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En el cartel que anuncia los tradicionales conciertos de Villacarriedo, a la organización se le olvidó poner una cosa importante. O quizá la obvió para no parecer pretencioso. Pero los de La Pegatina no se cortan. Después de 16 años de carrera y carretera; de ... unos 1.200 conciertos -a saber quién lleva la cuenta- y 31 países visitados, el grupo liderado por Adrià Salas sabe perfectamente lo que puede dar de sí. Y para este sábado, en Las Piscinas de la localidad cántabra, prometen 'La fiesta más grande'. Ska, rumba, ritmos latinos, diversión y sobaos pasiegos. Con esa mezcla sólo puede salir algo bueno.
-La gira se llama 'La fiesta más grande'. El nombre es, cuanto menos, ambicioso…
-(Risas) Cuando estuvimos en el Wizink Center en diciembre, le pusimos al concierto 'La Fiesta más grande del año', porque es el concierto más grande que hemos hecho nunca. Fue para celebrar los quince años de la banda. Vino un montón de invitados. Dijimos, como vamos a hacer durante la gira un resumen de lo que fue ese concierto, llamarlo 'La fiesta más grande'. Ambición siempre tiene que haber, sino no puedes hacerlo mejor.
-Así que en Villacarriedo se espera algo bueno, ¿no?
-Esa es la idea. Además, en Villacarriedo tenemos algo ahí, porque fuimos hace un montón de años. Fonso -Fernández, organizador- nos cuidó súper bien y este año nos dijo: «Ese día no tenéis ningún concierto y justo estáis pasando de Navarra a Asturias. Os pilla de camino, ¿por qué no venís?». Y dijimos, «pues venga, vamos». Se cerró hace nada. Porque hay amistad, porque teníamos ganas de volver. Porque fue el primer sitio en el que tocamos en Cantabria. Hay un poco de romanticismo. Hay sitios en los que hay más gente o más ambiente, pero no te cuidan igual.
-En el Wizink Center la liaron parda, pero las fiestas de los pueblos tienen algo especial.
-Son diferentes. Cada pueblo tiene su forma de ser. Les hay con muchas tradiciones, o que hay peñas y otros que no tienen tanta cosa. En el Wizink es única y exclusivamente tu público, con lo cual todos son fans tuyos. Y luego en las fiestas o festivales atraes a gente que pasaba por allí o que iba a ver otra cosa y de repente dice: «Esto mola». Es otra forma de captar público. Son conceptos diferentes.
-Desde que se echaron 'Al Carrer' por la 'Vía Mandarina' han pasado muchas cosas.
-Un montón. Llevamos 31 países y unos 1.200 conciertos. Una barbaridad. Hemos rodado un montón, hemos aprendido más aún y creo que no hemos llegado ni a la mitad del trayecto.
-Van cumpliendo años, visitando países… Cada vez están más cerca de la introducción de su vídeo 'Muérdeme', en el que, vestidos como ancianos recuerdan un concierto en Samarkanda…
-Fue una profecía (Risas).
-Eso parece. Han llegado a Japón, a Australia, a China… ¿Cómo reacciona el público chino a la música y el show de La Pegatina?
-Estuvimos dos veces y fueron bastante diferentes. La primera fue en uno de los primeros festivales que se hacía en China. Estaban saliendo de una censura cultural muy fuerte, en la que no podía ir nadie que no fuera chino a tocar. Vernos a nosotros ahí, con el descaro que tenemos, se quedaron bastante 'en shock'. Luego, la segunda vez que fuimos, hicimos una gira por centros comerciales donde había entre 5.000 y 10.000 personas cada día, con gafas de pasta sin vidrio, para emular occidente, porque están flipando con todo lo occidental. Como todo lo occidental es lo que se encuentran en los centros comerciales, se reunían allí para aprender de lo que hacemos aquí. Aunque ya ves tú lo que hay que aprender. Eran jóvenes y alguno incluso sabía hablar inglés, que la primera vez tuvimos problemas con eso. Incluso la mímica es diferente. Comunicarse con ellos era complicado y necesitábamos un traductor en el escenario. La última vez ya fue más divertido. Tal cual empezábamos, todos y cada uno de los chinos sacaban el móvil y se ponían a grabar. Entonces, teníamos que exigir que lo bajasen y disfrutasen, porque si no, se iban a quedar una hora grabando. Tienen muchos problemas de saber disfrutar.
-Los últimos discos se titular 'Revulsiu' y 'Ahora o nunca'. ¿Un revulsivo era lo que necesitaban? ¿Ha habido algún momento de debilidad en el grupo después de tanto tiempo?
-No. Son dos formas de filosofía 'carpe diem'. 'Revulsiu' salió en un momento en el que veíamos que estábamos en una época a nivel social que necesitaba… Todo el mundo hablaba de revolución, pero nosotros pensábamos que lo que hacía falta era un revulsivo. Un Larsson, que era el jugador que salía en los últimos minutos, marcaba dos goles y ganaba el partido. Estábamos en un momento en el que estaba todo a favor, pero no había esa chispa como para decir: «Vamos a acabar de hacerlo bien. Y vamos a echar a los políticos. Y vamos a hacer las cosas diferentes». Por eso el nombre de 'Revulsiu'. Y 'Ahora o nunca', porque estamos en una época que sigue un poco la misma filosofía, que como no cambiemos ciertas cosas ahora, igual luego se nos pasa. Estamos muy bien luchando todos contra el machismo y contra la corrupción, y como te despistes un poco y no culmines el trabajo, se te va a volver en contra y al final va a ser peor. Cuando el feminismo más aprieta, más aprieta el machismo. Hagámoslo ahora o nunca. Es un arriésgate, un juégatela, porque nunca se sabe si vas a tener otra oportunidad. Además, hicimos un cambio a nivel de productor y buscamos otras cosas. Viendo como estaba funcionando nuestra música en América, buscamos un productor latinoamericano para probar cosas. Que no se nos quedase nada en el tintero por probar.
-¿Hasta cuándo le va a durar el pegamento a La Pegatina?
-Siempre he dicho que, mientras haya aventura, haya cosas por conocer y mientras podamos seguir aprendiendo, no bajemos la guardia… Si siempre hay algún reto, algo que mejorar o que aprender… Mientras haya algo que nos llame la atención, no sólo a nivel musical o profesional, sino también vitalmente, La Pegatina va a seguir. Subirnos al escenario nos flipa, pero cuando estás rodeado de gente de otras culturas, todo tiene otro sentido.
-Entre tantos países visitados, ¿qué les evoca Cantabria?
-Siempre está un poco verde para nosotros. Sentimos que ahí no nos conoce tanta gente como en el resto de lugares. Es un sitio donde parece que siempre estamos empezando. A mí, personalmente, Cantabria me recuerda a las canciones de Quique González, que vive en Villacarriedo. También a los colegas de La Fuga. Musicalmente me transporta a eso. Al Norte, a gente maja, a gente muy campechana… A un lugar en el que acabas el concierto y te podrías ir de fiesta con todos. Algo natural. (Silencio) …Y a los sobaos pasiegos (Risas).
-Componentes de diversas procedencias; canciones en varios idiomas; unos cuantos estilos musicales… ¿La riqueza está en la mezcla?
-Sí. Nos hemos juntado gente tan diferente y cuando nos ven desde fuera flipan. Cuando nos oyen hablar, vamos cambiando de idioma continuamente. En catalán, en castellano y en francés, mezclando, así que una reunión nuestra es bastante friki. Nos hemos juntado gente diferente, pero el punto de encuentro también es diferente, así que crea algo que no puede hacer nadie más, a no ser que tuviese esa misma mezcla. Eso nos enorgullece, porque hagamos la música que hagamos, de golpe se nota que somos La Pegatina. Eso es tener estilo y muy poca gente puede decir que ha encontrado un estilo, una identidad.
-Con el cambio de productor, de Marc Parrot a Rafa Arcaute, en 'Ahora o nunca' la rumba y el ska han perdido protagonismo en favor de los ritmos latinos
-Nosotros siempre componemos en rumba o ska. A partir de eso, de la materia prima, Rafa Arcaute dijo: «Vamos a buscar otras cosas. Vamos al estudio, traed todos los instrumentos que tengáis en casa y vamos a jugar». Estuvimos jugando y salieron cosas diferentes. También teníamos ganas de hacer otros ritmos y buscar más cumbia o más merengue. Probar con otras cosas que también nos gustan. Jugando salió el disco que salió.
-¿El secreto de La Pegatina es la inquietud?
-Sí. Eso y la versatilidad. Nos adaptamos a todo. Somos muy camaleónicos. Tocamos en un festival indie, en otro punky, en otro pop… Y cabemos en todos los estilos. Esa es la clave de abarcar a tanto público. La de seguir vivos, seguir entendiéndonos, es la inquietud, seguro.
-Siguen componiendo temas, pero las canciones clásicas permanecen entre las favoritas del personal.
-Obvio. Eso siempre va a ser así. La gente, cuando te conoce por un disco, ese disco es el mejor para ellos. La gente que nos conozca por 'Ahora o nunca', 'Ahora o nunca' le va a parecer mucho mejor que el resto de discos anteriores. Por eso en el concierto intentamos hacer un poco 'greatest hits', para que cada uno que nos ha conocido por un disco, tenga sus canciones favoritas ahí. Aunque estemos presentando un disco, hacemos canciones de todos los discos para que todo el mundo tenga su momento de nostalgia, de gloria, de pasarlo bien… Esa canción, que no les falte.
-Hablando de canciones míticas. Maricarmen, ¿existe o es una leyenda?
-Maricarmen existe en la mente de muchos. En sí no es nadie, pero la madre de Ovidi, el percusionista, se llama así; la madre de Sergi, el batería, también; la madre de Tomasín, nuestro amigo que tiene una canción en el primer disco, también… Había varias. En el videoclip, se llama Maricarmen la protagonista, pero fue un regalo que nos hizo el director de nuestros vídeos. Hay muchas maricármenes en nuestras vidas. Entre la gente que nacía en los 40 o los 50, uno de los nombres más utilizados de la época era Maricarmen, así que en nuestra quinta, en la que muchas madres se llaman Maricarmen, es un poco englobar a una generación.
-¿Cómo surgió la posibilidad de componer el tema 'La Venda' que llevó España a Eurovisión?
-Ya la tenía compuesta. La había hecho para el grupo. Me escribieron, que si quería enviar una canción. Y dije «mira, como hasta de aquí a un año y algo no vamos a sacar un disco, 'toma', la envío a ver qué pasa». Pensando que no iba a pasar nada, porque entendía que iban a enviar dos mil, esto no va a llegar a ningún lado… Pues ahí se prueba y luego nos la quedamos nosotros. Pero resultó que no (risas). Es una experiencia diferente que no me esperaba. Fue divertido.
-Las críticas a la canción han sido buenas, pero el resultado ha sido similar al de ediciones anteriores del festival. Un poco eso de 'jugamos como nunca y perdemos como siempre'.
-Sí, pero yo me quedo con que Miki lo hizo súper bien. Desde Rosa López no había habido tanta audiencia en la tele. Estuvo muy bien. Miki estuvo trabajando tres meses y se notó. Me gustó mucho la actuación, visto desde la tele. Estuvo guay. Todo el mundo está orgulloso y contento, pero luego el resultado… Ya sabemos cómo van estas cosas.
-¿Ha recibido alguna crítica por el hecho de ser catalán y haber escrito el tema para España?
-No. Ninguna. Nada. Cero. Eso es más una creación de los medios. Una percepción más que una realidad. Nadie me ha dicho nada. Ni a Miki tampoco. Había más críticas porque se celebrara en Israel, que yo de hecho ni fui para que nadie pensara que soy prosionista. Claro, como soy catalán, voy a escribir mal la canción para que pierda España (Risas). ¿Qué tontería es esa? Yo siempre digo que puedo estar en contra del Estado o del Gobierno español, pero no tengo nada en contra de nadie. Si seguro que me lo paso mejor tocando en Villacarriedo que en un pueblo de al lado de mi casa. Las tonterías éstas se curan viajando. La mayoría de los que dicen que España es una mierda no ha viajado por España. Y los que dicen que Cataluña es una mierda no han venido a Cataluña nunca.
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