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«Leemos para olvidar, para ser veloces, para que no nos puedan definir las coordenadas», escribe Ben Clark, el poeta favorito de Zahara a día de hoy. Ella sí es veloz. Vive deprisa y maneja con soltura diez asuntos entre manos. Responde a las preguntas ... aprovechando un trayecto en taxi, antes de pasar del papel de artista al papel de madre.
Una charla que se alarga con el tiempo y la felicidad como dos partes de una misma realidad, la suya, en plena efervescencia profesional y emocional. Este sábado, su concierto es uno de los atractivos de la última noche en el Santander Music. Una ciudad «preciosa», que eligió para pasar sus últimas vacaciones y a la que tiene ganas de regresar.
- Disco, gira, televisión, libro...¿Cómo está?
- Bien, la verdad. En un momento en el que siento mucha felicidad.
- Eso parece, viéndola desde fuera.
- He encontrado una conexión con la música súper bonita. Me siento muy feliz en este camino musical. No tiene tanto que ver tanto con tocar sino cómo me siento tocando.
- Interesante. ¿No importa tanto el número de conciertos sino lo que disfruta con ellos?
- Eso es. Desde fuera me dicen que qué bien, que no paro, sobre todo desde un punto de vista económico, porque, claro, repercute, pero lo que me está pasando es que la energía que se crea, lo que siento, la liberación que supone es maravillosa Me quito el estrés aunque haya dormido cinco horas en una furgoneta. Siempre ha estado esa sensación, pero ahora he conseguido consolidarla.
- ¿Dónde cree que está el click que genera esa emoción sostenida?
- Creo que ha tenido que ver con el hecho de haber sido madre, por todo lo que supuso, por ese distanciamiento conmigo misma y que el hecho de que cambien tus prioridades. Tu atención y tiempo se dedica a otra persona. Tenía la necesidad continua de encontrarme. Como el escenario siempre ha sido el lugar de la verdad multiplicada hacia el infinito, cuando empecé tras esos meses de parón, cada vez que tocaba me encontraba en ese lugar. Mi ánima que vagaba por ahí, entraba de golpe en el concierto.
- Nuestra anterior conversación terminó con ese titular: «El escenario es mi lugar favorito en el mundo».
- Sí, me acuerdo porque es eso. Siempre ha estado. Ahora ya he terminado de dar sentido a esa frase. Es cantar canciones de lo que he vivido, siendo completamente libre. La gente me ve bailar y dice que qué gracioso o qué bien pero para mí es un momento de libertad.
- ¡Y un ejercicio físico del que debe terminar agotada!
- (Ríe) Cuando dejo del escenario prácticamente me arranco el vestido bajando por la rampa, como una loca, la gente se aleja caminando de espaldas y necesito como 15 minutos de descomprensión para aclimatarme. Ese estallido acaba de pasar y tengo que volver a la tierra donde sigo siendo un ser humano normal. Vuelvo a ser madre, esposa, amiga, pero ahí arriba estoy con toda mi felicidad. Aunque haya 15.000 personas, siento una soledad positiva. Como si nadie estuviera prestando atención.
- ¿Usted sí presta atención todos los detalles de sus proyectos de principio a fin?
- Sí, estoy encima de todo. En este momento de mi vida solo he delegado la parte burocrática. Por fin tengo unos abogados que me llevan las cuentas, pero tengo reuniones con mi manager para ver el enfoque, el repertorio, la escenografía… Con 'Astronauta' pasamos meses enviándonos referencias, imágenes de pelis ciencia ficción rusa, ese vestuario con Moisés Nieto... Todo lo que tiene que ver con la creación es tiempo que le ganas a la vida. Aunque estés planificando una gira no dejas de pensar en cómo crear estados de ánimo y que las canciones lleven a ellos. Sigues relacionándote con la emoción y el arte y quiero estar ahí. Me gusta, me estimula y nutre a otras realidades. De salarios, impuestos y facturas no quiero saber nada más. Me encanta ver las estadísticas, porque mi discográfica es mi empresa y nunca me desligaré, pero no quiero perder el tiempo con esas matemáticas poco bonitas.
- ¿Qué le sugiere el concepto de tiempo?
- Tantas cosas… Lo que más ansío en este momento de mi vida. Nunca he querido ser más inmortal que ahora. Tengo un hijo maravilloso, una vida que me hace feliz. Quiero tocar más, estar más con mis amigos, hacer más cosas, y cada vez permito menos que me lo hagan perder. Lo es todo.
- ¿En esta sociedad acelerada deberíamos valorarlo más?
- Por supuesto. En esta vida todo se paga con tiempo o con dinero. Si tienes dinero te coges un taxi y si no, te coges el metro y pagas con tu tiempo.
- Hablando de dinero, su último disco supone 40.000 euros pendientes, dijo. ¿La música es un placer caro al que dedicarse?
- Claro que es un placer carísimo y aparte, creces un poco y tienes un caché más alto, viene más gente, pero si de verdad lo consideras un placer, como dices, y tu vocación y tu amor, todo lo que ganas vuelve al mismo sitio del que ha salido. No eres más rica; ganas más dinero y haces cosas más grandes. No coges más taxis; tienes que invertir, pensar en conciertos. Durante la gira de 'La fabulosa historia de…' yo ponía dinero. Pagaba a los músicos y yo no ganaba. Perdía hasta mil euros en un bolo y me daba igual. Salía uno que no palmaba y me merecía siempre la pena, servía para demostrar que era mi proyecto. Como a día de hoy. Intento tratar mejor a mi banda, mejorar las condiciones a todos, comer y dormir mejor, que la puesta en escena sea mejor, con mejor equipo.
- Eso también es una gran responsabilidad
- La responsabilidad sí me gusta. Me mantiene en alerta. No se me puede ir la olla. Siempre hay un trabajo donde hay familias que dependen de esto, la tuya misma. Me da un nervio y una tensión muy potente y poderosa. Cuando vaya mal también me obligará a reaccionar, siempre tratando de ser clara y transparente con todo lo que hago.
- Sería usted un gran proyecto de ministra
- (Ríe). ¡Qué peligro!
- Entre los miembros de su formación es constante un lenguaje no verbal, como la tripulación de ese viaje espacial que pilota ¿Qué sensación le produce su banda?
- Qué buena pregunta. Es la clave de todo esto. Es una sensación como de familia, pero no lejana. Es una fraternidad real. De conexión que sucede casi siempre en el escenario, también un ratito abajo, antes de salir, cuando ellos, que son músicos a los que admiro, están tocando mis canciones y dándolo todo, sintiéndose igual de libres que yo. Me pasa sobre todo con Manuel y Martí. Ellos también son líderes de sus bandas y cuando están conmigo, siento que están en su banda, que sienten las canción. Como si Chris Martin tocase para mí. En algunas canciones me saco el corazón para el público, pero cuando cantan ellos, me giro y les miro porque ese momento es nuestro. Al día siguiente veo las fotos y alucino.
- En este disco no está Chris Martin, pero si David Duchovny que da título a una canción. ¿Le gusta construir ídolos?
- La cultura pop me ha marcado y me ha hecho ser quien soy. Sobre todo la visual. Llegué al pop súper tarde, porque por formación vengo del conservatorio, del jazz, de la copla… ¡Pero si solo me sé tres canciones de Blur! Lo que aparece en mis canciones viene de los libros, de las series que veo. David está taladrado en mi imaginario, forma parte de él de una manera casi física. Mi adolescencia se basó en amar a este personaje. Y a la par, querer que sea mi padre, algo absurdo que roza lo bizarro. Es mi ídolo adolescente que se ha mantenido. Encontrarlo en Nueva York y ser feliz por tenerlo allí ¡fue un doble check!
- ¿Y si tuviera que elegir entre Mulder y Scully?
- Ay, mira, ahora no puedo amar más a Gillian Anderson. Está mejor que en toda su vida.
- Dice que sus canciones vienen de los libros que lee. ¿Y qué hay de los que escribe? ¿Que encontraremos en su trabajo, previsto para octubre?
- Se llama 'Teoría de los cuerpos' y está dividió en tres partes. Después de 'Trabajo, piso, pareja' (su primera novela) me había quedado dentro una sensación muy bonita y no sabía cuando podría repetir y volver a escribir. Me seguían viniendo ideas, pero no tenía capacidad de incluirlas en una gran historia, así que las he ido guardando como historias por sí solas. Más cortas, con poesía, con prosa un poco poética, un estilo más narrativo y lo fui guardando. No sabía si sabría hacerlo bien.
- ¿Y cuándo llegó la seguridad sobre esa colección de palabras?
- Cuando tuve material suficiente, lo fui enseñando y había cierta aprobación. Se lo mandé a mi editora y buscando el título vi que todos los poemas eran muy carnales. Abordaban las relaciones emocionales a través de las físicas. Cómo nos afecta un dolor emocional, el echar de menos, cómo somatizamos...Recordé de mis años universitarios que había en las matemáticas algo que me sonaba sobre la teoría de los cuerpos y descubrí que viene del álgebra y que tiene esas tres partes que componen el libro. La definición no la entendía pero era súper poético, parecían metáforas de una extensión de un cuerpo dentro de otro.
- ¿Las matemáticas pueden explicar un embarazo?
- Totalmente y cómo se relacionan los cuerpos por sustracción, por eliminación…¡Es la vida misma! No podía creer que eso estuviera ante mis ojos y que fuera tan bonito y tan cierto ¡Qué broma era esta! Aluciné. Cuando llegué a la parte de la 'extensión', hay unos elementos llamados trascendentales y decidí meter ahí los textos sobre la maternidad, la muerte, los sueños... todo lo que sucede más allá de los cuerpos. ¡Le debo tanto al algebra!
- Cuando uno se dedica al arte suele buscar cables a tierra en personas de otras disciplinas y sin embargo, usted ha encontrado a la poeta Patricia Benito
- Mi media naranja es tan media que me preguntan si somos novias. ¿Dónde ha quedado la amistad entre dos mujeres? Dos hombres son colegas y dos tías se van juntas a crear, se beben un vino y tienen que estar enrolladas. ¿Qué broma es esta? Es una persona que apareció en un momento determinante, me hizo conectar con la poesía y sacar este poemario tiene mucho que ver con ella. Me aporta cosas personales maravillosas, porque me siento yo misma todo el rato, pero profesionales también, porque nos retamos en positivo. Nos estimulamos para crear y nos facilitamos en ese sentido todo el rato. Me inspira. Se ha convertido en un persona muy importante.
- Y transmitiendo sentido del humor y diversión a raudales
- En ese sentido me ha pasado como con mis músicos, esa sensación de abrirte. Como esta charla, que no es una entrevista. Cuanta más verdad hay, mejor arte hay. Con los textos también pasa. Ella es muy sincera y no tenemos pudor, hablamos mucho de lo que sentimos. Nosotras después lloramos de la risa con los vídeos. No podemos reír más. No hay nadie más pava que nosotras.
- Hablando de sensaciones ¿qué le producen noticias como la cancelación del concierto de Luis Pastor?
- El arte no se puede condicionar en absoluto. El arte es libre y tiene que ir más allá de las personas. Aún así, intento verlo como con todo, atendiendo a las dos partes de una historia, que cambia según el prisma de cada uno. Por ejemplo, ¿por qué está mal que alguien no quiera contratar a un artista pero está bien dejar de escuchar a un artista que no comparte tu puntos de vista? No porque Picasso fuera un misógino su obra pierde valor. Su obra es genial sea él lo que sea. Me gusta hablar de estas cosas con personas que me iluminen.
- ¿Cuantos libros tiene en la mesilla de noche?
- Ay, por favor. Tantos sin abrir….¡Todos en la página 4! Leo mucha poesía. A Ferrán Pontón, que inspira a las ovejas si se pone y a Ben Clark que se ha convertido en mi poeta favorito. Es un desahogo literario que no requiere una hora. También leo artículos, pero novela me cuesta mucho.
- Y, en tránsito por este énfasis productivo y vital, ¿tiene ya canciones nuevas?
- Un montón. Estoy tan creativa que no puedo parar. Cuanto más estoy en la música, más estoy en el escenario, más creo en casa. De hecho, me he comprado una guitarra, estoy empezando con el piano, Iván Ferreiro me ha creado un synte… Nunca he hecho tantas canciones esta velocidad.
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