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El ángel de la guarda de los instrumentos de Vetusta Morla

El ángel de la guarda de los instrumentos de Vetusta Morla

DMúsica ·

Javito González es uno de los técnicos de escenario de referencia en nuestro país y lleva años girando con Vetusta Morla, formación que este viernes será la encargada de abrir el festival Sónica de Castro Urdiales

Viernes, 16 de julio 2021, 10:09

Los técnicos de escenario —conocidos como 'backliners'— pasan desapercibidos para el público, pero son los encargados de cambiar los instrumentos de los músicos durante los conciertos y de que estos funcionen a la perfección. En nuestro país no hay más de treinta profesionales de primer nivel, entre los que encontramos a Javier González Coll, conocido como Javito. «Somos muy pocos. Lo peor de todo es que en condiciones normales sobra trabajo. No damos abasto. O entra gente nueva o va a ser imposible cubrir todas las grandes giras de este país».

Javito ha recorrido la geografía nacional de la mano de muchos artistas de referencia y actualmente es una pieza importante en los conciertos de Quique González y Vetusta Morla, una banda que pisará el festival Sónica de Castro Urdiales este viernes a las 20:45 horas.

- El catálogo de músicos con los que ha trabajado es bastante grande.

- Trabajaba en una empresa de sonido y un día el dueño me propuso ayudar a OBK en un concierto porque entendía de instrumentos y además tocaba en varios grupos. Ahí empezó todo. He trabajado con artistas como Amaia Montero, Duncan Dhu y Fuel Fandango. He estado diez años con Iván Ferreiro, estuve con Rulo hasta que tuvo que hacer recortes en su equipo por culpa de la pandemia y llevo siete años con Vetusta Morla. Este año compagino la gira de estos últimos con la de Quique González. Casi toda la gente que forma parte del equipo de Vetusta Morla lleva mil años con la banda, no es como con otras formaciones que lo mismo en cuatro años han tenido diez técnicos de monitores.

- ¿Cuál es la función de un 'backliner'?

- Los técnicos de escenario nos ocupamos básicamente de los instrumentos de los músicos. Somos los señores de los instrumentos. Montamos y ajustamos los instrumentos, los amplificadores y los pedales. Durante los conciertos, nos encargamos de dar asistencia a los artistas: vamos cambiando las guitarras, los bajos y otros aparatos sin que se resienta el ritmo del 'show'. De normal llamo mucho la atención por mis tatuajes y mi aspecto, pero no sería la primera vez que han venido amigos míos a algún bolo y no se han dado cuenta de que he paseado veinte veces por el escenario para cambiar guitarras. Con Vetusta Morla estamos viajando actualmente dos 'backliners' y un técnico de MIDI, una figura que se encarga de gestionar un montón de aparatos electrónicos que se incorporaron en la gira del último disco.

- Vetusta Morla lleva años siendo uno de los grupos que más público mueve en nuestro país, ¿cuánta gente son en la gira?

- En el escenario solemos estar entre doce y quince personas, contando a los músicos de la banda. Fuera de él, más de lo mismo. Hay artistas pequeños que pueden llegar a una ciudad y montar todo lo necesario para dar un concierto en una hora, pero nuestro 'show' es tan complejo que solemos viajar un día antes de los conciertos y empezamos a preparar todo a las siete o las ocho de la mañana. Para llevar un 'show' de esa envergadura tiene que haber bastantes personas manejándolo todo. Por ejemplo, hay gente que gestiona el montaje de las luces del escenario. No entiendo mucho de iluminación, pero esos pobres son unas cuatro o cinco personas y se pasan todo el día trabajando sin parar.

- ¿Cómo se forma alguien para ser 'backliner'?

- Están empezando a salir cursos. Hasta ahora se trataba más bien de un oficio que hemos ido aprendiendo la gente que nos dedicamos a ello. En España somos muy pocos profesionales de primera división: unos treinta. Todos nos conocemos, nos llevamos genial, nos pasamos trabajo e incluso nos ayudamos a la hora de resolver los problemas con los que nos encontramos a diario: no sería la primera vez que un instrumento de uno de los artistas con los que he trabajado ha fallado, no he sido capaz de arreglarlo y ha acabado solucionándome el problema un compañero que estaba en la otra punta del país. Tenemos un grupo de WhatsApp y si por alguna razón a alguien le surge un imprevisto y no puede hacer un concierto, entre todos localizamos a una persona que le cubra, aunque eso suponga hacer muchas horas de carretera.

- Trabajando con varios artistas a la vez, ¿cómo hace para que no le coincidan actuaciones?

- Ya no es como en los años noventa. Antes los grupos hacían cien conciertos en un año y podías vivir perfectamente. Ahora nos toca enlazar bolos de varios músicos y hacer yincanas de coches, aviones y trenes: la semana que viene estaré un día en Cartagena con Quique González y al día siguiente en Gijón con Vetusta Morla. Todos los años tengo al menos un par de semanas locas.

- Cuando comienza a trabajar con alguien nuevo, ¿cuál es el primer paso que da?

- Tienes que hablar con los músicos sobre sus instrumentos y, en caso de enfrentarte con algo nuevo, buscar información en Google o preguntarle a algún compañero. Por fortuna, no me he encontrado con aparatos muy complejos más allá de banjos, mandolinas y marimbas. Eso sí, hay algunos que, sin ser muy complicados, es un infierno conseguir que estén afinados. Hay una especie de bajo mexicano de madera que se llama leona que es imposible de afinar sobre un escenario. Tienes que encerrarte en silencio en los camerinos para conseguir dar con la tecla. Hay sitios en los que todos los sonidos,incluidos los que llegan desde el público, se cuelan en el escenario y, cada vez que tocas una nota grave, tiembla todo. He visto salirse tornillos por la vibración. Se generan tantas olas de sonido que es imposible afinar nada que no tenga una pastilla electrónica. Además, hay aparatos a los que les afectan la humedad y los focos de luz, lo que hace que se desafinen con facilidad.

- ¿Los conciertos en Cantabria son complicados? En Castro Urdiales tocarán junto al mar.

- Será duro. Hay materiales que sufren muchísimo cerca de la costa. Tú comienzas a preparar un 'show' a veinticinco grados de temperatura y con un ochenta por ciento de humedad y cuando llega la noche la temperatura ha descendido a quince grados y ha subido la humedad, por lo que la madera se resiente, es fácil que los instrumentos se desafinen y tienes que ir revisándolos todo el rato. Además, notas cómo se oxidan mucho más las cosas. Las cuerdas tienen una parte metálica y al día siguiente de actuar al lado del mar ves que han perdido parte del brillo y su sonido no es el mismo.

- ¿Ensayan los cambios de los instrumentos antes de los conciertos?

- Depende. La semana pasada estuve sustituyendo a un amigo que trabaja con Fuel Fandango y simplemente me dio un esquema de todos los cambios y estuve hablando con los miembros de la banda. Pero a veces sí que he tenido que ensayar cosas. Por ejemplo, en la gira de 'Canciones dentro de canciones' de Vetusta Morla participaban bailarines y, como no había muchos huecos en el escenario por los que moverse, nos tocó ensayar.

- ¿Cuántos instrumentos lleva Vetusta Morla en su gira?

- Cada vez que hemos hecho una actuación en acústico hemos llevado una furgoneta llena de cosas. Nunca he contado cuántos instrumentos se pueden usar en un concierto normal, pero, por ejemplo, los guitarristas pueden llevar cada uno cinco o seis guitarras, dos amplificadores y teclados. No te cuento ya la cantidad de cosas que puede llevar Jorge, que hace percusión y usa sintetizadores, no he visto en mi vida a nadie que lleve tantos aparatos. Con tal cantidad de material, es normal que el grupo cuente con varios técnicos de escenario.

- En Vetusta Morla son tres personas encargándose de los instrumentos, ¿cuántos 'backliners' había en otras giras en las que ha trabajado?

- Hace años estuve trabajando en la gira española de Sinéad O'Connor. Eran conciertos bastante tranquilos musicalmente hablando, pero en veinticinco canciones yo tenía veinticinco cambios de guitarra. Con Iván Ferreiro todo era bastante más sencillo. Sobre el escenario había seis músicos, pero ninguno llevaba muchas cosas. Aun así, viajábamos dos técnicos de escenario, ya que muchos conciertos eran en festivales y ahí tienes muy poco tiempo para montar todo. Muchas veces tienes un cambio de diez minutos entre tu actuación y la del grupo anterior y tienes que mover varias estructuras de luces, varias tarimas y preparar un montón de instrumentos, por lo que es necesario que haya un equipo grande de personas trabajando a destajo para llegar a tiempo. Muchas veces acabas de tener todo listo sobre la bocina.

- ¿Cuál ha sido su peor día sobre un escenario?

- He tenido días muy duros. Lo peor que me puede pasar es que un músico se ponga nervioso, se pase gritándome y mi cerebro colapse. No me afecta la presión del público ni tener que trabajar de manera acelerada, pero no soporto los gritos. Entiendo que un músico pueda ponerse nervioso cuando suceden problemas, ya que no todo el mundo gestiona igual las cosas. Es duro que se te rompa un bajo en el mejor momento de una actuación, pero son cosas que a veces pasan, hay que intentar quitarle hierro al asunto. Tampoco se puede romper mi furgoneta y cualquier día me podría dejar tirado. Cuando comencé en la profesión yo también me agobiaba un poco, ya que a veces he viajado con grupos que ni siquiera llevaban repuestos.

- La pandemia ha afectado duramente a la industria musical: mucha gente está girando en formatos más pequeños. ¿Vetusta Morla ha tenido que prescindir de alguien?

- Seguimos viajando el mismo número de personas. De hecho, ellos tenían claro que no iban a dar conciertos si las condiciones no daban para que fuéramos todo el equipo. Siempre se han portado muy bien con nosotros e incluso nos llamaron durante el confinamiento por si necesitábamos un préstamo o cualquier cosa. Hay artistas como Rozalén que han mantenido a su equipo, pero también hay músicos que han recortado en técnicos. En parte lo entiendo, ya que, de la misma manera que yo me tuve que buscar la vida fuera de la música durante una temporada, ellos han tenido que adaptarse a tocar en otros formatos y a que haya menos espectadores.

- Había ganas de volver a ver a Vetusta Morla en directo: en Gijón han agotado entradas y en Castro Urdiales apenas quedan localidades sueltas.

- La pandemia nos cogió en plena gira de pabellones. Hubo que suspender varios conciertos para los que no quedaban entradas. Se nota que la gente ya tenía ganas de volver a ver a la banda. Muchos festivales se han transformado en ciclos de conciertos para poder controlar los aforos y las distancias de seguridad, lo que ha llevado a que los 'shows' hayan subido bastante de precio, pero, aun así, hay gente que está pagando lo que valen las entradas. Encima ves la respuesta del público, cantando y emocionándose pese a tener que estar sentado y te das cuenta de por qué elegiste esta profesión. Se nota que había ganas de música en directo. Eso sí, no tengo claro que este año los festivales vayan a dar muchos beneficios. En muchos sitios ni siquiera hay barras, que son una fuente de ingresos grande de este tipo de eventos. Quique González siempre nos ha tratado genial y nos ha pagado muy bien, pero, si en una actuación sólo puede haber quinientas personas y somos ocho técnicos, no acabo de tener claro que salgan las cuentas pese a que los precios hayan subido. Entiendo que muchos eventos buscarán subsistir este verano para dentro de tres meses comenzar a vender los 'tickets' del año que viene y empezar a ganar dinero.

- ¿Cómo vivió la pandemia? De repente se paró la industria de la música en directo.

- Fue muy duro, no te voy a engañar. De repente ves que tienes cuarenta años, una niña pequeña y que todo lo que sabes, todo lo que has ido aprendiendo, no vale de nada en un mundo sin conciertos. No vale de nada saber cambiar cuerdas de guitarras. La gente te dice que te reinventes, pero, hasta que no estás en la situación de tener que reinventarte, no te das cuenta de que el reciclaje mental y físico es muy duro. Estuve muchos meses haciendo mudanzas gracias a que tengo un furgón que uso para llevar instrumentos y acabé montando una empresa de atrezo con otros 'backliners'. La industria musical va recuperando una cierta normalidad, pero, por desgracia, muchos técnicos se han quedado por el camino. Tuvieron que reinventarse y han acabado encontrado trabajo en otros oficios. Es una pena, ¡con lo que costó profesionalizar todo!

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