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«Cuando veo a esos músicos de los 70, que se pasaban ocho meses en el estudio, pienso, ¿pero qué hacían?». Hendrik Röver mira al pasado, solo para hacerse preguntas que no encajan con su ritmo actual. En unas dos semanas, Los Deltonos han pulido su decimocuarto disco, 'Fuego', recién publicado. Es cuestión de oficio, como se deduce de sus respuestas y su visión de la labor que implica pergeñar canciones, armarlas de sonido y echarlas a la carretera. Estas trece nuevas criaturas comenzarán recorrer escenarios en el mes de marzo.
- ¿Qué sensaciones tiene uno cuando acaba de publicar un disco?
- Otro hijo más y espero que salga tan guapo como los anteriores
- Tiene usted una familia numerosa.
- Sí. Estuve haciendo recuento y este es el catorce de Los Deltonos y voy por otros ocho propios.
- Eso nos deja una media notable de discos por año
- Las estadísticas ahí no sirven. En la última década mi productividad se multiplicó. Me hice un tratamiento de fertilidad compositiva. Los primeros años era un disco cada dos o tres y ahora me resulta más fácil. Igual es que la práctica facilita el desempeño.
- El núcleo duro de Los Deltonos, al que se incorporó Javi Arias hace un par de años, permanece desde el año 2000 ¿Esa solidez influye en el ritmo de trabajo?
- Sí. Al final tenemos desarrollada esa compenetración que hace que cuando nos juntamos, sin hacer mucho más, suena a Los Deltonos.
- Y ¿a qué suenan Los Deltonos?
- A nuestra particular digestión de todas las corrientes posibles de la música americana de raíz. Es resumen: rock
- Afirma que el rock es la única música que no es una moda pasajera.
- Tengo que creer en ello. Es cierto que al final hay cosas que vienen y van, pero el rock siempre está ahí.
- ¿En alguna ocasión ha metido mano a otros géneros o no le ha interesado mezclar?
- Digamos que he transitado por distintos caminos de la música de raíz. No he intentado hacer nunca un disco de cumbia, por ejemplo. El día solo tiene veinticuatro horas y dentro de este amplio espectro del rock hay tanto por descubrir… Y el que mucho abarca poco aprieta. No puedes estar a todo. Uno intenta estar al día, escuchar cosas que se salen de lo habitual, estar informado y poder hablar de lo que pasa, pero entre folk, soul, country o rhythm and blues, da para varias vidas.
- ¿Usted encuentra cosas que le generen curiosidad mirando hacia el presente o solo en el pasado?
- Es que no me canso de repetir que una de las principales motivaciones y el elixir de la juventud de Los Deltonos es que lo mejor está por venir. El pasado está bien. Sacaste conclusiones. Buenas y malas. Pero al final, lo bueno es que los mejores discos están por grabar, las mejores canciones por escribir y los mejores conciertos por dar. Esa curiosidad nos mantiene que parece que tenemos un pacto con el diablo.
- ¿Esa búsqueda constante de superación no genera ansiedad o insatisfacción?
- No hay insatisfacción porque esa inquietud es o debería ser natural en alguien que se dedica a la disciplina artística. Sin eso, entonces sí que no tiene sentido. Si hubieramos seguido haciendo 'El hombre enfermo' durante veinte años, odiariamos la música y el mundo. Seríamos una especie de grupo tributo aburrido de nosotros mismos,
- ¿A favor o en contra de las bandas tributo, entonces?
- Eso lo decide el público. Como propuesta no lo entiendo muy bien; que alguien pague por ver a uno imitando a otro que ya está muerto o peor aún, que sigue vivo. Debe ser la época moderna, pero no acabo de entenderlo. Lamentablemente, una de las cosas que se ha perdido con tanta información disponible son las ganas de investigar. Hay grupos mejores que a los que se rememora.
- Sin embargo, tenemos a nuestro alcance más música que nunca y de forma muy accesible ¿Qué falla?
- Hay tanto que llega un momento en que pierdes minutos de tu vida descubriendo si algo mola o no. Tienes mil grupos en línea esperando a ver si te gustan. Cuando vas por el 237 y te han gustado dos, pasas y vuelves a Otis Redding.
- ¿Es más cómodo esperar que los prescriptores del momento digan si es bueno o no?
- Eso no deja de ser bastante triste. La gracia está en descubrir tú mismo, no estar en el sofá y que venga un comercial a presentarte propuestas.
- Con el fenómeno de Rosalía pasó cierto tiempo antes de que quedaran claras algunas posturas sobre su contenido musical, antes de que se dijera si es buena o un producto
- Rosalía es el típico ejemplo de que cuando el mercado se empeña en que algo te guste, al final acaba gustándote. No digo que ella sea algo malo, pero que de repente parezca que ha reinventado el velcro y la rueda...Tampoco es eso. Pero es lo que te venden. Esta supuesta estrella hace que no puedas ver mucho de lo que hay por detrás y que puede ser mejor.
- Con esos 32 años de trayectoria, ¿la inspiración sigue llegando de los mismos lugares?
- He aprendido a optimizar mis recursos y a apuntar cosas cuando tengo que hacerlo para utilizarlas cuando me hagan faltan.
- ¿Cómo organizan el reparto de canciones en el disco?
- Una vez que tenemos las canciones acabadas cada uno de los cuatro hace su orden. Cada uno aplica su regla de las tres mejores y se hace una media. Y tengo amigos que sé que puedo confiar en sus oídos y opinión. Con ocho o diez opiniones tenemos la lista hecha.
- ¡Cuánta gente decidiendo!
- El sonido final de Los Deltonos se produce entre los cuatro. Y es la foto que circula. Que yo hago otras cosas aparte de tocar, sí, pero el bloque de sonido, la impresión detrás del nombre, somos los cuatro.
- Este verano estuvieron en Sonorama, festival de perfil indie ¿Se sienten cómodos en este formato?
- Somos dados a ir donde nos inviten y que la cosa sea cabal. Y cualquier forma de hacer llegar nuestras canciones a más gente es perfecta. Puede que a priori no sea un sitio típico, pero tuvimos muy buenas críticas.
- Había gente en ese concierto que consideró su presencia en el cartel como lo mejor de la noche
- Justamente el problema es que muchos festivales pecan de unidimensionalidad. Si a la gente que iba a ver solo verde le metes algo azul y nos descubren, solo por eso merece la pena. Tendría que ser todo mucho más variado. Intentar que, aunque de entrada no quiera, el público encuentre cosas nuevas. Que se vayan con una sensación distinta.
- ¿Qué ha descubierto usted últimamente que le haya sorprendido?
- Este año acaba de terminar y es una confirmación de que me gusta lo que me gusta. A nivel personal estoy encantado con Los Hermanos Cubero. Llevo pontificando desde que les conozco y me alegro de que les haya llegado su momento. Y me han gustado mucho los Rad Trads, Tim EAston, Los Chicos que tienen por fin un poco lo que se merecen.
- Nombra tres conciertos que hemos podido disfrutar sin salir de Cantabria
- Eso quiere decir que tenemos bastante suerte con la programación que se hace, generalmente.
- En las canciones de este disco ('Águila', 'Majestad'), con su habitual ironía, se mete en charcos políticos ¿Es imposible abstraerse de ellos?
- La política, si estás vivo, al final estás rodeado de ella y no hay forma de escaparse. No hay que hacer el avestruz. Son tus opiniones con las de otros las que dan forma y definen lo que pasa. Creo que es un error escudarse en frases tipo «todos son iguales y no voy a votar porque no vale para nada»… Y lo digo yo que no puedo hacerlo.
- ¿Por su nacionalidad alemana?
- Sí. Soy alemán de cabo a rabo. Estoy de observador internacional, pero quiero animar al pueblo español a que vote (ríe).
- Pues Cantabria está animada en materia política en los últimos días
- Hay tanto personaje de difícil definición…
- ¿Qué hay de esa visión sobre usted como luthier que fabrica sus propios instrumentos?
- Eso fue una cosa de los 90 que se magnificó mucho. Parecía que iba al bosque y con una navaja suiza fabricaba una guitarra. Existen kits. Solo pones cuatro tornillos.
- ¿Es usted maniático o fetichista con los instrumentos?
- No, al final todo son herramientas y me vale con que funcione. No soy ni de lo antiguo ni de lo moderno. Como todo, hay modelos que te gustan más pero en general… Es una cosa de la que nos reímos los que llevamos muchos años; cuando eres un chaval crees que solo puedes producir tu sonido con tu propio material. Ahora mismo, en un concierto está todo allí, el backline completo. Tu sonido lo llevas contigo.
- ¿Conseguir eso es parte de los galones que da una carrera musical tan larga?
- Es saber ver la parte que es de oficio. Si ves una prueba o los conciertos de los guiris -cualquiera de fuera- la profesionalidad con que se toman todo es muy distinta a la que muchas veces ves aquí. Es gente que toca al mes 20 días al mes, y no puedes estar a chorradas todos los días. Aquí es mucho más difícil que los grupos sean profesionales y un concierto es algo muy excepcional. Es un ambiente al que no estás acostumbrado e intentas buscar donde no hay. A ese nivel es como quien se tira tres horas de prueba. Nosotros si probamos más de media hora es como, ya, ¿no? Cuando tienes el oficio interiorizado sabes lo que hay. Nosotros no vamos a perder el tiempo. Ensayar ya lo traemos hecho de casa
- ¿Y ensayan mucho?
- Casi nada.
- ¿Porque ya tienen ese oficio y ese sonido?
- Eso es. No necesitamos juntarnos a tocar las canciones que ya nos sabemos. Con un disco nuevo quizá tienes que dedicar unas semanas para interiorizarlo. Pero aparte de eso, durante el año, las canciones nos las sabemos. Quedar para repetirlas... Mejor para comer un lechazo.
- Llegamos al final. ¿Cómo le presentaría 'Fuego' a quienes pueden escucharlo ya?
- Un nuevo disco con el sonido de Los Deltonos, pero distinto a todos los anteriores. O, al menos, es lo que hemos intentado.
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