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«Siempre he sido libre para dejarme sentir y cantar lo que pase por mi cabeza»

Valeria Castro

Cantautora
«Siempre he sido libre para dejarme sentir y cantar lo que pase por mi cabeza»

La canaria Valeria Castro actúa esta noche en La Plaza Santander, compartiendo cartel con Rozalén

Sábado, 14 de septiembre 2024, 07:45

Ansia por «contar y cantarle a quien quiera escuchar, sea el número que sea», es una de las metas de Valeria Castro (La Palma, 1999). Hoy lo hará en la Plaza de Toros de Santander, dentro del ciclo La Plaza, compartiendo cartel con Rozalén, a la que dice admirar «por ser una gran amiga y compañera». Sonarán las canciones de su disco, 'Con cariño y con cuidado', impregnado de su característica dulzura, no exenta de una visión firme sobre la profesión en la que se está abriendo un hueco por derecho propio.

-¿Hay espacio en esta industria para hacer las cosas con cariño y con cuidado?

-Quiero pensar que sí. Lo he defendido como filosofía de vida y me parece que nos viene bien a todos; a quien da y a quien recibe. Entiendo que el sistema nos hace vivir un poco como sin saber controlar lo que está sucediendo, pero ese cariño y cuidado nos hace estar más presentes y ser más conscientes. Tenemos un arma, que es la música, para contar cosas y llegar a la gente. Y esa es la forma más sana de hacerlo, de decir lo que piensas, poner tus principios sobre la mesa, jugando con la ternura, para contarle al público lo que nos importa y nos define.

-Usted lo ha hecho en este disco, que le ha llevado tiempo, algo que no se estila hoy en día.

-En la vida hay situaciones donde tienes que hacer cosas más rápido, pero yo preferiría que no fuese así. Despacito y con buena letra es como las cosas salen más bonitas, más emotivas. He tenido la suerte de rodearme de equipos que no me presionan, me dan tiempo y espacio. Siempre ha sido fundamental para mí que el proceso haya sido así. Jugamos con los sentimientos y estos con la salud mental, que debe estar por encima. Y la música sirve para ponerla en el foco.

-¿Es un gran trabajo la búsqueda de las palabras adecuadas para construir estos planteamientos?

-Creo que no. Simplemente me libera. Intento hacer sencillo lo complicado y dejarme contarlo y cantarlo. Lo que defiendo en la escritura es una forma de desahogarme sin pensar lo que quiere el oyente. Es bonito ser honesto sin pensar en otros estímulos, que te pueden criticar o banalizar, afectando al resultado. Siempre me he sentido libre de dejarme sentir y cantar lo que pase por mi cabeza, con honestidad.

-¿Queda algo de la biotecnología, campo en el que se formó?

-Poquito, poquito (ríe). El empeño, la disciplina y la responsabilidad que tienes que tener para estudiar. El corazón lleva el camino mucho más directo a la música, que es lo que me apasiona.

-¿Qué respuesta ha sentido desde el folclore de su tierra?

-Una respuesta muy bonita. No hago folclore al uso, sino que me inspiro en él. La semana pasada canté con Los Sabandeños, que son el alma del folclore en Canarias y les tengo mucho cariño. La gente agradece que se ponga en valor. Alrededor del territorio, con gente como Tanxugueiras, también me he sentido muy querida y respetada, algo importante para alguien que empieza. Intento, desde la humildad de alguien que admira, pero no quiere ser referente de algo que ya existe, que de eso se impregne mi música. Me siento orgullosa, porque las circunstancias de dónde he nacido, han marcado quién soy, cómo canto y como escribo.

-También la hemos visto con Vetusta Morla, con quien optó a un Goya. ¿Qué tal la experiencia del cine?

-Ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. Sentirme la hermana pequeña de una banda que ha formado parte de mi historia. Me acogieron como una más desde el primer día. Cantaron conmigo en Madrid y es algo que guardo bien fuerte en el corazón. Me hizo ver su lado más humano y en compañeros de la industria, eso es muy bonito; nos admiramos, compartiendo una realidad muy parecida, que a veces la gente no termina de entender. Estoy muy agradecida.

-Hace poco la vimos cumpliendo un sueño, según decía, al cantar con La Oreja de Van Gogh.

-Pienso muchísimo en la niña de diez años que soñaba con cantar con La Oreja de Van Gogh. Ya los siento como compañeros, pero qué bonito cumplir el sueño de esa niña y reconectar con esa infancia, esa inocencia de querer cosas. Ahora intentas relativizar para que no te coma la presión, pero es bonito cumplir sueños.

-¿Esa realidad es como la esperaba cuando la veía desde fuera?

-He descubierto muchas cosas, pero siempre he entrado con mucha prudencia. Cuando sueñas con el escenario, con el público, con poco más, no imaginas que también es un negocio y tienes que adaptarte. Consciente de ello, sin romantizar demasiado, porque es un trabajo. El más bonito del mundo, sí, pero también tiene sus desventajas, como alejarme de los míos. Pero la balanza siempre cae en que vale la pena y vivo con eso muy presente.

-¿Cuál ha sido su mayor evolución al entrar en ese mundo soñado?

-Buena pregunta, aunque no sé si puedo responder. Supongo que lo que más he aprendido es a tener paciencia. Por eso mismo de que sueñas con la imagen de estar en un escenario y poder cantar, cuando los procesos son más lentos. No aspirar a llegar a lo más alto, sino a la gente. Que la ambición no te pueda y enfocarla bien. Así puedes disfrutar los procesos. Mi realidad ha sido bastante rápida, pero me lo digo también para el futuro. Las cosas cambian y siempre hay una salida.

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