La otra cara del Sónica: un espacio natural para reponer fuerzas

El Castro Park, empresa de aventuras ubicada en un espacio apartado, a diez minutos de la playa de Ostende, suficientemente alejado para evitar molestias a los vecinos y turistas ajenos al festival, y suficientemente cercano para desplazarse a pie hasta el centro; se ha erigido como la ubicación ideal para los campistas del festival, especialmente ante la dificultad de encontrar alojamientos. Aquí se desarrolla la otra cara del festival. La que tiene que ver con las nuevas amistades, con el intercambio de sinergias y con compartir experiencias. Alrededor de un millar de personas han acampado en las instalaciones, que cuentan con autobuses lanzadera que les acercan al estadio Riomar para disfrutar de los conciertos.

A tan solo diez minutos de la playa, la zona de acampada es un remanso de paz en los intervalos de tiempo en los que la música no suena en Riomar. Un refrescante chapuzón en el mar cuando una ola de calor está atravesando la península es demasiado tentador y la mayoría no lo ha dudado. Hace demasiado calor para estar en la calle, y los pocos que quedan descansan para afrontar una larga segunda jornada de música y fiesta.

La inmensa mayoría acuden al Sónica atraídos por el cartel. Así lo reconocen, aunque el ambiente y la zona costera de Castro Urdiales también son un foco de atracción. «El sitio y los artistas es lo que nos hace venir al festival», comenta Lucía, que está descansando para llegar fresca a la noche con Héctor, Jorge y Andrea, que llegaron el viernes desde Burgos. «Tanto el viernes como el sábado hay muy buen cartel», afirman. Es el primer festival para Jorge, pero no para el resto del grupo, que lleva el calor «como se puede».

El festival es una oportunidad para ver a sus artistas favoritos en directo, pero también para añadir nuevas canciones a la lista de música habitual. «Me encanta la música y lo que me interesa es escuchar a los artistas que ya conozco, pero también descubrir otros nuevos que a lo mejor nunca he escuchado y haces descubrimientos en estos sitios», apunta Andrea, que acostumbrada al calor sofocante de Castilla y León, está llevando bien el calor.

Los gestores del Castro Park se han embarcado por primera vez en la aventura de acoger a los campistas del festival, dando cobertura a los que prefieren pernoctar bajo las estrellas y en un entorno natural, compartiendo espacio con otros festivaleros. Alrededor de 350 parcelas se han vendido. «Vienen de toda España, de Andalucía, de Cataluña, de Extremadura, de Castilla y León hay mucha gente», dice Anca Murariu, responsable del recinto. La mayoría de las que han acampado son chicas, según ha detectado Murariu, y el ambiente está siendo «muy bueno. Está super limpio, ordenado, la gente recoge». Cuentan con aparcamiento, servicios, desayuno y bar y ya desde la medianoche del jueves comenzaron a recibir a los campistas.

La moda de los festivales lleva a algunos melómanos a peregrinar por los distintos eventos musicales que se celebran. Caso de Raquel y de Carlos, procedentes de Pamplona, que han desembarcado en el Sónica después de pasar por Ortigueira. «Vamos en escalada», dicen. Raquel contesta rápido qué es lo que más le atrae del Sónica: «Carolina Durante sobre todo». Y lo que les llama de los festivales es «la música en directo», por que las acampadas pueden ser un plus «dependiendo de la gente». Después de disfrutar en la primera jornada del grupo madrileño, se preparan para darlo todo en la segunda sesión, y tal como Andrea hagan algún descubrimiento que añadir a su lista de reproducción.