Nerea Bueno (guitarra y voz) y Alba Villarig (batería y coros) son Lady Banana, vienen de versionar 'Delito', de Nathy Peluso, y seis años después de marcharse a Londres para probar suerte en la música están presentando su primer álbum, 'Bipolar', un álbum compuesto por ... ocho temas grabado en el Laboratorio Audiovisual de Zaragoza y masterizado en Alemania por Robin Schmidt (Placebo, Two Door Cinema Club, The Black Keys) que despertó el interés del sello discográfico Subterfuge Records: «escucharon un par de adelantos y nos dijeron que lo querían sacar ellos».
Con mucha fuerza y mucho riff, Lady Banana estará esta tarde en el pabellón Sergio García 'El Niño' de La Lechera, en Torrelavega, dentro de la programación del Verduleras Fest (19:30 horas).
-En 2015 cogieron las maletas y se fueron a Londres a probar suerte. Tocaban en la calle hasta que el Brexit se interpuso en su camino y decidieron volver. ¿Qué recuerdo les queda de aquella experiencia?
-No nos fuimos exactamente por el Brexit, porque estuvimos un año más, sino por el ambiente que se generó después. Sí que es cierto que influyó en la manera que teníamos de componer, porque cuando empezamos a tocar en las calles de Londres siempre escribíamos y componíamos en inglés, pero cuando llegó el Brexit vivimos un ambiente muy xenófobo y de crispación, con frases que yo —Alba— nunca había escuchado, como: «a hablar español a tu país», y cosas así. Nunca nos habían dicho ni habíamos escuchado nada así, así que desde ese momento dijimos: «pues ahora vamos a cantar en español». Así fue cómo el Brexit influyó en que empezáramos a cantar en la calle en español. Pero sí que es cierto que Londres nos ha aportado mucho a la hora de tocar en directo. Al final la manera que tenías de atraer a la gente no era tocando técnicamente perfecto, sino dando un buen espectáculo y teniendo mucha energía. No queríamos ser una orquesta que está ahí haciendo su papel y ya está.
-¿Recomendarían marcharse fuera a cualquier banda que esté empezando, o se tienen que dar unas circunstancias muy concretas?
-Yo sí que lo recomiendo a todo el mundo porque te da una perspectiva diferente y te juntas con otros músicos de otros países que van a influir en la manera que tienes de componer; también a la hora de abrirte hacia otros estilos que antes no habías tenido. Eso es lo bueno, pero sí que es cierto que es duro. Tocar en la calle tenía cosas buenas pero también cosas malas, como discusiones con otros músicos y bailarines. No era tan fácil como ponerte a tocar en la calle y ya está, sino que tenías que pelearte por el espacio, con los vecinos, con los comercios, con los policías… Es duro, pero creo que merece la pena pasar por eso. Yo estoy super contenta de haberlo hecho.
-¿Es importante no romantizar las cosas?
-Claro, todo tiene su cara A y su cara B. Hay muchísima competencia porque se gana muchísimo dinero en la calle. Quizá nosotros —los músicos— menos, porque nos vamos moviendo, pero la gente que hace espectáculos había muchas veces que ya tenían sus sitios fijos, y si tú te metías en ellos había guerra. Y gritos.
-¿Recuerdan algún momento en concreto que les impactara?
-Sí. Una vez vino un músico con la ceja partida. Le preguntamos qué le había pasado y nos dijo que unos bailarines le pegaron porque, al parecer, éste chico les había ocupado el espacio. Ahí te das cuenta de que hay muchísima competencia, pero son cosas que la gente no sabe. La gente piensa que es llegar, ponerte en cualquier esquina y sacar poco dinero. Y no. Aquello es una jungla total y hay un vacío legal enorme, y como encima es una jungla donde se saca mucho dinero, más difícil todavía. Estamos hablando de que cualquier día que estuvieras tocando podía pasar un jeque por la calle y te soltaba cincuenta o cien libras. De hecho recuerdo que cuando volvimos a España, primero a Zaragoza y después a Madrid, yo me seguí yendo allí una vez al mes; estaba tres o cuatro días, tocaba los tres días y sacaba dinero para vivir en España un mes, tranquilamente.
-De esa incursión británica salió su primer EP, 'Busking Problems', editado por Clifford Records. Nada que ver con el disco que están presentando ahora.
-(Risas). Sí. Es que el hecho de irnos cambió completamente la manera en la que tocábamos. Si no hubiéramos ido yo creo que probablemente nuestros directos no serían como son ahora. Igual serían menos llamativos o más tranquilos.
-Ese primer EP se componía de cuatro temas grabados en directo, sin cortes ni arreglos. Algo muy crudo propio de las primeras veces.
-Hay mucha distancia entre el EP y éste largo, porque al final cuando nos fuimos a Londres no éramos una banda como tal. Nos fuimos las dos y hacíamos música las dos, pero no éramos un grupo. Ya allí empezamos a grabar, a hacer canciones y demás. Y sí, desde las canciones del EP que grabamos en versión analógico a ahora hemos cambiado un montón. Lo de antes era más punki, grabábamos sin claqueta, en directo, las dos a la vez… Eso no lo hace nadie. Y claro, salió un EP analógico muy guay pero muy punki; más sucio. Ahora todo está más cuidado, cada una graba por separado —como hace casi todo el mundo—, con claqueta, con arreglos… Estamos haciendo un nuevo directo, metiendo las bases y las claquetas a esos temas del principio, y está siendo un infierno, porque ahora las canciones van con dos cambios de ritmo y dos cambios de claqueta, y ya. Pero antes a lo mejor había seis cambios de claqueta o seis cambios de tempo. Se nota que era todo más anárquico. Ahora ya tenemos en cuenta los tiempos, las estructuras y todas esas cosas.
'Bipolar', su primer largo. Lo presentarán hoy en Torrelavega. ¿Con él entraron a Subterfuge Records?
-Sí. Nosotras ya habíamos hecho este disco antes de entrar a Subterfuge, lo que pasa es que desde el sello escucharon un par de adelantos y nos dijeron que lo querían sacar ellos. Pero el disco ya estaba hecho. Ha sido un disco que nos costó mucho sacar porque justo iba a salir en marzo de 2020, pero por la pandemia terminó saliendo en 2022.
-¿Es complicado conectar con las canciones que vas a tocar cuando tardan tanto en ver la luz?
-En nuestro caso no del todo, porque como son canciones que por la pandemia no las pudimos tocar y estamos cambiando la propuesta del directo, de alguna manera no son tan viejas como si hubiéramos estado cuatro años tocando las mismas canciones y luego ahora sacamos el disco. A mucha gente le pasó eso de presentar canciones nuevas en sus directos antes incluso de sacar el disco, pero a nosotras no. Así que con esta gira las estamos tocando por primera vez.
-Con esa gira llegan a Cantabria. No es su primera vez en la región.
No, en julio vinimos por primera vez. El show en un principio era en Boo de Piélagos pero se cambió de localización. Al final no nos dimos cuenta de nada porque el programador lo arregló todo y salió todo muy bien. Además nos grabaron para hacer un concierto en realidad virtual. Fue el primero que hicimos así, y fue en Cantabria.
-¿Sienten que ya se han hecho un hueco aquí?
-(Piensa). Aún no. En sitios como Galicia o Cataluña ya tenemos interiorizado que si nos llaman para tocar va a haber gente a la que le gustemos y venga a vernos, pero en Cantabria, como solo hemos venido una vez en julio y ahora en diciembre, todavía no sabemos cuál va a ser la reacción de la gente. Esperamos que quienes estuvieron hace unos meses vuelvan para poder hacernos un nombre por aquí, y creo que el Verduleras estará muy guay para eso. Además he estado cotilleando las redes de esta segunda edición y creo que va a ir mucha gente que le guste el ambiente que conlleva ese festival, así que tenemos muchas ganas de ver cómo reacciona la gente. Ojalá muy pronto tengamos un nombre por allí.
-Sin dejar de lado su base de guitarra eléctrica y batería, los sintetizadores han ganado presencia en su propuesta. Además, dicen que han compuesto muchas cosas nuevas. ¿Su siguiente trabajo pasará por el filtro de la electrónica?
-Sí, queremos hacer un rock moderno, con estructuras diferentes y sobre todo con bases y sintetizadores que le den otro rollo. Si mezclas bases con otro tipo diferente de música te da unas posibilidades de componer increíbles. Hay que intentar no hacer lo mismo siempre y tener una marca personal. Que cuando se forma un grupo de rock la gente no diga: «ah, otro más».
-Con un par de amplificadores y un par de pedales se pueden añadir sonidos, hacer la puesta en escena más completa.
-Sí, total. Con eso de los amplificadores llevamos jugando bastante tiempo y ahora estamos intentando meter bases diferentes. Creemos que está quedando muy guay; llevamos un par de conciertos haciéndolo y el de Torrelavega será el tercero.
Han apostado por la fórmula del power dúo desde el principio. Se lo preguntaba a BALA y se lo pregunto a ustedes: ¿Ser dos refuerza esa idea de apoyo mutuo, de respaldo?
-Yo creo que sí. No hemos metido a ningún bajista porque creíamos que nos iba a sacar de esa simbiosis que tenemos las dos. Al final preferimos sacar adelante el proyecto nosotras dos porque juntas éramos más eficientes, nos llevábamos mejor en lo laboral, a cada una se le da mejor una cosa y todo salía rodado. Con otra persona más creo que no habría sido así. Siempre hemos tenido objetivos parecidos. Y luego en el directo la gente siempre nos dice que estamos muy compenetradas, que nos miramos, que interactuamos todo el rato… Eso en un grupo más grande quizá falla, no sé. Siempre nos ayudamos. Por ejemplo, cuando probamos sonido siempre voy a mirar los amplificadores de Nerea para ajustárselos a su gusto con los agudos y con los graves. Y a la contra, cuando estoy probando yo viene ella a cambiarme los platos —de la batería—.
-Son dos pero sobre el escenario parecen cinco en cuanto a potencia. ¿Al público le sigue sorprendiendo ese contraste?
-Sí. Es algo que nos decían cuando empezábamos y nos siguen diciendo ahora. Eso de: «tocáis muy bien para ser dos». O cosas así. Aunque visto por otro lado, prefiero que me digan eso a que nos digan «tocáis muy bien para ser tías». En cada concierto nos salen siete bajistas diferentes y siempre tenemos que decir que estamos bien así. Hay gente que no lo entiende.
-Al menos han cambiado la última palabra de la frase.
(Risas). Sí. Tenemos una amiga más mayor que nosotras que tuvo un grupo que lo petó bastante en los noventa. Eran un grupo de tres chicas y un chico, y cuando nos ha acompañado alguna vez a tocar siempre nos dice que hay muchas cosas que nos dicen y que son exactamente idénticas a lo que les decían a ellas entonces. A lo mejor de cara a la publicidad y la concienciación de programar más y hacer más cosas con chicas sí que ha cambiado la cosa, pero de cara a hacer una prueba de sonido, hablar con los técnicos o hablar con los organizadores hay cosas que siguen necesitando un cambio.
-Visibilidad o apoyo mutuo son algunos de los valores sobre los que se cimenta un festival como el Verduleras Fest. ¿Cómo recibieron la propuesta para formar parte del cartel?
-Nos la hicieron hace tiempo y coincidió en un momento en el que nos estaban saliendo bastantes cosas. Estábamos flipando, porque cuando nos llamaron coincidió que a Cantabria aún no habíamos ido nunca, y fue una sensación muy guay ver cómo nos llamaban de un sitio totalmente nuevo.
-Denos un motivo para que quien aún no haya oído hablar de Lady Banana se acerque este sábado a Torrelavega a verlas.
-Puede que nuestro estilo de música guste más o guste menos, pero lo damos todo en el escenario. Nos gustaría que la gente viniera y cuando se fuera saliera con la idea de: «joder, me ha encantado verlas y voy a repetir». Intentamos que el directo sea lo mejor y más potente que tengamos como grupo, y es lo que ofrecemos.
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