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El pasado 21 de julio, Los Deltonos hacían pública su disolución. Tras más de dos décadas de carrera, los miembros de la banda tomaban caminos distintos. La noticia, que pilló por sorpresa a los seguidores de la formación, parece que también fue un shock ... para parte de los implicados.
Fernando Macaya (guitarrista) y Pablo Zeta (bajista) han respondido, vía comunicado, a la información difundida por Hendrik Röver. «Creemos que tenemos el derecho —y sentimos la necesidad— de dar nuestra versión de unos hechos que han llevado a la disolución de una formación que, tras 22 años juntos, Hendrik Röver decidió romper el pasado 18 de julio, de manera unilateral y por sorpresa«.
Ambos, que se reconocen en shock, tristes y enfadados, aclaran que su escrito «no es una pataleta», sino una «simple aclaración que creemos necesaria, ya que no estamos de acuerdo con lo que dio a entender un comunicado oficial que no refleja la realidad de la situación que hemos vivido».
Añaden que esta situación, sobre la que «no se nos consultó pese a ser parte afectada», se han visto obligados a reaccionar porque se trata de algo verdaderamente importante para ellos: «nuestro trabajo, nuestra carrera musical, nuestra vida durante más de dos décadas. Sentimos la necesidad de explicar a nuestros fans (porque también los sentimos como nuestros) la realidad de lo ocurrido en el cambio de formación de uno de sus grupos favoritos».
Los hechos se remontan, según explican, al pasado 18 de julio, tres días antes de que se hiciera pública la ruptura. Estaban en Navia (Asturias). Después de hacer «un buen concierto» en el que todo había transcurrido «con total normalidad, disfrutando en el escenario como tantas otras veces», recogieron bártulos y cuando iban a marcharse cada uno a su casa, «Hendrík nos comunicó que rompía la formación y que solamente contaba con Javi (batería) para el concierto del fin de semana siguiente en Jaén». La explicación a estos hechos fue «Hace años que no me gusta el sonido del grupo», añaden.
«A día de hoy no hemos vuelto a saber nada de él, ni una llamada, ni un mensaje, nada», lamentan. «Después de tantos años juntos, siguiéndole hasta el fin del mundo, compartiendo muchas aventuras y fechorías, sintiéndole como un hermano mayor, hemos recibido este mazazo, con el que nos sentimos decepcionados y confundidos», exponen. Unos días después, ambos se enteraron de que «Hendrik llevaba semanas preparando los conciertos ya concertados para el resto del verano en otro formato, con nuestro gran amigo Sergio «Tutu» como bajista».
Hay un aspecto en el que se muestran categóricos: «La empresa Los Deltonos nunca fue un grupo. Los Deltonos es Hendrik Röver». Detallan esta afirmación: «Él gestionaba todo, él daba las entrevistas y hacía declaraciones en nombre de todos aunque sin contar con nuestra opinión, e incluso en alguna ocasión nos puso en evidencia al hacer alguna declaración en contra de algún colega de profesión». Respecto a la definición de la banda como empresa, concretan: «Siempre tuvimos claro que él era Los Deltonos, él tenía todo el derecho a poner sus condiciones, y precisamente por eso nunca entendimos la falta de transparencia en la gestión de las cuentas durante todos estos años: salíamos a tocar a la otra punta del país sin saber cuánto dinero se iba a cobrar o cuál era nuestro caché«.
Miran hacia el pasado; «Cuando todos éramos más jóvenes, no teníamos familia ni otros compromisos laborales, nunca pusimos pegas a nada, no queríamos crear malos rollos. A medida que hemos ido madurando nos hemos ido dando cuenta de que esta manera de gestionar las cosas no es justa. Ni la falta de transparencia por un lado ni por otro lado la falta de empatía hacia nosotros cuando necesitábamos compaginar nuestros otros trabajos con ensayos y conciertos«.
Durante sus 22 años juntos, llegaron a grabar 12 discos, cuya gestión califican como «extraña». Él hacía las canciones, a las que nosotros aportábamos nuestro estilo propio, además de un montón de ideas, estructuras, melodías, o cambios de acordes, para terminar grabando en el estudio durante largas jornadas de trabajo no retribuidas ni compensadas de ningún modo, ni siquiera con un pequeño porcentaje en la venta de los discos. Cuando convenía, éramos una banda de rock; cuando no, era solo él«.
Uno de los motivos que encuentran para esta brusca disolución está en el cambio de actitud. «Creemos que al reclamar nuestros derechos como trabajadores nos hemos vuelto incómodos para Röver -señalan- Ante la falta de más explicación por su parte, hemos llegado a la conclusión de que al verse presionado por nuestras posturas le ha resultado más sencillo desmantelar el grupo de esta manera tan fría y calculada, sepultando así más de 20 años de amistad«
Terminada la etapa y con la vista puesta en sus proyectos paralelos, «una de las cosas que más nos duele es no habernos podido despedir en el escenario como es debido. El día 18 de julio en Navia nos subimos a las tablas sin saber que ese era nuestro último concierto. Es una pena que llevamos muy dentro y con la que viviremos siempre, porque os echaremos muchísimo de menos«.
«No nos imaginamos mejor despedida que rockeando, sudando y cantando todos juntos, pero ha sido imposible. Así pues nos despedimos desde aquí con un enorme y caluroso abrazo y con el gran placer de haberos conocido».
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