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A las 21.45 de la noche de ayer, lo británico tiñó el estadio de El Malecón. Lo hizo con energía e identidad, dos señas que definen a grandes rasgos lo que ha sido una banda como Suede en la música durante las últimas décadas. ... También con un escenario presidido por tres cabezas de cerdo en sus visuales. Por tanto, quizá, una tercera seña podría ser lo distópico de su puesta en escena. Al menos al principio del espectáculo.
El concierto de la banda anglosajona anoche no fue el más multitudinario de las tres jornadas que han llegado a buen puerto en el Música en Grande —había programadas cuatro— pero quizá sí haya sido el que ha contado con el público más sorprendido por la solvencia de la banda que tenía enfrente, con un Brett Anderson eufórico que no estableció un diálogo directo con el público, porque ante la barrera del idioma está la de la música, y las canciones ya lo hicieron por él. Al menos, con todos los asistentes congregados hasta la media distancia que supone la torre de sonido.
Diez minutos le hicieron falta a Anderson para salir de paseo a las primeras filas, acompañado de un cable infinito, camuflándose entre los asistentes y haciéndoles partícipes de lo que ha sido la única fecha de la banda en nuestro país este verano junto a la antecesora en el 'Vida Festival' de Barcelona.
«Thank you! Muchas gracias, Torrelavega», agradecía el frontman inglés a mitad de show, con un bilingüismo pendiente de mejora y una manera de proceder bien clara: salir a tocar.
Una canción, otra, otra y otra. Sin descanso y con cierta prisa, pero con el objetivo cumplido. Allí, en El Malecón, sonaron 'The Only Way I Can Love You', 'So Young', 'Can't Get Enough'; o, claro, 'Beautiful Ones', tema con el que el azul y el rojo bañaron todo el estadio. Lo dicho; guiño a lo british.
Para cuando comenzó a caer la noche, y para nada contradictorio aunque lo pueda parecer, lo acústico hizo acto de presencia con 'She's in fashion', una canción de 1999 que sirvió para poner el micro directamente cara al público y que fueran ellos mismos quienes completaran las frases. Con mayor o menor fortuna, pero con unas fieles palmas. Idiomas cero, percusión uno.
Canción tras canción, los malabares con el micro por parte del líder de Suede fueron aumentando, al igual que el número de veces que, como suele decirse, «bajó al barro».
Algo que, con toda seguridad, muchos habrán agradecido. Parece que no es incompatible ser una estrella internacional e implicarte con tu público.
La noche de ayer se cerró con una actuación que pocas veces volverá a repetirse en Cantabria, facturando un show de una hora de reloj a la que sólo se le sumaron cinco minutos de descuento, que fueron los que hicieron falta para interpretar 'Saturday Night'.
Porque el relato es importante, y si se hace honor a una canción homónima en tiempo y forma, tenemos el cierre perfecto.
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