Santero y Los Muchachos
«Una ranchera o un bolero siempre nos van a remover, pero somos una banda de rock»Secciones
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Santero y Los Muchachos
«Una ranchera o un bolero siempre nos van a remover, pero somos una banda de rock»Defender un estilo a tumba abierta. Uno que no está de moda y comprometerse con lograr un espacio propio. Santero y Los Muchachos están «muy arriba» como dice su cantante principal, Miguel Ángel Escrivá, en eléctrico y presentando singles de esa nueva etapa. Canciones nuevas ... que sonarán esta noche en la Sala Sümmum (20.00 horas)
–¿Con qué sensaciones han vuelto de México?
–Es un pasado cercano, porque ya hemos empezado la gira en España, pero la energía nos queda. Ha sido una experiencia que necesitábamos llevar a cabo. Muchos artistas lo dejan para cuando están muy consolidados, pero nosotros vimos que había tal calorcillo desde allí que quisimos ir a despejar la duda y vivir ese momento. Hicimos dos días en el Foro Tejedor y fue fabuloso.
–Llevar el rock reposado al país del tequila reposado tiene todo el sentido.
–Así es. De alguna manera, la denominación de origen está allí. Le pusimos la etiqueta pero no es un estilo que hayamos inventado. Hay gente que ha hecho rock acelerado con más decibelios y de repente decide meter más melodías. De ahí nos surgió la expresión que los mexicanos usan para el ungüento maravilloso que es el tequila.
–Es interesante la palabra que ha utilizado para definir ese periplo; lo necesitaban.
–Necesitábamos despejar o vivir lo que sentíamos desde aquí, la vibra que nos llegaba y nos hemos dado cuenta de que lo malo de lo bueno es que nos va a tocar volver. Hemos plantado una semilla que tenemos que regar. Digo malo porque hay que alternarlo con lo que hacemos aquí y sigue suponiendo un riesgo, porque hay que pelear mucho, pero es una pelea agradable.
–'Día de muertos', tiene mucho que ver con esa iconografía y con ritmos más latinos con influencias menos habituales.
–Sí, a nosotros nos atrae mucho. Quizá a los ingleses no les hace gracia como el resto profanan su idioma haciendo mezclas, pero el tex mex y todos los grupos chicanos que han jugado con esa dualidad de identidad nos resultan atractivos. Lo hace Cake, lo hace Willie Deville y nos hace mucha gracia. Conjugan bien la parte musical más anglo, que quizá venga del blues más añejo, pero de repente nos llevan a casa con guiños latinos y nos hace sentir bien. Esa es nuestra escuela. Una ranchera o un bolero siempre nos va a remover por dentro, pero somos una banda de rock y tenemos que atender a quienes han jugado con esto antes.
–Afirman que están en modo eléctrico y no lo quieren cambiar por nada. ¿Es buena conductora de energía?
–Lo más bonito de esta profesión, a diferencia de un trabajo más común y repetitivo, es que tiene diferentes momentos, cada uno con su cosa buena. Venimos de hacer una gira trío el año pasado y ahora estamos on fire con la full band, con toda la artillería y disfrutándolo a tope. Nos costó mucho visitar escenarios grandes porque no teníamos el empuje suficiente y creo que ahora hemos dado con la tecla adecuada para tener un repertorio que se mantiene muy arriba. Los cinco nos bastamos y en ocasiones llevamos vientos y ya es la locura.
–También señalan que hay que alimentar al público. ¿Es un animal voraz?
–Sí. Con la cantidad de público que nos sigue, si no estuviéramos preparados, nos engullirían, porque nos ha pasado. Que hay unas expectativas altas y con un disco como otros previos podíamos no estar a la altura. Por eso decidimos desnudarnos y convertirlo a trío, ser más consecuentes con esa situación, hacer conciertos más pequeños. Ahora ya estamos para dar de comer y beber a todo el que venga.
–¿La mejor manera de protegerse es pues quitarse capas?
–Sí, fíjate, es que es antinatural. Hace poco Leiva contaba lo mismo en una entrevista. La necesidad que tenemos de aparentar que sonamos a lo que hemos grabado y no nos damos cuenta de que a lo mejor la gente no es lo que quiere ver, que prefiere algo más propio de tu momento. No le llamaría humildad, pero quizá si normalizar o rebajar un poco esa apariencia en un escenario. La gente comulga y te concede más derechos que si vas con toda la opulencia, cuando te miran más de perfil. El acústico es la playa nudista del músico, donde se ven las verdades.
–Tiene previsto sacar otros tres singles más hasta febrero, después de venir de un disco doble. ¿A qué responde esta idea de dar un paso distinto?
–A eso precisamente, a dar un paso distinto. Después del vómito del disco doble, que fue algo natural, porque había repertorio, veníamos del confinamiento, teníamos en la cabeza esta cosa de por donde queríamos ir después de 'Ventura' y 'Río florido', con más grandilocuencia, sonido más grande, grabado en aquel palacete del siglo XVII decíamos, ¿ahora qué? Nos dimos cuenta de que había canciones de los dos palos y decidimos verterlo ahí. En las listas de Spotify no, pero cuando tienes el disco doble en las manos, el más pequeño y el más sofisticado, entiendes que quisierámos mostrar esa dualidad. De ahí también el nombre de 'Royal cantina'. No queríamos entrar otra vez en el túnel de presión de grabar durante dos años, decidimos renovarnos con más ligereza. Hacía veinte años del aniversario de la canción del 'Día de los muertos', que grabamos con La Pulquería en 2023 y le hicimos el homenaje cambiando algunas cosas. Como digo: no escuchéis tanto el último disco que nos vais a coger tirria (ríe) ¡Hay que renovarse!
–¿Le pasa como oyente?
–Que buena pregunta después de lo que acabo de decir. No soy muy de escuchar una canción mucho. Quizá sí la misma banda durante un tiempo, pero un disco todo el rato, hace mucho que no lo hago.
–Sacaron un tema con Remez, mientras estaba en el frente en la guerra de Ucrania. ¿Qué buscaban?
–La historia es que seguíamos a este hombre de apariencia rockabilly, nos gustaba su destreza vocal y, de repente, dejamos de saber de él. Volvimos a verlo con traje militar, sumido en la guerra que todavía y lamentablemente mantiene Rusia contra Ucrania. A pesar de todo, sacó un tema con la guitarra acústica, le animamos y nos pidió una colaboración y lo uno llevó a lo otro. Para nosotros, como experiencia fue amarga y agradable. Aquí uno puede quejarse de que los días sean aburridos, pero en otro lado del planeta estallan bombas y alguien se siente afortunado por estar vivo. Puedes llenar plazas enormes, pero esto fue inigualable.
-Para terminar y resumir; ¿en qué punto dirían que están ahora mismo?
-Mirando hacia arriba. Estamos escalando. Podemos mirar hacia atrás. Justo ahora veía un vídeo de hace tres o cuatro años en un concierto, donde ya se veía buen ambiente. A veces se nos olvida todo lo que hemos ido consiguiendo, que no es poco, pero creo que es el mal de esta profesión y también lo que nos tira a seguir trabajando; querer llegar a más gente, que vean y entiendan lo que hacemos. Después ya que decidan, pero hay quien no nos conoce, que comulga con sonidos de toda la vida y creemos necesario que, pese a que los medios están ocupados en cosas más actuales, deben saber que existimos.
-Para subir montañas hace falta una buena cordada, un buen equipo para llegar seguros a la cima. ¿Lo tienen?
-Ahora estamos en un momentazo, porque la gente no lo sabe, pero contamos con unos amigos, equipo técnico que nos dan toda la solvencia para que la artillería en el escenario sea otra. Ahí sí que te digo que estamos en un momento maravilloso. No sé a dónde llegaremos pero lo estamos disfrutando un montón.
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