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Con los ochenta cumplidos hace poco, con más de sesenta en lo suyo –porque es suyo–, superado un bache de salud muy grave en su momento y otro más pequeño hace unos días que le dio donde más le duele (cancelar un concierto)... Raphael sigue. ... Con todo, sigue y sigue. Como aquellos conejitos con buena pila que salían en el anuncio. Y en ese camino que parece infinito (y que incluye una mochila de leyenda) hoy vuelve, otra vez, a Cantabria. Será en el exterior del recinto ferial de La Lechera de Torrelavega. Será a partir de las nueve y media (las puertas del recinto se abrirán a las ocho) y será –encaja con eso del camino del artista– con motivo del Año Jubilar Lebaniego 2023. Con disco nuevo, porque este hombre no para. Un trabajo en el que vuelve a rodearse de juventud. La de Pablo López (que escribe y produce). Claro, con todo eso a cuestas, el disco y la gira se llaman 'Victoria'.
–¿Una gira después de celebrar los sesenta años sobre el escenario y este último pequeño bache de salud es una victoria?
–Mi vida ha sido una victoria. A eso está dedicada la canción que lleva ese título y el disco nuevo, en general. Cuando dije de ponerle Victoria se podía pensar que era el nombre de una mujer. Pero no. Es la historia de mi vida, de mi carrera, de mi familia. De todos los años que han pasado, del público… Es una victoria al cien por cien.
–Eso explica que 'De tanta gente', una de sus canciones nuevas, suene precisamente como una biografía.
–Sí. Es como, digamos, la continuación de 'Yo sigo siendo aquel'. En realidad es una cosa real, que pasa todos los días. Yo pertenezco a la gente, a tanta gente… De todos lados del mundo. Y por muchos años, y los que quedan. Porque yo estoy con un espíritu de trabajo y de ofrecerle al público cada vez mejores cosas y mejor hechas.
–En esa misma canción dice 'aquel que nunca va a dejarte'.
–Exactamente.
–Pues, si no le parece mal, le voy a volver a pedir que repita que no se va a retirar nunca.
–Nunca. Es que no podría. Es una cosa interesada, no podría porque estaría todo el día llorando. Y yo no quiero tener un final así. No. Cuando llegue la hora, que, lamentablemente, un día llegará, me quedaré en casa y punto. Pero retirarme yo no voy a retirarme. Nunca.
–En realidad todo el disco es un balance, un detenerse en todos estos años.
–Ha sido el estilo que Pablo ha tomado para hacerlo. Yo le he dado carta de libertad total para hacer lo que quisiera y viera conveniente. Los discos, los maravillosos discos que tengo la suerte de tener, no son sólo obra mía. Hay compositores ahí y hay que creer en ellos, como he creído en Pablo o en su día Manuel Alejandro o José Luis Perales, entre otros.
–Escrito y dirigido por Pablo López, como explica. Si le digo que al escucharlo suena mucho a él, le doy una alegría, supongo. Es muy reconocible.
–Es que tiene que sonar a él también. Eso es bueno. Claro. Como reconoces cuáles son de Manuel Alejandro o de Perales. Se trata justo de eso. De una colaboración entre un artista y un compositor.
–Otra vez se rodea de gente joven. ¿Es parte de la fórmula para explicar qué es hoy Raphael?
–Pues no sé si es parte de la fórmula. Yo no hago nada para que eso suceda. Simplemente me comporto como soy y canto como canto. Pero es verdad que estoy rodeado de gente joven siempre. Ellos están empezando y al estar a mi lado también sienten una emoción grande. Hay historia, hablar contigo es hablar un poco con esa historia. Me dice Pablo, por ejemplo, que una opinión mía es muy valiosa para él. Te reconocen perfectamente y también conocen lo que he hecho. Lo han seguido. Unos más que otros porque tienen menos años que yo, lógicamente. Pero yo tengo público desde que empecé, que son adictos.
–¿Qué ve de bueno y de malo en los artistas de hoy, en la música y en los artistas que más se escuchan hoy en día?
–De bueno, siempre, la ilusión que le ponen a las cosas. El que se la pone, porque no todos le ponen la misma ilusión. Lo demás está en manos del destino, del público. A ellos hay que dejarles que decidan, que quiten y pongan a su parecer.
–Yo le descubrí de verdad en su gira de retorno, tras estar muy enfermo. En el Palacio de Festivales, Raphael y un pianista en el escenario. Parecían veinte. ¿No falta un poco ahora de esa verdad sin artificios?
–Si has notado que pasa eso es que pasa. Porque el público es muy listo. A veces no sabe en qué consiste, pero sí que falta algo. Tú mismo te has contestado.
–Hablemos de la gira. Tras la del sesenta aniversario, ¿esta es muy distinta? ¿Qué vamos a ver?
–Está todo el repertorio grande mío, todos los pesos pesados, como yo digo, y está todo este disco nuevo también. Y cuando acabe el año que viene en América grabaré lo siguiente que está haciendo Pablo para mí, un segundo disco.
–Está en una y ya está casi también en la otra.
–Claro. Yo no me puedo permitir el lujo de dejar muchos baches. Que el tiempo corre mucho.
–He escrito alguna vez en este periódico que si usted hubiera nacido en Estados Unidos sería más leyenda que Frank Sinatra. ¿Cómo lo ve?
–Lo que quieras, pero yo prefiero haber nacido donde nací.
–Buena respuesta. ¿Pero cree que España trata bien a sus leyendas?
–¿Que si nos tratan bien? A mí, muy bien.
–¿No somos un poco cainitas en ocasiones?
–El público es muy entendido y escucha mucha música y, sobre todo, en los sitios. Y sabe quién es un hombre que empieza ahora –lo dice con ironía hablando de sí mismo– y lo han calado, lo han cazado y lo han catalogado. Es un público muy aficionado, que se va a un lugar para verte. Que es muy aficionado. Y mientras el público sea así habrá buenos artistas. Indudablemente soy un privilegiado. Es verdad que no a todo el mundo le gusta esta profesión tanto. Para mí, mi profesión es lo más de lo más. Pero hay gente que lo hacen, sí, pero con otro interés… Hay gente que le gusta mucho figurar. A mí lo de figurar me da igual. No sé. Cada uno se lo toma como se lo toma.
–Si le pregunto por recuerdos de sus visitas a Cantabria…
–Ufff. Tantos… Desde que tenía quince años en el Teatro Pereda de Santander. La primera vez que fui premiado. Así que figúrate. Y la última, el año pasado.
–Con tantos años de carrera tiene ganado terminar las entrevistas como quiera. Con la frase que le apetezca. Adelante.
–Pues lo que me apetece es: yo sigo.
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