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Hace más de una década, Baldo Martínez (Ferrol, 1959) pasó por el Aula de Música de la Universidad de Cantabria que dirige Pepe Santos. En ese tiempo, al inquieto músico gallego le ha dado tiempo a fundar grupos, publicar discos y sumar kilómetros a su, de por sí, extensa agenda. Ahora regresa en formato sexteto, algo poco habitual, para presentar 'Música imaginaria'. Será esta tarde, en el Salón de Actos de la Escuela Superior de Náutica (20.00 horas),
-Su proyecto se llama 'Música Imaginaria'. ¿Hay tantas lecturas como personas?
-No cabe duda. El nombre viene un poco de cómo cada cual tiene las cosas en su cabeza, el desarrollo de las situaciones. Es el poder que tiene la imaginación sobre nuestra vida. Además, cuando das un concierto, te imaginas la música de una manera, como haces cuando compones o cuando estás improvisando, pero el que está escuchando, hace lo mismo, a su manera. Tiene unas emociones distintas a las del que tiene al lado. Es el poder que tenemos sobre algo que no toca nadie. Somos dueños de ese universo. Me parece muy atractivo.
-¿Es imprescindible que ambas partes, intérprete y oyente coincidan en lo imaginado?
-No, no. Ahí discrepo mucho con la interpretación de «tal compositor quiere reflejar cómo las hojas de los árboles caen en otoño o la furia de un caballo salvaje», por ejemplo. Igual el compositor quiso reflejar eso, pero al que lo escucha, las emociones le llegan por otro lado, le afectan a sus vivencias y lo interpretará a su modo. Con la música intentas emocionar y dentro del mundo de cada uno, le llega lo que se imagina. Por eso hay tantas interpretaciones como personas escuchando la música.
-Dice que el jazz no es un estilo, sino una forma de hacer música. ¿En qué se traduce en su caso esa forma?
-El jazz es una forma de hacer música que surgió de la fusión de dos culturas y todo el tiempo ha ido bebiendo de muchas fuentes. Cuando alguien hace música, sea el estilo que sea, se echa mano de distintas fuentes, pero en el caso del jazz crece de esa manera: el latin jazz parte de lo latino, el de influencias orientales o el flamenco jazz, lo mismo. Otro elemento fundamental es la improvisación. Para mí, como una forma de expresarme, es un espacio en el que me siento libre para poder contar mi historia con la música. Es una forma de hacer música, con influencias del folclore, que me interesa mucho, o de corrientes vanguardistas que tienen que ver con la música contemporánea del siglo XX.
-Ha mencionado el folclore, que está muy presentes en sus trabajos; irse a la sonoridad de sus propias raíces.
-De entrada me interesó la música tradicional por mis raíces, pero también por cómo coinciden esas músicas si las analizas desde el punto de vista técnico. Tienen muchas semejanzas y son pequeñas cosas las que les dan su personalidad. Puedes coger la música que caracteriza a los Balcanes y encontrarla en el sur de la península. Me parece algo fascinante.
-¿La multitud de formatos en los que ha trabajado es también una forma de expresarse con diferentes lenguajes dentro del mismo idioma?
-Esta formación de sexteto tiene que ver con los timbres y la orquestación. En este caso, el acordeón y el vibráfono quise utilizarlo como los pilares de este proyecto. También el hecho de poder utilizar una trompeta, la percusión... Pero al mismo tiempo, quién toca esos instrumentos. Pienso mucho en los músicos. Este sexteto no sería igual con otros intérpretes. Por eso me gusta combinar esos timbres que tengo en la cabeza y quiénes van a hacerlos sonar. Cada músico se expresa de una manera y es algo que no deja de sorprenderme, cómo la misma música puede cambiar tanto.
-¿Quizá este género es donde más se aprecia esa diferencia entre los intérpretes?
-Yo creo que sí, porque hay mucha libertad. Reivindico y sigo reivindicando esa revolución permanente del jazz, una música que surgió como libertad. Tratas de dar pasos adelante y ser tú, libremente. Sin menospreciar otras músicas, cuando se interpreta una obra del clásico, con todo escrito, cómo debes tocar cada frase, tienes menos elementos que puedas cambiar para interpretar como quieres. En el jazz, puedes cambiar muchísimos, puedes partir de cero y hacer lo que quieres hacer.
-¿Qué importancia tiene que esta propuesta se escuche en el ámbito universitario?
-Entiendo que en el ámbito universitario se puede llegar a la gente más joven, más alejada de esta música porque no es la más comercial y es donde más curiosidad hay. Están las ganas de aprender, de descubrir cosas y la curiosidad. Para mí es vital. Hay dos factores que no se tienen muy en cuenta y la gente se pierde muchas cosas por la falta de curiosidad. Siempre irás a lo que te ponen. Otra es dejarse sorprender, estar abierto a cosas nuevas. En este ámbito es donde esto se desarrolla más y me gusta tocar en estos espacios que se dejan a la música.
-¿La curiosidad ha sido también su motor?
-Creo que sí. Si quieres divertirte y viajar, tienes curiosidad por encontrar sitios nuevos. Un adolescente es un ser curioso por naturaleza, por ejemplo. Es el motor de la vida. Sin curiosidad nos habríamos muerto hace tiempo.
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Ana del Castillo
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