En los últimos años, Jaime Martín (Santander, 1965) ha tenido que cambiar de pasaporte varias veces porque en sus hojas ya no cabía un sello más. El músico (flautista) que desde 2013 se dedica a tiempo completo a la dirección de orquestas acaba de renovar ... por cinco años como titular de Los Angeles Chamber. Además de continuar con sus otros compromisos internacionales en Irlanda y Suecia, el pasado 17 de mayo, la Orquesta Nacional de España anunciaba que será principal director invitado en la temporada 2022/23. Una trayectoria que lo ha llevado también a regresar en las últimas temporadas al frente de la London Symphony, la London Philharmonic, las Sinfónicas de Sidney, Melbourne, Amberes, Colorado o la Orquesta Gulbenkian, entre otras. Atiende a El Diario Montañés desde su domicilio de Londres. Feliz porque puede disfrutar de la libertad que le proporciona dirigir y con la vista puesta en el Festival Internacional de Santander que dirigió en los últimos años y del que ahora es asesor.
-Ha renovado por cinco años más como director de Los Angeles Chamber Orchestra (LACO) y los medios de comunicación norteamericanos han tratado esta noticia como hacemos en España con la renovación de los futbolistas más galácticos. ¿Cuánto tiene de estrella un director de orquesta?
-Ja, ja, ja. Tengo que decirte que renovar cinco años más con esta orquesta para mí es fantástico porque mi primer contrato era de tres y con el covid se nos quedaron muchas cosas paradas, pese a que hemos hecho mucho contenido online. En este tiempo he estado dos veces en Los Ángeles y la semana que viene regreso. No me puedo creer que con la pandemia haya podido viajar. Mi último viaje fue en noviembre y fui con una visa especial por causa de interés nacional. Así que, contestando a tu pregunta y aunque yo no me siento para nada una estrella, es cierto que el policía que estaba en el control de pasaportes del aeropuerto de Los Ángeles cuando vio mi visa me preguntó si era famoso porque si no no tendría ese documento. Ja, ja, ja...
-Tanto Leslie Lassiter, presidenta de la junta de la Orquesta de Cámara de Los Ángeles, como el periódico The Telegraph de Londres, entre otros, destacaron a raíz de esta renovación «su alegre visión musical» y «su contagioso disfrute de la música en el público y en la orquesta». ¿Tan aburridos estaban antes de su llegada?
-No creo que estuvieran aburridos, aunque tampoco puedo comentar cómo estaban antes. Sí te puedo decir cómo están ahora. Desde que he llegado, mi estilo con la orquesta se ha centrado en tener un contacto muy directo con el público y cada concierto que he hecho se lo he presentado en el escenario. Un poco como hice hace años en Santander con la Joscan. Y eso les ha encantado. El público valora mucho tener un contacto directo con quien está en el escenario. Y en sentido creo que me han visto como una persona cercana.
-¿Ya le ha dado tiempo a hacer lo que se planteó a su llegada?
-He podido hacer lo que quería hasta que llegó el covid. Empecé a trabajar con ellos en 2019 y en marzo de 2020 todo tuvo que parar. Así que creo que renovar con ellos ha sido algo positivo.
«Estar en un mismo sitio disfrutando todos juntos es ahora más importante que nunca»
-Tengo que volver a un símil futbolístico porque se acaba de anunciar que será el director invitado de la Orquesta Nacional de España en la temporada de 2022/2023. ¿Siente que es jugar en casa o cómo si le fichase la Selección?
-Para mí ha sido una gran alegría. La primera vez que dirigí esta orquesta fue el año pasado, durante el concierto de clausura del Festival Internacional (FIS) porque su director titular, David Afkham, canceló el mismo día de la actuación por haber dado positivo en covid. Luego les volví a dirigir en enero y la verdad es que la conexión con los músicos ha sido estupenda desde el principio. La relación de un director con una orquesta es siempre cuestión de química y hay veces que funciona y hay veces que no. En este caso, parece que sí ha funcionado bien, de una manera muy rápida y se ha visto reflejado en este nombramiento de principal director invitado. Así que, como dices, es como jugar en casa y en la Selección. Pero para mí lo más increíble es estar frente a la orquesta que dirigió Ataúlfo Argenta.
-Hemos hablado de Los Ángeles, de la Nacional de España, pero además continúa como director titular de RTE National Symphony Orchestra de Irlanda y de la Gävle Symphony Orchestra (Suecia). ¿De dónde saca tiempo?
-No paro. Y ese fue uno de los motivos por el que tuve que dejar la dirección del Festival Internacional de Santander, para poder dedicar tiempo a lo que hago, que es ser músico.
-¿Recuerda su primer concierto como director?
-Claro, cómo voy a olvidarlo si fue en Santander. Allí dirigí por primera vez una orquesta profesional aunque antes había dirigido ya una de jóvenes que fue lo que me hizo dar el salto. Desde que era estudiante ya me atraía la dirección de orquesta, pero nunca tuve la necesidad de hacerlo porque era feliz tocando la flauta. Pero nunca olvidaré ese primer concierto en Santander, con la Orquesta de Cadaqués y la Tercera Sinfonía de Beethoven. Neville Marriner dirigió la primera parte y yo la segunda. Recuerdo haber vivido una combinación de nervios, imposible de describir por dirigir una orquesta a la que yo respecto muchísimo, y la vez una sensación de libertad muy difícil de explicar. Muchas gente se cree que los directores tenemos una sensación de autoridad o de puesto de mando, y para mí no tiene nada que ver con esto. Me siento libre con mis ideas e intento que los músicos también se sientan así.
«Cantabria reaccionó tan bien el año pasado que se merece un programa excepcional»
LA PRÓXIMA EDICIÓN DEL FIS
-¿Y cómo se ve al público desde la tarima de un escenario?
-Es curioso. Los músicos siempre hemos contando con el público, pero ahora desde que empezó la crisis sanitaria es más importante que nunca. La falta de público nos ha hecho darnos cuenta de lo importante que es. Y no solo para dar sentido a lo que hacemos, sino también por lo importante que es en el momento en el que se celebra cualquier actividad cultural. Es entonces cuando compruebas que la música es un camino de ida y vuelta y que la reacción es muy importante para el intérprete.
-Se acaba de presentar una nueva edición FIS. Usted sigue vinculado como asesor artístico. ¿Qué destaca del programa?
-Creo que lo que ha hecho su directora, Valentina Granados, tanto este año como el pasado en plena pandemia es un milagro. Yo me he sentido muy feliz con la programación de los últimos años, pero conseguir los artistas que van a venir a Santander este verano, teniendo en cuenta como está la situación sanitaria, es un milagro. Viendo la reacción del público de Cantabria el verano pasado creo que es exactamente el programa que se merece. Es una programación absolutamente excepcional.
-¿Le veremos entre el público?.
-Por supuesto. Tendré que hacer muchos ajustes pero me pasaré por Santander. Y no dejo de dar la enhorabuena a Valentina y a todo el equipo porque estamos en un momento muy difícil en el que hay que ser flexibles y yo creo que el Festival ha sabido serlo. De los impedimentos y las dificultades ha conseguido hacer virtud.
-¿Su flauta permanece en el estuche?
-Sí. Ofrecí un concierto en noviembre en Los Ángeles y desde entonces no la he vuelto a sacar, pero nunca se sabe. Puede que vuelva a sonar.
-Durante esta pandemia ha quedado claro lo importante que es la música para nuestras vidas. ¿Por qué se ha tardado tanto?
-Ha quedado claro que no podemos vivir sin cultura y que no podemos vivir sin contacto social. Hemos podido estar durante un tiempo sin música en vivo aunque hemos disfrutado de ella en nuestras casas por medio del ordenador y otros dispositivos, incluso en el teléfono, pero el contacto, el estar en un sitio juntos disfrutando de lo mismo, es más importante ahora que nunca. Y la función de los músicos o de cualquier persona que esté en un escenario es ahora imprescindible como nunca lo fue antes.
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