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El vellocino de oro era la música, Asier Etxeandia era Jasón y la travesía era larga, con paradas en el cine, el teatro. Pero ya está, 'Mastodonte' es una realidad que gira por España y este viernes para en Santander. 'Mastodonte' era una meta para ... Etxeandia, cuya voz guía en medio de la espesura emocional del disco debut del dúo.
- Mastodonte es un viaje emocional, vital. ¿Las canciones salen siempre de recovecos internos?
- Hay muchas canciones cuyas letras están escritas para la música, para el sonido y para el universo y la atmósfera. Hay canciones que están escritas desde que tenía 20 años, otras con Enrico, otras que he escrito ahora, otras que se han escrito prácticamente solas. Ahí hay una cosa: cuando tu pones toda tu energía en el trabajo se va creando el concepto prácticamente solo. Todas las canciones son para mí etapas de la vida del ser humano: cómo enfrenta las diferentes pantallas que se va encontrando. Todo el disco tiene que ver para mí con una redención -por eso, quizá el primer single se llama así, 'Redención'-, porque buscas cómo encontrar un porqué, que te perdonen, pedir perdón, perdonar; buscar bailar cosas que te emocionan. Casi todo está escrito desde un lugar personal porque yo me utilizo -no por egocentrismo o por hablar de mí mismo- como cobaya para entender la vida. Y nos pasa muy parecido a todos. Vivimos en este mundo, todos nos enamoramos, nos venimos abajo y arriba, estamos oprimidos por la sociedad, todos tenemos sueños, a todos nos abandonan.
Es curioso, este disco tenía sentido cuando lo escribí pero ahora ha cobrado más sentido. Yo no sabía que las letras que había escrito, y eso es algo que he descubierto en las últimas escuchas, podían rimar tanto con mi momento actual, aún más que en el momento en que las escribí, casi como un presagio de cosas que me iban a suceder, personales o profesionales. Por eso digo que el 'mastodonte' es más inteligente que nosotros mismos.
-Mostrando y compartiendo esa intimidad ,¿siente que puede salir herido o, por el contrario, fortalecido?
-No, el arte es balsámico. Todo lo que se comparte es bueno y saludable. Por eso me considero artista, no porque crea que haga arte sino porque voy en busca de ello. Para mí es saludable, terapéutico. Es como un acto psicomágico el bailar los dolores y compartirlos. Es pensar, cuando ves a alguien bailando, que le pasa como a ti. Es bueno para todos. En mi caso, es bueno.
-Montó su propio sello para editarse: 'Factoría Madre Mastodonte'. ¿Lo hizo porque sentía que iba a romper demasiadas costuras en la industria o fue por otras razones?
-Por todas. Primero porque yo entraba nuevo en la música y porque tenía miedo de que me engañaran. Y también porque tengo muy claro cómo quiero mostrarme, clarísimo, no necesito a ningún asesor artístico. He soñado toda mi vida con ello, sé perfectamente cómo hacerlo. Y luego porque cada vez que intentaba acercarme a alguien veía algo que no me gustaba: me daban directrices de cómo hacer las cosas, desde cuánto tiene que durar una canción para que suene en la radio, de cómo hacerlo todo. Y yo voy a hacer lo contrario, para eso estamos los artistas, para romper con todo ello. No solo estamos intentando vender. Por supuesto que queremos llegar a mucha gente y que tenga éxito lo que hacemos, pero es más importante ser coherente. Enrico y yo no hubiésemos podido hacer este disco si hubiésemos estado en manos de una discográfica, aunque nos hubiese ayudado mucho más económicamente. No te puedes hacer idea del trabajo que conlleva sacar esto adelante. Te cierran hasta las puertas; lo hacemos todo nosotros. Y cuando digo todo, es todo: desde el mínimo objeto que sale en un videoclip hasta la última llamada de preprodución, de logística. Lo hacemos nosotros y un grupo de gente que confía y está en la Factoría y a la que podemos engañar de vez en cuando [ríe].
-Su música parece pensada para generar comunidad, para generar comunión con la voz, la interpretación, las máscaras, el baile... ¿Los límites artísticos, los límites entre disciplinas no son para usted?
-Solo decir límite y artístico es algo que ya va en contra. Tiene que haber coherencia. Si investigas en lo que hacemos, cada mínimo detalle y decisión tienen un por qué y una simbología. Nos hemos empeñado y hemos investigado mucho para que todo tenga coherencia, para encontrar nuestro sentido, que todo tenga coherencia con nuestra emocionalidad. Pero límite ninguno, al contrario, hay que intentar pasar los límites.
-Viendo cómo se entrega, ¿podría decirse que para contarse usted necesita cierta épica?
-Bueno, también puedo ser comedido [risas]. Pero porque quizá para lo que cuente deba serlo. Todo depende de que lo que estés contando. Si mis canciones fuera íntimas, yo solo con mi guitarra..., pero no es el caso. Lo que cuento tiene que ver con la superación, con superar obstáculos. No es que necesite la épica sino que sale sola. Y también tiene que ver con entregarse, con ser como uno es. Yo no estoy intentando ser lo que no soy. Yo soy así: intenso, para bien y para mal. Y la gente que me conoce sabe que soy así. Sería poco coherente mostrarme de otra manera. Yo me emociono brutalmente, y Enrico también, con ciertas cosas. Y eso es épico [ríe].
-¿Cómo fue la conexión con Alto Campoo para rodar allí?
-Somos muy amigos de la familia que lleva el refugio 'Tres Mares'; de Jaime Martín, de Ruth Díaz. Hice un corto allí y me enamoré de la gente. Después, 'La Caña Brothers' decidió hacer 'Sordo' allí, y fue como una segunda conexión. Me gusta mucho el carácter de la gente de Alto Campoo, tiene que ver bastante con la gente de Bilbao, curiosamente. La 'punkinobleza', como yo lo le llamo. Me siento muy identificado. Me han tratado siempre muy bien, es gente maravillosa. Y el paisaje allí es un paisaje emocional, nos ayudaba mucho a contar, tiene mucha variedad, tiene algo ancestral y algo de pagano. Voy a mantener el lazo con la gente de Alto Campoo toda la vida. Me pareció maravilloso para hacer 'Éxodo' porque si éxodo habla de un montón de gente decidiendo junta que va a buscar tierra fértil, qué mejor tierra fértil que esa.
-Mencionaba que escribió algunas canciones con 20 años. ¿Qué hizo clic para volcarse ahora en la música?
-Fue al revés. Desde pequeño estaba convencido de que mi carrera era la música, como intérprete. La vida me llevó a ser actor por alguna razón, quizá porque creo que la música es también interpretación. Siempre he tenido mi objetivo interno, el que tenía claro: que todo lo que estaba haciendo era por algo, y era para hacer música, mi disco. Todo lo que he hecho en la vida era para llegar a este lugar, para hacer música. No ha habido clic, todo ha sido una estrategia. De alguna forma me he preparado para saber contar lo que quiero contar ahora. Quizá antes podía cantar pero no podía contar. Todo es por algo.
Asier Etxeandia y Enrico Barbaro componen 'Mastodonte', el primer grupo que confirmó en diciembre la organización del 'XI Festival Santander Music'. Este viernes suben al escenario a las 23.40 horas, después de 'Morgan' y 'Second', justo antes de 'Kaiser Chiefs'.
Interpretarán el primer disco del dúo, un disco conceptual que, según han contado en otras entrevistas, se ha montado como un puzle (y cuyos videoclips presentan una factura sobresaliente). Pop, rock, punk, matices electrónicos, Etxeandia y Barbaro, el 'mejor músico multidisciplinar de Europa'.
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