Carlos Núñez- gaitero

«Potes será hoy el centro neurálgico de las tradiciones atlánticas, algo histórico»

Está siendo un verano «super intenso» para Carlos Núñez. Suma 35 conciertos en este periodo estival que se asoma a su despedida. Uno más se añadirá a la lista esta noche y será en Cantabria. En Potes, el gaitero gallego demostrará su maestría en el recinto ferial, a los pies de Santo Toribio, como parte del Camino Lebaniego, en plenas fiestas de La Cruz. No estará solo, pues actuará también Sharon Shannon desde Irlanda, Jon Pilatzke (The Chieftains) desde Canadá, María Sánchez desde Cataluña (voz y violín) y la Banda de Gaitas Villa de Xixón y los locales Esteban Bolado y Javier Román 'El niño', entre otros artistas.

«Va a ser algo histórico», asegura el gallego. «El concierto se basa en el espíritu de una tradición de la que el propio beato da pistas». Fue, dice, un pionero que representó costumbres muy antiguas, «iconografías atlánticas», y «nos dejó todo eso codificado para el futuro». Le encanta, afirma «que Potes esté ejerciendo de centro neurálgico de todas esas tradiciones, el cruce de todo ese mundo atlántico».

Cada uno en un punto geográfico, los músicos que se concitarán en Liébana se han servido de las nuevas tecnologías para dar forma al espectáculo. «Hemos ensayado a distancia». Y así, se ha ido produciendo una mezcla natural. La irlandesa aprende canciones cántabras y las hace suyas, como a su vez los músicos locales interpretan piezas típicas de la isla. «No va a ser el típico festival por el que van pasando grupos haciendo cada uno lo suyo, sino un equipo», insiste el gaitero.

Personas a las que Carlos Núñez conoce desde hace décadas. En el caso de Shannon, sus caminos se cruzaron cuando tenía 18 años y viajó por primera vez a Dublín para tocar con los Chieftains. «Sharon ya era una estrella en Irlanda y hoy es toda una leyenda», rememora. Al rabelista cántabro Esteban Bolado le invitó «hace años» a tocar a la catedral de Santiago «porque el rabel cántabro es la expresión viva de aquellas músicas medievales de los códices y los bajorrelieves, algo extraordinario». Juntos tocarían también en El Soplao, en una experiencia singular de sonoridad telúrica. «Cuando le cuento estas cosas a los americanos, alucinan, claro».

Conoce bien este territorio, pues son muchos los espacios donde ha hecho vibrar al público. Desde extintos festivales folk, hasta grandes eventos institucionales, como el de San Vicente de la Barquera, salas, teatros o, el año pasado, por mar, en el aniversario de Brittany Ferries al que puso banda sonora.

El estilo español

En su cabeza, en constante ebullición creativa, hay un planning permanente. Sabe dónde estará mañana, pero también dentro de tres meses y con quién compartirá escenario en cada ciudad. Una disciplina heredada de su parte clásica. «Yo tuve dos vidas paralelas; la música tradicional y el conservatorio, un mundo bastante germánico». Los músicos clásicos «planifican su vida y saben lo que van a tocar dentro de diez años, tienen estrategias de vida, algo que parece marciano con los tiempos que corren». Esa visión le aportó la disposición natural a hacer planes. Sí tiene la sensación de que «el mundo está cambiando y viene hacia lo nuestro»; esto es, más fluir y menos cuadricular. «Estamos acostumbrados a ese riesgo sobre la marcha; todos somos picassos y dalís, pero sin sistema».

Situado en lo más alto del género que practica desde hace décadas, referente de la música celta, recuerda sus inicios. Dejó la plaza de funcionario, profesor de conservatorio, con 24 años. Se lanzó al abismo. «En aquel momento éramos conscientes de que pillábamos los últimos momentos de grandeza de la industria discográfica; era impresionante lo que movía la música». El artista era en ese ecosistema, una especie de «ente flotante en su arte, rodeado de gente que pensaba». Pero Núñez, procedente de la música tradicional, tuvo que trabajarse «ladrillo a ladrillo» su carrera. Al final, el mundo «se ha ido hacia sistemas artesanales donde cada uno se lo cocina todo, en una microeconomía». Más que versatilidad, en muchos casos es precariedad, lamenta. Y, hablando siempre en plural, afirma: «Creo que tomamos la decisión adecuada de no asentarnos en lo establecido, sino ir creando nuestro propio sistema, hasta el día de hoy».

Valentía y personalidad

Se sienten, en cierto modo, fuera de la ruleta de festivales y convocatorias estándar, funcionando a su ritmo, basculando en torno a un proyecto personal que también es «duro y arriesgado». Cuando la moda pasa, «la gente se queda huérfana, por eso es importante ser valientes y no solo copiar lo que parece correcto», dice el artista, al que le fascinan los músicos «que inventaban cosas», como los Beatles. «Mi grupo está lleno de trucos». Por ejemplo; la guitarra se convierte en bajo. Una gira llevó a Japón a solo cuatro miembros del equipo, sin bajista y aprendieron una alternativa. «Esas cosas te hacen más fuerte a la larga».

El diálogo con Núñez, salpicado de expresiones en inglés y francés, está trufado de referencias históricas y culturales de distintas épocas y disciplinas. Es curioso e investiga sobre todos los caminos que se cruzan con el suyo. «A veces es hasta un esfuerzo físico, visitar los lugares donde giras, conocer a los especialistas». Para él, «el concierto de Potes no termina hoy –ejemplifica–porque todas estas vivencias se las contaré después a otros». Considera que su papel será el de «druida para hacer que todos los invitados brillen y puedan expresar su mensaje». Un mensaje que continuará su viaje desde el centro del valle cántabro, hasta rincones del mundo donde «seguirá vivo».

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