Pablo Alborán

Cantante

«Si te subes al escenario como si fuera solo un oficio, sin emoción, mal vamos»

Lo presentará el próximo 29 de junio en Torrelavega, como parte del festival Música en Grande.

-Regresa a Cantabria, donde recaló por primera vez en 2011, cuando se mostraba muy agradecido por las sensaciones que le devolvía el público y la posibilidad de dar el salto a Latinoamérica. ¿Ha cambiado la perspectiva cuando todo eso es ya lo habitual en su carrera?

-Que va. Hago un esfuerzo por renovar la emoción y por motivarme siempre. Es verdad que es un momento en que la música, el consumo musical va muy rápido y hay que tener cuidado de no desmotivarse. Parece que las cosas duran menos y el éxito más grande dura solo una semana. O te olvidan a los dos días y tienes que sacar ya otro proyecto. Pero a lo largo de este tiempo, he sido afortunado, puedo vivir de lo que más me gusta, pero soy consciente de que hay que seguir trabajando muchísimo y sin dejar de prepararse, porque se te puede ver el plumero en cero coma.

-¿Y qué hace para prepararse?

-Estoy aquí en el estudio, produciendo mientras hablo contigo, sigo estudiando, luego me siento al piano para preparar la gira, me involucro en todo el proceso estético y de diseño porque me gusta, y entonces, aprendo. Hay que mantenerse motivado y buscar cosas que te emocionen porque si no no vas a emocionar a nadie. Si te subes a un escenario como si fuera solo un oficio, mal vamos.

-¿Es el mensaje que quiere trasladar con este disco y la canción de la que surge el título: seguir intentándolo aunque no salga a la primera?

-Sí, creo que no hay que dejar de intentarlo nunca, de perseguir lo que realmente tienes entre ceja y ceja. La vida ya nos ha enseñado a todos los dientes con la pandemia. No hay que perder el tiempo. Tenemos mucha suerte en muchas cosas y hay que saber encontrar el lado bueno y vitalista. Este disco ha salido en mitad de una gira de teatros, estando cerca de la gente. He aprendido a recordar, porque a veces se nos olvida muy fácil de dónde venimos. A mí no me pasa, pero sí que es verdad que volver a los teatros, con pocos músicos o estar solo frente a un público al que tienes que volver a convencer sin trampa ni cartón, tú con tu mecanismo, me ha hecho escribir un disco muy vital.

-¿Eso también funciona como una cura de humildad para volver a bajar los pies al suelo?

-Soy una persona que vive de forma muy normal, mis placeres son sencillos, con una familia y unos amigos que siempre han estado ahí, no dejo de hacer mi vida y trabajo como un loco. Y a mi alrededor, en mi equipo, todos sabemos lo que tenemos que hacer y no necesitamos que nos digan, qué mal lo has hecho o qué bien lo has hecho. Uno lo sabe. No es plan de que estés todo el día necesitando una palmadita en el hombro. Bastante bien me va; con eso me tiene que valer.

-Aboga siempre por la normalidad en un sector en el que es fácil caer en veleidades, pero en el que todo se puede terminar tan rápido como llegó.

-Total, total. Recuerdo que yo estaba obsesionado con eso cuando empecé. Mi madre me decía: «A ver, Pablo, hay que prepararse por si esto sale mal». Yo estudié periodismo y publicidad, después filosofía a distancia mientras preparaba el disco. Siempre quería tener un plan b porque me obsesionaba que esto no saliera bien. Con la pandemia creo que todos los artistas nos hemos dado cuenta de lo rápido que va todo. Que puede salir muy bien o muy mal, y si sale muy bien, dura menos que antes.

-Para usted y para el público, parece un disco planteado como un revulsivo para disfrutarlo

-Me encanta que la gente pueda sentir eso con mi música. Siempre he sido conocido por las baladas, que me encanta cantar y que la gente se sienta identificada, pero me apetecía tener un disco donde prevalecieran un poco más los ritmos, las colaboraciones, jugar un poco y divertirme, porque no soy solo una cosa, sino muchas. Me divierto con cosas que a la gente a lo mejor no le gustan, pero no soy solo el que canta 'Saturno'. Me encantaría que vinieras al estudio y lo pudieras ver. Es un disco en el que no me he puesto límites.

-¿Eso también es un signo de seguridad?

-Puede ser. Más que de seguridad, de confianza en lo que estoy haciendo.

-Cuando hablamos a raíz del disco 'Prometo', en 2018, tenía muchas ganas de acercarse al flamenco más tradicional y trabajar componiendo música para películas. ¿Cómo está ese plan?

-Pues mira, estoy estudiando interpretación desde hace dos años. Arte dramático a tope. Y muy feliz, muy contento, descubriendo una faceta que jamás pensé que iba a sentir, la verdad. Pensé que no iba a encontrar algo que me gustara tanto como la música y lo he encontrado. No pienso ponerme a hacer nada sin estudiarlo antes, porque respeto mucho la profesión y además me gusta y me sirve para escribir y para entender muchas cosas. Estamos trabajando en ello (ríe) y a ver qué pasa.

-Presenta este disco con la frase: la vida no es maravillosa, pero mejora según el cristal con que se mira. ¿Con qué cristal mira usted?

-Con uno muy limpio (ríe). Con cristasol y vinagre se limpian que te mueres. Da igual con cuál lo mires, pero todos los días hay que mirarlo un poquito.

-Las dos palabra que más veces ha repetido en esta conversación son estudiar y aprender

-Ah sí, ¿eh? Me estás haciendo un psicoanálisis (ríe).

-Sí, mientras usted produce un disco al hilo de la charla.

-Efectivamente. Creo que nos pasa a todos. No es solo renovarse o morir, que me parece terrible, porque soy muy joven todavía, pero todo va a una velocidad tan grande que tienes dos opciones, quedarte en tu casa, en tu zona de confort, que podría hacerlo perfectamente y disfrutar también de esto, o informarte y estar al día, ver qué cosas buenas te quedas y cuáles rechazas. Estar en mitad de las dos cosas, la vedad es que está guay.