Apostar por el formato físico y hacerlo por convicción y no por moda, este es el método de trabajo de Sober desde hace más de veinte años y no es ahora el momento de cambiar el modus operandi. El cuarteto, que presenta este sábado nuevo ... trabajo en Santander, viene con vinilo debajo del brazo, una elegía de treinta y seis páginas ilustradas con artwork en su portada de alguien especial, la hija de Carlos Escobedo, vocalista de la banda, alguien que cree en el poder de contar con nuevas voces sin olvidar las que ya formaron parte del grupo: «creo que hacemos un poder porque la gente comparta esa ilusión de poder tener un formato físico».
-Vuelven a las salas tras el verano y lo hacen en Santander, ¿vienen con los deberes hechos?
Vamos con un repertorio preparado tras mucho ensayo porque es el inicio de la segunda parte de la gira; volvemos a reencontramos con nuestro público de una manera muy directa y con un concierto como el de Santander estamos un poco nerviosos precisamente por ese reencuentro.
-Un reencuentro que ha tenido que ser en octubre y no en marzo, su fecha original.
-Sí, teníamos unas fechas preparadas en Barcelona y Santander pero hubo que posponer todo. En principio iba a ser cosa de mes y medio, pero luego vimos que la fecha prevista en Santander coincidía con una que ya teníamos preparada para abril y ya no podíamos ir hasta allá hasta el siguiente bloque de fechas, después del verano. Fue una jodienda, pero vamos a desquitarnos este fin de semana.
-¿Qué tiene Escenario Santander que les hace volver?
-Como sala puede ser de las mejores de España, sin duda, porque el escenario es prácticamente de pabellón, el sonido es increíble y siempre tiene la técnica montada, no como en otros sitios donde el equipo hoy es uno y mañana es otro. El equipo humano también se ha portado siempre genial con nosotros y al final eso te da la sensación de estar tocando en un sitio muy grande pero con la gente muy cerca. Para mi es la combinación perfecta, porque los clubes pequeños tienen una fuerte limitación de espacio y como yo soy de moverme para un lado y para el otro… Sitios como Escenario Santander nos dan rienda suelta y es algo muy muy chulo. Además su ubicación facilita el acceso. De hecho en parte de esta gira viene una banda con nosotros que se llama 'Contrabanda', y cuando les estuvimos contando dónde íbamos a tocar están como locos. Nos decían: «¡hostia, podemos tener espacio en el escenario y vamos a tener camerino propio!» (risas). Muchas veces vas a sitios y hay que apañarse; es lo que hay.
-Se escribe una elegía al afrontar la pérdida de alguien. ¿A quién echan en falta?
-A nuestros dos compañeros que formaban parte de Sôber: Alberto Madrid y Big Simon. Los perdimos, pero siempre han estado con nosotros, y creo que nos hemos dado cuenta de lo importantes que han sido viendo cómo ahora nos ponemos a hacer un disco y nos preguntamos: «¿cómo tocaría esto Alberto?» o «¿qué tipo de sintes y ruiditos metería Big Simon?». Forman parte del disco y era un homenaje que no hicimos en su día, porque la familia no quería ningún tipo de homenaje, pero yo tenía muy claro que en este disco caía ese homenaje por nuestra parte y lo hemos hecho dándole ese punto literario, con canciones que tienen esa forma de contar las cosas. Para mi 'Elegía' tiene un valor literario muy, muy, muy por encima de los discos anteriores.
-Resignificar aquello de 'y serás canción'.
-Sí, eso es. De alguna manera nosotros seguimos haciendo música porque ellos nos transmitieron y nos dieron. De hecho en nuestras claquetas, en nuestros pinganillos, las marcas de entrada nos las sigue dando Alberto con su voz, porque tenemos un: 'one, two, three' que es como: «venga Albertito, dale caña que empezamos», y entonces de alguna manera, cuando hicimos 'La Sinfonía del Paradysso', que es nuestro disco anterior, ahí nos dimos cuenta de que las canciones de un disco como ese, del que han pasado veinte años, siguen sin pasarse de moda. Ahí yo creo que generamos estilo propio como banda; lo hemos mantenido, hemos crecido como músicos y productores, pero la esencia está ahí. Y esa esencia surge de esas personas que estuvieron ahí en su momento.
-Cuando Escenario Santander empezó a ser una realidad, Sôber ya tenía ocho trabajos en el mercado. ¿Hay espacio para la sorpresa, la novedad, cinco discos y once años después?
-Bueno, nosotros siempre tratamos de innovar. Quizá la innovación más potente fue con ese disco de 'Paradysso', juntando a una orquesta de cámara entera con metales y cuerdas y dándole ese punto tan grandilocuente, pero por ejemplo en este último disco hemos experimentado mucho con las voces. Hay canciones como 'Elegía' o 'El Día de la Liberación' donde hay voces que de alguna manera te acercan a un réquiem de Mozart. Hay otras que aunque no se aprecie demasiado, si quitas guitarras debajo hay unos sintes que van coloreando… Y de eso tiene la culpa nuestro amigo Javier Blanco, que también ha colaborado con nosotros con mogollón de arreglos del disco. Siempre tratamos de no estancarnos dentro de nuestra esencia y eso es lo que nos lleva a ver que canciones como 'Eclipse' puede tener otra vida con voces como la de La Bien Querida. A partir de ahí, ¿qué será lo próximo? Pues no lo sé.
-¿Cómo llegan a ella?
-Pues por Juan Ibañez; Juan es un amigo en común —aparte de una de las hormigas de 'El Hormiguero'— que cuando quedábamos siempre nos decía: «Carlos, tío, tenéis que escuchar a 'Labienque'». Y yo le decía: «¿quién es 'Labienque'?». Y él me decía: «¡La Bien Querida! Mira, te voy a pasar unos enlaces». Y la verdad que empecé a escucharla y me transmitió un feeling y una sensibilidad en la voz que me alucinó. A partir de ahí nos puso en contacto y cuando vi que me salió esta canción, 'Eclipse', tan limpia a guitarra y voz, dije: «es el momento». Era el momento de arriesgar y no hacer lo típico con una voz femenina de rock; de buscar la contraposición y conseguir un sentimiento haciendo las cosas de otra manera. Se lo propuse y ella, que como buena vasca tiene las cosas claras, me lo dijo sin rodeos: «yo voy para allá, y si realmente hay feeling y nos encontramos, lo hacemos; sino, comemos, nos tomamos dos birras, y tan amigos». Y así fue. Le pusimos un micro, le pasamos la letra, empezó a cantarla, nos miramos y dijo: «está que te cagas». Y ya lo grabamos y salimos de aquel momento con la comunión hecha.
-¿Qué le espera esta noche al público cántabro?
-Pues este tema en ese formato pausado, entre otras cosas. En el propio directo hay un momento de tranquilidad donde se hacen tres canciones en acústico para tener esa dinámica que Sôber en sus discos también quiere cuidar, y esa dinámica también la plasmamos en el directo.
-Cuentan con el beneplácito de Agatha Ruiz de la Prada, que escogió uno de sus temas para su desfile en la Madrid Fashion Week. Cualquier día cambian los escenarios por las pasarelas.
-(Risas). Yo le propuse que en vez de escoger una canción nuestra pusiera un escenario al lado del desfile y que lo acompañara con una banda tocando en directo… Y parece que le gustó la idea. Veremos a ver. Lo cierto es que fue un momento muy sorprendente. Imagínate que un día vienen y te dicen: «oye, que Agatha ha cogido una canción vuestra, 'El Día de la Liberación', porque tiene una colección que es muy transgresora y esta canción significa un poco ese momento de decir 'hoy soy yo y hoy tiro hacia adelante; cojo fuerza, no miro alrededor de lo que piensan los demás'». Yo creo que le encajó perfecta. De hecho nos comentó que a ella siempre le ha gustado el rock. Nos decía: «esto te lo hacen en Berlín, te sacan fuego y humo, suena Rammstein y todo el mundo se queda loco. Y aquí en España parece que el rock hace daño». Fue ella misma la que nos invitó y fue un encanto con nosotros. Es un torbellino que no para, y nos hizo salir un poco de lo que estábamos acostumbrados a hacer hasta el momento.
-A la espera de ver pasarelas y escenarios conviviendo juntos, y como cantaron en 2015 con Los Suaves, que lo de esta noche sea un 'Dulce Castigo'.
-Va a ser emocionante porque significa el reencuentro con mucha gente que nos sigue y que nosotros tenemos constancia que siguen ahí, a nuestro lado. Llegas al escenario sabiendo que esa gente ha comprado una entrada para verte a ti, y por mucho que queramos ser muy profesionales, el momento de emoción no es el mismo si sabes que a quien tienes debajo es a tu público fiel que canta tus canciones. Son conciertos muy emotivos y cada uno es diferente, porque aunque tocamos prácticamente el mismo setlist, las ciudades no son las mismas, y la gente no vive igual un concierto en Santander que en Sevilla. Santander es una ciudad diferente y que al principio no fue fácil hasta que no se nos empezó a conocer, pero hemos ido pico y pala y ahora es una ciudad que nos encanta.
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