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Luis Alberto Segura, líder de la banda mallorquina L.A., es uno de esos artistas todoterreno al que le gusta arriesgar y probarse a sí mismo. Esa una de las razones por las que en verano anunció el parón del grupo después de diez años ... de actividad.
El cuarteto hará un repaso exhaustivo a su amplio catálogo de canciones, este sábado en la sala Buenas Noches Santander (BNS) a las 21.00 horas y, solo por si acaso, deja claro que se trata solo de un «hasta luego». Un lapso de tiempo indefinido para «experimentar, probar nuevos sonidos» y pasar más tiempo en su nuevo estudio de grabación. «Me siento como cuando tienes una semana libre y quieres hacerlo absolutamente todo: ir a conciertos, al cine, a cenar, ver a los amigos y mil cosas más». Lo dicho, todoterreno.
-¿Por qué se separan?
-Tenía esa necesidad de parar la maquinaria de L.A., de centrarme en todos los proyectos que no he podido realizar en los últimos años. Me he construido un estudio de grabación con el que quiero aprender en el mundo de la producción, escuchar otras tonalidades y sonidos que en L.A. no tenían cabida. Cuando me planteé esta parada supe que éste era el momento adecuado. Han sido diez años muy intensos. En ese sentido, yo creo que en la vida de cualquier artista es muy beneficioso parar, tomar perspectiva y ver el recorrido con distancia. Además, es un descanso indefinido, un hasta luego.
-Soltaron la 'bomba' y la gente se puso muy nerviosa. Se lo han buscado.
-Ahí fue cuando vimos la gran cantidad de gente que nos seguía de verdad. Personas que cogían el coche y daban vueltas por España para ir a tres bolos seguidos. Nos dimos cuenta de que importamos a muchas personas. Precisamente por eso queremos salir y hacer una gira a la americana, una fiesta por todo lo alto con la que pasarlo en grande.
-¿Cómo será esa fiesta?
-Me estoy planteando la gira como un repaso total, recordando muchas canciones que no hemos tocado en los últimos años. Tengo todo en la cabeza, y dependiendo de lo que me pide la gente y las sensaciones propias voy a una canción o a otra. Como un 'grandes éxitos' sin ningún tipo de orden y en simbiosis con el público. Aparecerá lo que aparezca en el momento. Son conciertos en los que no me planteo prácticamente nada. Solo una cosa: libertad total.
-En una industria que vive de la inmediatez, ¿le da miedo que el público le pierda de vista?
-Claro que da miedo, por supuesto, lo mismo que el hecho de que cualquier miembro pueda iniciar otro proyecto y no quiera seguir con L.A. Es un riesgo que asumo, pero creo que es necesario. Es lo que me pide el corazón. Soy el tipo de persona que hace las cosas que le gustan en el momento que las quiere hacer. Ahora mismo el cuerpo me pide parar y no tengo ni idea de hasta cuando.
-Ha hablado de un estudio. ¿Puede adelantar algún proyecto?
-Me siento como cuando tienes una semana libre y quieres hacerlo absolutamente todo: ir a conciertos, al cine, a cenar, ver a los amigos y mil cosas más. Ahora mismo, lo que me quiero hacer es investigar, probar, experimentar y ver a dónde me lleva todo esto. El resultado puede acabar en un proyecto para mañana o para dentro de cinco años. Cuando surja lo anunciaré a los cuatro vientos.
-Comenzó muy joven en la música. ¿Se hubiera visto en un contexto plagado de redes sociales y followers?
-Sin duda, por pura determinación. Ahora bien, viniendo de donde vengo, lo que hay ahora me parece una atrocidad. Da la sensación de que son más importantes los seguidores que la misma calidad del artista. A mi me han llegado a decir en un despacho de una gran compañía que mi disco les parecía maravilloso pero que no les interesaba porque no tenía suficientes followers. Todos sabemos que ese mundo es una gran mentira. También hay muchas cosas positivas, pero en otras tantas no se tratan de lo bueno que eres, sino de lo guapo que sales en Instagram y lo que vendes en esa red.
-En todos estos años, ¿qué es lo que le ha inspirado a la hora de componer?
-Cada vez estoy más convencido de que, si se hiciera un estudio científico sobre esto, se descubriría que hay algún tipo de flujo sanguíneo que hace que todo estalle. Lejos de lo que la gente pueda pensar, no se trata de ingenio sino de una explosión. ¡Buuum! De repente se produce esa melodía y no sabes por qué. A veces es una película, otras una discusión, un beso, o alguien a quien acabas de ver por la calle. He llegado a hacer melodías que ni yo mismo puedo explicar.
-Y cuando eso sucede, ¿qué instrumento agarra?
-La guitarra, sin ninguna duda. Últimamente estoy sustituyéndola por el piano, para escuchar otro tipo de armonías. De hecho, bromeaba el otro día con la banda con que he basado toda mi discografía en tres acordes (risas). No descubro nada. Se puede transmitir tanto o más con canciones así de sencillas.
-¿Alguna influencia que pueda sorprender?
-Nuestros oyentes se dan cuenta de que hemos escuchado mucha música, sobre todo anglosajona: desde Los Beatles, Los Who hasta Neil Woung. No somos grandes consumidores de la música española. No por nada, sino porque las sinergias nos han llevado a escuchar música americana o inglesa. Por otro lado, también hemos tenido como inspiración a artistas completamente diferentes. Sin ir más lejos, para 'King of Beasts', el último disco, estuvimos muy enganchados a Kanye West y otros artistas que están lejos de mi circuito habitual de rock.
-¿Y algún disco que le cambiara la vida?
-Definitivamente, quienes me cambiaron la vida fueron los Beatles, radicalmente, además. En mi casa se vivió la 'Beatlemania' como una religión. He estudiado más a los 'Fab Four' que la catequesis. A partir de ahí, todo lo que he escuchado más tarde, con 13 o 14 años, venía de Seattle, como es el caso de Nirvana. De pronto fue una explosión. Hubo discos que me cambiaron totalmente como el Ten de Pearl Jam, el Nevermind de Nirvana, el Superunknown de Soundgarden, etc.
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