El renacer de Chebú

Nervios, pero nada de inmovilismo. «Cuando en las semanas previas al concierto parece que lo tenemos todo claro...no es verdad», afirma Cobo. No solo han hecho cambios sobre el repertorio sino que incluso han incorporado canciones nuevas. «Emocionalmente estás en otro punto y vas añadiendo elementos», completa Popova.

Desde que empezaron a trabajar a fondo las canciones han pasado unos seis meses. Llegaron al estudio Moon River con temas que ya eran «sólidos, muy nuestros, que llevaban un tiempo rodando y queríamos dejar perpetuados», pero también con «compoisiciones muy verdes, muy frescas, buscando el feedback de Fernando Macaya en ellas», explican. La meta era «construir en común».

En total, seis canciones, en las que se han metido de lleno, que llevan título homónimo. «Es un poco como renacer. La esencia de la banda sigue ahí, pero también la evolución», dice Cobo. «Es el disco –detalla la cantante– con el que más identificados nos sentimos, el que más nos representa en este momento, con el que hemos conseguido llegar a vernos como Chebú». Fruto de una evolución «progresiva y lenta». No siempre dispones de todos los factores para «dar a luz» el proyecto que quieres, pero «en esta ocasión, se han juntado». ¿El resultado? «Estamos muy contentos. Para nosotros, ahora, es nuestro mejor disco».

Un disco que sonará «un poco a todo». Hay muchos tintes tranquilos y también cosas potentes, temas rockeros, momentos indie, pinceladas de folk británico y americano. «Mezcla de estilos, intensidad y mensajes».

El tiempo ha sido clave para llegar al resultado. «Como todo, es multicausal, pero sin ningún tipo de prisa, con calma y en contra de lo que ha ocurrido en otras grabaciones, cada uno ha grabado a su ritmo, con sus necesidades, probando ensayo error».

Han disfrutado «aunque finalmente tienes la sensación de que todo va deprisa y ya ha llegado la presentación». En este primer directo estará toda la banda y más tarde comenzarán las mutaciones. A duo, a trío. «Construimos desde lo más sencillo hasta lo más complejo y cada canción se convierte en varias diferentes», en función de esa estructura sonora. Observar esapermeabilidad en las canciones, en función del número de manos e instrumentos que les dan vida, «resulta divertido».

En esta década han evolucionado y se sienten cómodos tanto en el ámbito de la tranquilidad como de lo intenso. Se reconocen, aun con los cambios, en todos los momentos.

El disco llega con un cuidado trabajo audiovisual, que otorga una atmósfera onírica. «Queremos salirnos de la típica imagen de foto de grupo y videoclip con todos tocando». De hecho, y como se irá viendo más adelante, están en contacto con artistas de distintas disciplinas para mezclar su música con otras artes. «Trabajar con gente de aquí, de Cantabria, dar voz a su arte y mezclarnos». Cada disciplina «se vale por sí misma», especifican, pero crear esa simbiosis, «es enriquecedor»

En este sentido, reconocen que es «complejo encontrar una identidad visual para el grupo, pero quieren alejarse de mostrar las caras: «Hay que centrarse en las canciones», reivindican. Los elementos de la naturaleza serán un hilo conductor en esta apuesta por ser menos visibles como individuos para que se vea mejor el resultado como creadores.

Tras el concierto de hoy, llegarán el Centro Cívico de Miengo, el jueves día 2, y el 25 estarán en Liérganes.

El plan principal es «mimar» el trabajo a partir de ahora, escogiendo muy bien qué quieren hacer y con quien. Aplacando las ansias de tocar en cualquier sitio. «Buscamos tocar a gusto, no en cantidad sino en calidad», detallan. «La música nos gusta hacerla así y creemos que para el público es más agradable también».

En el proceso introspectivo de creación, «metidos en la cueva, en familia», Zhenya y Nahum han estado acompañados por su hija Naila, que ya improvisa sus propias canciones. Cobo, docente de formación, defiende: «Un centro escolar podría tener la música como motor de todos los aprendizajes. En lugar de denostar o aislar áreas como esta, podría ser muy interesante como método».

Y un inciso; hablamos de disco, pero, en realidad, no existe. En su lugar, desde hoy habrá a la venta un USB de madera reciclada de bambú, con el nombre de la banda grabado y un extra en su interior. Además de las seis canciones, en el interior se incluirá una fotografía de la cántabra Ana Sánchez Viaje, autora que ha creado la imagen del disco.

Los nuevos Chebú son los mismos Chebú, pero distintos. Pasados por el tamiz de las experiencias que se vuelcan en seis composiciones que, desde hoy, vuelan lejos de sus creadores.

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