Secciones
Servicios
Destacamos
David Martínez es Rayden, así de simple y así de complejo. Es alguien que apuesta por sacar discos para sobrevivir inviernos cuando parece que lo único que cotiza en el mercado es sacar la canción del verano, lo que dice mucho de la persona y ... del personaje —porque sí, a veces conviene desvincular una cosa de la otra y que el segundo no acabe por comerse al primero—.
- Cierra uno de los únicos ciclos de música en directo que hemos podido vivir en nuestro país este verano, algo que a priori tiene todas las papeletas para convertirse en una responsabilidad. ¿Cómo vive uno poder seguir actuando en este momento?
- Pues lo vivo como una persona afortunada, soy conocedor de todas las horas que se están echando para que la cultura se pueda desarrollar, aunque parece que en otros sitios donde hay un componente de tortura se dan todo tipo de facilidades. Pero yo me siento afortunado de poder girar en los tiempos que corren. Por un lado soy afortunado; por otro no puedo llevar mi banda ni mi equipo técnico al completo. Entonces... esto es un mal parche.
- Es una situación en la que intervienen muchos factores; no solo le afecta a usted, sino a todo el equipo que tiene detrás.
- Sí, porque es eso... suelo ir con una banda de doce personas, entre músicos y equipo técnico, y ahora solo estamos saliendo tres. Sí que es cierto que desde el año pasado quería hacer una gira acústica a trío con un contrabajista y con un guitarrista para mostrar otra forma de concebir las canciones, pero por voluntad propia, no verme empujado por la actualidad.
- Puede que, a pesar de todo, la sed de cultura no sea tan fácil de saciar.
- Lo que pasa es que cuando tenemos que hacer el doble, el triple o el cuádruple para demostrar que sí son (los conciertos) eventos seguros, cuando en otros sitios se está viendo una negligencia total, pues a veces sientes la desazón, ¿no? Ves que tú intentas hacerlo lo mejor posible para que no te pongan ni un 'pero', pero ves que los que sí están haciendo todo mal tienen manga ancha.
- ¿El recinto influye?
- Sí, el recinto influye, e incluso la comunidad autónoma. La cultura va por barrios.
- En 2017 sacó Antónimo; en 2019, Sinónimo. Hace menos de una semana que ha comenzado a mezclarse lo que será el tercer disco de esta trilogía, Homónimo. ¿Es importante rendir homenaje a la palabra como transmisora emocional y cultural?
- Sí (rotundo). Encima yo vengo de un estilo musical donde lo que predomina, por suerte, es la palabra y el mensaje. La primera trilogía que hice se basó en 'el continente', donde quería dar a conocer mi persona, mi discurso, mi forma de ver la vida; en este predomina 'el contenido'. Es mi humilde homenaje a la palabra, que termina con Homónimo, y en el que he puesto toda la carne en el asador.
- ¿Será precisamente eso lo que veamos este domingo en Torrelavega, pondrá toda la carne en el asador?
- Más que eso, porque encima se mezclan temas de toda la discografía con algunos temas que van a formar parte del disco de Homónimo, entonces... Me gusta quitar todo tipo de connotación que tengan las canciones para el público y vestirlas de otra manera. Si a eso le añades presentar canciones por primera vez... A mi me gustan mucho las primeras emociones, porque cuando escuchas por primera vez las canciones que te gustan de un grupo o artista, te genera como...
- Esa ilusión.
- Sí, como algo que no se vuelve a repetir... entonces, me gusta generar eso también.
- ¿Se agradece aún más la presencia y buena actitud del público?
- Vencer al miedo de acudir a un evento que reúna a más de diez personas es un ejercicio que no todo el mundo consigue resolver con éxito. Sí... yo desde cualquier medio agradezco a mi público, porque tiene un 'saber hacer' increíble, y me parecen chapó. Gente respetuosa, que está haciendo que 'cultura' se escriba con C mayúscula. No he tenido que llamar la atención a nadie, y no he tenido que hacer de policía (ríe) ni nada por el estilo.
- Junto con Fernando Costa, usted es la única propuesta de rap en el cartel de esta primera edición del Viva La Vida. Lejos de sacar a la palestra el viejo debate de las etiquetas y los géneros, ¿valoramos, como sociedad, el trasfondo de una letra de rap?
- Creo que cada vez más. Cuando en el rap te encuentras sonidos como el de Fernando Costa o como el mío, que están en las antípodas el uno del otro... eso habla muy bien de la actualidad del rap, de la amplitud de espectro que tiene, la amplitud de propuestas —todas válidas y muy bien hechas—. De hecho, yo soy muy fan de Fernando Costa, entonces...qué bonito, ¿no? Hace una semana estaba actuando en la Plaza de Toros de Gijón y el miércoles estuvo allí Recycled J. Son propuestas diferentes y eso es síntoma positivo que habla del rap como uno de los géneros que más cosas tienen que decir. Quizá lo único que separe al rap de la poesía sea una pista instrumental, un sonido.
- Usted, sin embargo, traspasa esa línea invisible en sus canciones.
- Siempre me gusta decir que el rap y la poesía son hermanos mellizos que se parecen y luego no tienen nada que ver. A lo mejor sí que hay un componente poético porque busco metáforas y cuidar el texto, pero nada que ver.
- 'Haz de Luz' y 'No tengas miedo' son dos temas que, aunque publicados en tiempos diferentes y pertenecientes a trabajos distintos, ahora parecen cobrar más sentido que nunca. ¿Es la música un bálsamo al que aferrarse cuando las cosas no pintan bien?
- A mí lo que me ocurre con Haz de Luz es que es una canción que nunca me deja de sorprender, y que un tema sorprenda a la persona que la ha creado, es muy raro (ríe). Pero sí que es cierto que esa canción parece que va caminando con cada época y en cada etapa se disfraza de algo, y eso en estos tiempos que hemos pasado de confinamiento cobró otro significado exponencialmente más alto de lo que yo conseguí imaginar. Creo que ese «que nos volvamos a ver» ha gritado más fuerte que nunca.
- ¿Volveremos a vernos en Torrelavega?
- Sí, sí sí. Será con todo el músculo y la fuerza de la banda.
- Pregunta obligada: ¿la pandemia invita —exige— a la industria a reinventarse, a cambiar dinámicas?
- Yo no creo que obligue, pero sí que es cierto que cambia cosas, aunque también ha servido para unificar listas de ventas y que se midiese el pulso del streaming con el pulso del físico, que eso también era necesario (aunque siga premiando el esfuerzo de la gente que se acerca a por un disco y lo costea de su bolsillo). Pero más que obligar, creo que permite que pasen cosas. Cuando se agita el avispero, pasan cosas.
- Supongo que lo que nunca cambiará es la sacudida emocional (ahora más, si cabe) que entraña un directo.
- Espero que no, ¡pero en los tiempos que corren yo ya no sé nada! Parece que en este 2020 todo tiene cabida, a ver qué pasa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.