Busquen 'táper' en la Real Academia Española y encontrarán una definición errónea. Los Tupper (Santander, 1995) son, además de un bálsamo gastronómico para universitarios, una banda con origen en las montañas cántabras y vascas que cayó en el infortunio de celebrar sus bodas de plata ... en un año que nos arrebató las bodas, y la plata. Pero no la música.
Meses después este cuarteto de letras anglosajonas está presentando su último trabajo, 'Silver Wedding' (Sunthunder Records, 2020), uno de los discos destacados por 'El Sótano' de Radio 3 con el que hacen un guiño a Bowie o Los Stones y con el que celebran sus veinticinco años de trayectoria. Pasamos lista a su proceso creativo con Raúl Real, bajo y voz de la formación.
- ¿Una grabación exprés, la de este disco?
- Sí, totalmente. Registramos las bases rítmicas en un día y medio. Nosotros siempre cuidamos bastante los detalles y vamos metiendo arreglos, voces, coros y demás, pero la base la grabamos más rápido que nunca. De hecho el estudio donde nosotros solíamos grabar, el Drive Division Studio de Álex Pis, se inundó. Fue todo un cúmulo de circunstancias extrañas. La solución fue registrarlo todo en Cubex Studio con Álex de ingeniero.
- Los discos que salgan en 2021 tendrán en común la catarsis de no haber podido ser presentados en sociedad un año antes. Con todo lo que eso conlleva.
- Sin duda. Nosotros, que no vivimos todos en Cantabria, no hemos podido ensayar hasta que no se han abierto fronteras y es ahora cuando estamos retomando los ensayos mientras que otros grupos ya están retomando el directo. ¿Qué ocurre? Que el disco ha salido hace casi un año, entonces por frescura y por salud mental nos hemos dedicado a componer canciones nuevas, con seis o siete ya prácticamente terminadas. Podríamos grabar otro disco en unos meses y así presentar dos (risas). El 2020 íbamos a celebrar el veinticinco aniversario de la banda desde que comenzamos como Tupperguarros, de ahí que jugáramos con la tarta de la portada. Por suerte tuvimos la fortuna de participar y registrar algunas canciones en las Sky Sessions (Burbuja Films); si no llega a ser por este proyecto hubiera sido un año completamente en blanco a pesar de tener disco nuevo.
«Antes nos apuntábamos a un bombardeo, y ahora nos apuntamos a los bombardeos que nos interesan»
- Un proyecto dirigido por Marta Solano y Álvaro de la Hoz para reconocer a los artistas de nuestra escena.
- Siempre ha habido buenos músicos y bandas jóvenes que están apuntando fuerte, como las chicas de Repion. De todas formas nosotros nunca nos hemos sentido partícipes de 'escenas' y, en mi caso, no creo en eso de la 'escena del rock cántabro'. Aquí, tristemente, somos bastante individualistas y cada uno tira a su rollo. ¡Ojo! Eso no significa que luego no salgas y te tomes algo por ahí y seamos todos colegas, pero como 'escena' yo creo que no hacemos piña. Es más, a nosotros siempre nos han vinculado con Bilbao y mucha gente se piensa que somos de allí; claro que también cuando empezamos a ir a bolos teníamos que ir hasta Euskadi porque en Cantabria no había ni uno. Así que somos un poco apátridas en ese sentido.
- ¿Cómo lleva uno de Santander tener más seguidores al otro lado de Castro?
- Me hace gracia, debe ser por eso de no ser profeta en tu tierra. Lo llevamos bien, con naturalidad. Siempre hemos tratado de romper ese 'finisterre' ubicado en Reinosa y por el que parecía que las bandas de Cantabria tenían que hacer algo aquí primero para poder salir fuera después. Nosotros lo hemos hecho al revés, hemos ido a nuestro aire. Lo que hay que hacer es tocar donde quieras, divertirte y no pensar demasiado en las cosas.
- No son ustedes una banda de grandes festivales, ni por vocación ni por decisión. Con gran parte del circuito de salas luciendo el cartel de 'cerrado', ¿cómo se presenta la agenda a corto plazo?
- Nuestra empatía está con las salas pequeñas, que son los circuitos por donde nosotros nos movemos. Los festivales patrocinados por marcas y sus lloros nos traen bastante sin cuidado, nosotros lo sentimos por esas pequeñas salas, gente que ya antes de la pandemia vivía al límite y esto les ha sido la puntilla. Para nosotros ha sido un año sin tocar, pero un año después los locales a los que íbamos a tocar ya no existen. Nosotros empezaremos a funcionar después de verano, tras los ensayos, y presentaremos el disco tranquilamente. Durante estos años sí que ha habido momentos en los que hemos tocado bastante pero ahora mismo llevamos un ritmo caribeño que va en función a nuestras necesidades y gustos. Antes nos apuntábamos a un bombardeo, y ahora nos apuntamos a los bombardeos que nos interesan.
- ¿Se les ofreció en algún momento hacer algo del estilo?
- Sí, pero somos unos rancios, lo reconozco. A veces ser 'rancio' es la postura más cabal. Va un poco en nuestro carácter. En estas bodas de plata hay una larga lista nupcial de invitados: Jose Sierra a la armónica; Alex Pis al sintetizador e Inés Pardo y Lara Sánchez a los coros, entre otros.
- ¿La instrumental ha cobrado más protagonismo en este disco que en otros anteriores?
- A diferencia de los discos anteriores, este es el que menos colaboraciones tiene. José Sierra —que ya es prácticamente el quinto tupper y suele acompañarnos en directo con la armónica— se metió en un tema; Inés y Lara también participan con las voces en un par de canciones... Digamos que es un trabajo muy Dylaniano. Nosotros somos fans de Bob Dylan, y tener una voz femenina haciendo respuestas es genial. Pero fuera de esas colaboraciones es el disco que más nos hemos guisado y comido nosotros.
- Escuchar 'China White Blues' es como ver la escena final de una película en la que hay vencedores y vencidos. ¿Imaginan esta u otras canciones del disco como BSO de algún largometraje?
- ¿Por qué no? Sí que podría ser, porque el cine no deja de ser una influencia para nuestra música. Nuestras canciones podrían funcionar en una película perfectamente, pero las bandas sonoras también pueden ser una influencia. Por ejemplo, las bandas sonoras de James Bond podrían ser un género en sí mismo. Esto es una retroalimentación, porque por una parte podrías encontrar nuestra música en una pieza cinematográfica, pero lógicamente ese cine también está en nuestra música. Es un camino de dos direcciones.
- No dejan de ser dos narrativas distintas para contar una historia.
- Exactamente; pueden y deben complementarse siempre.
- En paralelo a Los Tupper acaba de sacar «Sopa de Batman», su segundo libro de relatos. Un plato, el de la sopa de murciélago, que se nos ha atragantado demasiado tiempo.
- Bueno, todo este tiempo de no poder ensayar ni relacionarse sirvió para tomar otros terrenos como la literatura, que es otra de las cosas que me apasionan. Es un libro que casi sale de la nada, porque después de mi primer libro de cuentos no esperaba sacar otro tan pronto, pero se dio la pandemia. El 2020 es el eje cronológico que une a todos los cuentos de este libro de personajes en el que juego con el humor negro ya empezando por su título: «Sopa de Batman».
- ¿La literatura le permite a uno ser más individualista que la música, abocada a un ensayo colectivo?
- En un grupo siempre tienes que llegar a un consenso, mientras que en la literatura, para lo bueno y para lo malo, haces las cosas por tu cuenta. Cuando compartes un proceso creativo siempre tienes un feedback de: «esto va bien» o «esto va mal»; cuando haces algo completamente solo realmente no sabes si estás yendo por el buen camino o por el malo. Pero bueno, es un reto en el que me siento muy cómodo como contador de historias.
- En el libro dibuja lo local como escenario literario. Parece que uno se expresa mejor cuando habla de lugares que conoce.
- Trato de hacer historias universales dentro de un contexto. El localismo no deja de ser un guiño para la gente de aquí, pero también vale para los de fuera. De hecho siempre pongo un ejemplo: si Chéjov habla de las calles de San Petersburgo, ¿por qué yo no puedo hablar de la Calle Alta? Bromas aparte, lo importante ya no está en ese localismo, sino en las circunstancias de los personajes y en lo que les ocurre. Ahí está la universalidad.
- Canta Hendrik Röver (Los DelTonos), no sin sorna, que «el rock ha muerto». ¿Recogerá alguna banda el testigo de Los Tupper cuando caduquen?
- El nuestro no creo, aunque en los conciertos si vemos gente joven. Nosotros moriremos pero el rock and roll vivirá. A nivel personal, y por seguir con lo local, Los Estanques me parece un grupo excepcional. De hecho Íñigo (Breguel) es amigo mío y tocamos junto alrededor de un año en 'Lions and the Purple Shade' haciendo versiones de música negra.
- Tras veinticinco años de carrera, ¿han conseguido desengrasar el tupper y ofrecer su mejor sonido?
Realmente no lo sabemos, pero ahora sí puedo decirte que el siguiente disco será, sí o sí, mejor. No sabemos cuándo ni cómo, pero será mejor.
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