Secciones
Servicios
Destacamos
«La cultura necesita de todo menos de inmediatez y ese el gran problema que tenemos porque hoy en día todo se quiere de forma inmediata». Posiblemente por eso, el pianista santanderino Luis Aracama se sintió fascinado por las obras que Federico Mompou compuso inspirado ... por los versos de San Juan de la Cruz, unas partituras en las que el cántabro estuvo trabajando tres años, que materializó en un disco que se grabó en el Palacio de Festivales y que esta tarde interpretará en Santander, en un concierto que tendrá lugar en el Casyc a las 20.00 horas, dentro del ciclo organizado por la Asociación de Música Antigua de Cantabria. El disco, que lleva por título 'Música callada. Federico Mompou' ya fue presentado oficialmente a finales de 2018 en la sede de la Sociedad General de Autores de Madrid (SGAE).
«Empecé a estudiar la Música Callada durante unas vacaciones de verano en Santander y poco a poco me fui enganchando», explica el pianista. Cuando acabó ese periodo de estudio decidió reposar todas esas composiciones para dedicarse a otros proyectos discográficos. Finalmente retomó la música de Mompou y con ella grabó ese CD durante tres jordanas maratonianas en la sala Pereda. «Ha sido un proyecto con varias fases. La primera, la del estudio ha sido para mí fantástica. Cada día descubría cosas nuevas. Empecé a estudiarlo sin pretensiones, simplemente porque era una música que conocía y como mucho me planteaba tocar algún número suelto. Pero, como te decía antes, me enganché. El proceso de grabación fue más complejo. La obra se compone de sesenta y cinco o setenta minutos de una música muy especial porque está inspirada en el 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz y por lo tanto es una música muy íntima que surge del silencio. Es por esto que va dirigida a un público algo entendido», explica.
En total, la obra, que se interpretará íntegramente en el concierto de esta tarde tras unas palabras de introducción del propio Aracama, se compone de 28 micropiezas «que son como 28 pequeños poemas o haikus y que componen un universo místico y sonoro». Y es que, tal y como señala, la música de Mompou tiene la misma magia que los versos del poeta. «Él decía que en el silencio que se produce entre dos notas es donde verdaderamente está toda la magia. Y eso es algo que también pasa en la poesía. Cuando leemos en voz alta no leemos igual un poema que un ensayo o una novela. Esa pausa que hay entre cada una de las palabras se puede asociar con lo que decía Mompou de las notas musicales. Estamos hablando de piezas muy pequeñitas en cuanto a la duración, pero con muy pocas notas también».
Aracama, que desde 2004 es profesor del conservatorio Jesús de Monasterio de Santander en la actualidad está con una comisión de servicios y trabaja en Madrid como asesor en el Ministerio de Educación donde trabaja con temas relacionados con planificación y ordenación académica en la rama de música y artes escénicas. Considerado como uno de los mejores pianistas españoles de su generación, con una gran trayectoria como concertista, continúa trabajando también con el Trío Krom formado en el año 2013. «Unas veces puedo y otras no, pero en cuanto surge la posibilidad y estoy disponible allí estoy».
Se le pregunta que está pasando con la música clásica en este país ya que la mayor parte de la población no ha asistido a ningún concierto y tras un largo suspiro responde que «desde luego no es por el precio. No es por falta oferta ni por escasez de calidad en los programas». ¿Por qué no va entonces? «Es una cuestión cultural española a la que tristemente veo difícil solución, pero no encuentro una respuesta a esta pregunta. Es verdad que en general no hay una gran cultura musical, como tampoco se lee lo que se debiera o se va tanto a los museos. Creo que en la raíz de todo esto está que los jóvenes cada vez más demandan inmediatez. Y ese el gran problema de hoy en día», reitera.
Con una amplia formación musical, Aracama también ha sido laureado con numerosos premios internacionales. Nunca se ha arrepentido de haber elegido el piano como instrumento para hacerse oír, pese a que cuando comenzó a estudiar en Santander «apenas había muchos otros para elegir». Reconoce eso sí que el piano es el instrumento que más «adora» y se ríe, con un punto de orgullo, cuando se le recuerda que su hijo que con 12 años entró en la Escuela de Música Reina Sofía, en cambio es un destacado intérprete de violonchelo. «Tengo que confesar que la decisión fue mía. Creo que el chello es lo más parecido a llevar la voz humana a un instrumento».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.