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La pulsión creativa sacudió al músico tras cuatro años alejado de la música. DM
«Reivindico la duda constante y el trabajo artesano de ofrecer algo sencillo, pero real»
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«Reivindico la duda constante y el trabajo artesano de ofrecer algo sencillo, pero real»

Tras 25 años en Berri Txarrak, Gorka Urbizu publica su primer disco en solitario, 'Hasiera Bat', que presenta hoy en Escenario Santander

Domingo, 6 de octubre 2024, 02:00

'Hasiera bat'. Un comienzo. Qué mejor nombre para el disco con el que Gorka Urbizu (Lekunberri, 1977) se presenta en solitario. Una colección de composiciones que abogan por la sencillez formal, cargadas de capas conceptuales. Comenzó la pasada semana la segunda parte de la gira de presentación con la que recorrerá salas y kilómetros «que es de lo que se trata», entre ellas, Escenario Santander, donde lo presentará el domingo (20.00 horas).

«Creo que es un disco que requiere de la atención del público», dice. «Evoca la pausa, el sosiego», un intimismo cotidiano que se acerca a la naturaleza. Se grabó en un teatro antiguo, que resultó «crucial» y las salas son el sitio «idóneo» para escucharlo.

Una pulsión que le pedía el cuerpo tras un cuarto de siglo haciendo rock. «No hay una ruptura, pero sí un renacer». Se puede leer como un continuum en su forma de escribir y hacer música, pero es claramente una nueva época «donde me enfrento a la música desde otro prisma».

«Son preciosas las calles cuando se visten de gente», escribe en uno de sus versos. Un mensaje que invita al movimiento común. No es un disco conceptual, pero sí que invita a abrir los ojos. «Estamos cegados por la vista», dice en otra canción, ante la avalancha del culto a la imagen. «A veces se nos olvida que la música entra por el oído, que tenemos que escuchar y escucharnos también», dice. Otra frase que le gusta es: «Las cosas no son así, sino que están así», en un sentido de que «estamos condenados a creer en el cambio y se le puede dar la vuelta a ciertas cosas por muy oscura que se presente la realidad hoy en día. El poder de las canciones y el arte puede transformarnos».

'Maitasun bat' ('Un amor'), 'Tren bat' ('Un tren'), 'Toki bat' ('Un lugar'). Los títulos de las diez canciones caen como por goteo, mezclando palabras propias con referencias de Libe Goitia, Toni Morrison o Albert Camus, mostrando el trasfondo intelectual que habita Urbizu. Canciones desvestidas. «Para mí es un ejercicio de madurez, claramente. Tengo la sensación todo el rato de que he necesitado toda mi carrera para poder llegar aquí y atreverme ahora a hacer este tipo de disco», reconoce. Parece que se va a caer en cualquier momento, le decía un amigo. Y al músico le gusta «porque todo va encaminado a eso». Muy pocos elementos, grabados en un ocho pistas analógicos que de por sí quitaban la opción de ir añadiendo capas. «A veces está bien ponerse límites en el juego de la creatividad para que tu imaginación se dispare». Lo compara con jugar a la jenga, ese juego compuesto por piezas de madera con la que tienes que hacer que la torre no se caiga; «Ese es el peligro al ir desnudando las canciones; si no hay una buena estructura, es fácil que quede pobre». Ha sido clave la idea del equipo de producción, Jordi Matas, Joan Pons y él mismo, que tenían muy claro, a partir del material con el que llegó al estudio, que ese tenía que ser el camino. «Apostamos por esta forma de grabar porque iba con el mensaje también». A nivel compositivo y de arreglos, es una apariencia de sencillez «muy engañosa, porque hay un trabajo muy arduo; cada elemento que está, está por algo».

Nunca ha sido muy disciplinado, pero con este disco, salía a pasear y se ponía un disco de los Beatles. Todos los días, durante unos tres meses. En las fotos se ve a Urbizu tocando la guitarra entre un mar de vinilos. «Para escribir música conviene escuchar música y para escribir conviene leer», afirma. Mantiene el radar encendido, a lo que se publica ahora como a discos antiguos que se le han podido escapar. «Me gustan todos los estilos». Urbizu tocaba el órgano en la iglesia y cantaba en coros cuando era pequeño, algo que parecía, de entrada, mal visto en el mundo del rock. «Ahora creo que es parte crucial de mi educación musical y me ha ayudado a armonizar, por ejemplo». Melodías que están en su ADN. La invitación a desacelerar es el mensaje global de su álbum. «A veces es perverso cómo vendemos la música». Detrás de cada post y su ritmo ve una estrategia. Lícita, pero que agota.

Urbizu está contento. Ha visto que la recepción del disco, publicado por sorpresa, sin adelantos, tan distintos a lo que está en boga porque «la música popular va por otros derroteros, con otra velocidad y muchísima exposición de todo tipo». Siente que «ha habido una conexión muy fuerte» y que se ha interpretado «como un abrazo o un refugio y de eso se trata». «El que ha llegado al disco, va a querer regresar a él».

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