y vuelta', en una noche en que compartirá escenario con Luz Casal.
-Tiene bien cubierta la agenda en los próximos meses. ¿Tuvo miedo de que esto no llegara a ocurrir en mucho más tiempo?
-Absolutamente, y creo que como todo el mundo. En aquellos tiempos me aferraba al humor y como decía Martita de Graná, que iba a hacer el confinamiento al revés, que no iba a entrar en casa, pues eso es lo que quiero ahora. Venimos del tiempo más angustioso, doloroso y perturbador que recuerdo, pero nos ha tocado a todos. Si algo aprendí es que no sé qué nos depara el año que viene. De momento tengo la suerte de subirme a un escenario y disfrutar cada momento. Si antes era intenso, ahora soy Walt Disney.
Mañana Luz Casal y Andrés Suárez.
Jueves 14 Miguel Poveda y María Peláe.
Viernes 15 Los Secretos y la Banda Municipal de Santander.
Sábado 16 Pastora Soler e India Martínez.
Domingo 17 Los Morancos.
Entradas En www.laplazasantander.com
-De ese tiempo ha salido un disco, del que dicen que es muy positivo. ¿Es usted un tipo triste?
-Soy un tío melancólico y por supuesto, el disco tiene melancolía. Norteño a mucha honra, más gallego que cantante y no soy precisamente reggaetonero. Como hijo de sanitario tengo miedo de perder a mi madre, pierdo a mi amigo Luis Eduardo Aute y empiezan a suceder cosas que hacen que escriba un disco derrotista. Diez canciones de muerte, despedida y soledad. Por suerte las borré. No están ni en un disco duro, sino eliminadas. No me permito rendirme y ser un llorón cuando mi madre volvía de trabajar horas y horas y me mandaba memes para que riera. ¿Si esa gente no se rinde, cómo me voy a rendir yo?
-El 'Viaje de ida y vuelta', como se titula su disco, ¿en muchos casos es una cuestión de perspectiva y ponerse en el lugar del otro?
-Absolutamente. Creo que esa solidaridad y ese pensamiento colectivo se nos fue. Hay palabras y teclas que no debemos tocar aún porque es reciente y aún tenemos la angustia, pero hay gente que ya no se acuerda de nada, cuando muchos dieron la vida por nosotros. Así que lo que quiero hacer es gritar y dar las gracias a todo el mundo y mirar hacia delante haciendo ese ejercicio de memoria.
-Parece estar en pleno proceso de ida más que de vuelta.
-(Ríe) Con respecto a la gira, acabamos de empezar, pero con respecto a este viaje que llamamos música y que antes de nacer ya estaba, mi amigo Pablo Milanés, a quien echo mucho de menos, Raphael, Serrat...esa gente me dice que está empezando. Si ellos lo dicen, ¿quién soy yo para decir que estoy de vuelta? Soy un aprendiz. Nuevos acentos, nuevas pieles, nuevos libros, nueva gastronomía... Uno no deja de nutrirse. Así que la respuesta es siempre de ida y nunca de vuelta.
-Hablando de referentes, comparte escenario en Santander con Luz Casal. ¿Qué visión tiene de su paisana?
-Toda mi admiración, mi respeto, mi amor y el honor de compartir la plaza de toros de Santander, con la gigante Luz Casal. Soy del 83 e iba al instituto con un walkman, escuchando canciones de Luz. En este país, y acudo a la autocrítica, porque me apetece decirlo y quedarme a gusto, nos estamos olvidando de los maestros. Si olvidamos a Antonio Flores, Enrique Urquijo, Antonio Vega, José Alfredo Jiménez, Serrat, Sabina o Aute, estamos absolutamente perdidos. Luz es un referente de la música nacional desde hace cuarenta años. En ese concierto, en cuanto termine, estaré sentado viendo a la jefa.
-¿A esas figuras que enumera, se las debería recordar de otra manera aparte de escucharles?
-Contesto a una pregunta con otra, como buen gallego; ¿dónde los escuchamos? Cuando era chaval, sonaba en la radio Juan Luis Guerra, Radio Futura, Nacha Pop, Los Secretos... A día de hoy, ¿dónde escuchamos una canción de los grandes referentes? No estoy en contra de lo que suena, excepto la música que degrada a la mujer, pero ¿por qué no dejar un diez por ciento de la parrilla para que un chaval de 14 años sepa quién es Aute? Somos cómplices de que se lo esté perdiendo todo.
-¿Establece una relación tan directa con sus fans porque usted lo sigue siendo?
-Por supuesto que soy fan. La gente que me escucha desde hace años y conozco a título personal, desde que éramos cinco personas en el Búho Real o La Casa del Abuelo, vienen y después nos damos un abrazo. Pero la palabra fan no me gusta. Suena a fanático, a extremo, a radicalización. Me gusta amigos, familia. Hoy en día pagar la entrada o un disco es algo complicado y quien hace ese esfuerzo se merece que yo tenga la espalda, la voz y la cabeza perfecta en el escenario, que de todo de mí y me deja la piel.
-Pregunta su también paisano Xoel López que sin las palabras qué nos queda. Usted defiende con vehemencia el cuidado del lenguaje. ¿Es un trabajo constante?
-Creo que es mi deber. Creo en la evolución, en la palabra, y que sin nutrirte no puedes crear. Debes tender a la curiosidad permanente. Lo otro es el estancamiento y la dejadez y en este oficio lo pagas extremadamente caro. No hay nada como querer evolucionar y escribir mejor. Yo lo pretendo. Cada vez debo leer más, ir al teatro, al cine, a ver una nueva banda... Porque si no te duermes y dormido no creces.
-Para terminar, otra palabra. ¿Con cuál definiría estas dos décadas de carrera?
-Qué preciosa pregunta. Creo que voluntad. Comenzó la entrevista hablando de la fortuna que es levantarte y hacer una canción para pagar las facturas. Todos estos años han sido voluntarios. Tengo la voluntad de quedarme en la música para siempre. Consciente y sabedor de que esto es un trabajo muy constante, muy difícil y al que tienes que darle tu vida. Pero esa es mi voluntad.
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