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Paula Díaz
Castro Urdiales
Domingo, 18 de julio 2021, 08:18
Fernando, Sara, Mikel, Daniel y Raquel. Son solo algunos de los nombres de quienes ayer estuvieron detrás del escenario haciendo que todo funcionara y dando sentido —más, si cabe— a ese tema de Raphael llamado 'Mi Gran Noche' versionado durante el directo de Cantabria. Sirvan ... estas primeras líneas como homenaje a su labor.
En lo musical, 'El Drogas' es mucho más que una traición en punto muerto. Es ese personaje que camina por el escenario con la tranquilidad de haber dado muchos golpes —de efecto— en la vida, todos a base de letras que cuentan historias. Y así las cantó durante el repertorio de caña y tranquilidad que prometió ofrecer durante dos horas de reloj, con tiempo para el amor ('Así', 2016); el paso del tiempo ('Debajo de aquel árbol', 2013), la violencia ('Sin Lámpara', 2019) y el alzheimer, una enfermedad a la que dedicó tres canciones en memoria de quienes, en triste consecuencia, ya no están
Quizá por estilo, o por cuestiones de calendario, la segunda cita del festival Sónica congregó una cantidad de público menor que el primer concierto del ciclo —el de Vetusta Morla y Kerchak, con 2.500 personas—, un público que apenas lograba estar sentado en la silla por más que el mismísimo Enrique Villarreal tratara de predicar con el ejemplo interpretando los últimos temas así, sentado, «a lo flamenco».
Persiguiendo esa coherencia discursiva, el momento más aplaudido del concierto fue para los sanitarios: «me vais a permitir recordar a quienes han trabajado y siguen haciéndolo duramente para sacar esto adelante». El de Pamplona quiso recordar durante esta ola covid, y ya van cinco, a quienes con su profesión también sanan a las personas.
Incombustible, esa es la palabra que define a 'El Drogas' sobre un escenario en compañía de su banda. Adjetivo, dicho sea de paso, del que comparte custodia con Cantaebria. La banda de los Corrales de Buelna se encargó de abrir la cita con su 'rock and roll attitude', presentando los temas de su primer EP, 'El rock ha vuelto', un trabajo que vio la luz en febrero del año pasado, a un mes del decreto del estado de alarma en nuestro país.
A Castro Urdiales se acercaron generaciones de varias quintas; los que descubrieron la voz de Villarreal al frente de Barricada, pero también quienes se hicieron seguidores a raíz de su proyecto 'en solitario', o quienes comenzaron a escucharle capitaneando el azulejo frío de Txarrena. De entre todos ellos, alguno creyó conveniente arrodillarse ante su Dios particular; va a tener razón Don Enrique cuando canta eso de «no calienta igual el sol bajo nuestro pie».
La nota entrañable del evento la pusieron los más pequeños de la casa, que con sus cascos de color verde esperanza nos recordaron la importancia de cuidar nuestra salud auditiva. Porque 'más volumen' no significa 'mejor sonido'.
Ahora, tras la euforia del momento y la calma con la que se recorre el camino de vuelta, cabe pensar que la mejor radiografía está en las propias canciones: «se han vuelto a llenar de gente aquellos rincones donde antes solo la luna veía las trampas del comediante».
A gusto.
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