Aunque el clarinete es un instrumento de tamaño medio, entre sus manos grandes y rotundas apenas parece una pequeña flauta. Parece imposible que con ellas pueda ejecutar las complejas combinaciones que exigen la interpretación de las obras más destacadas de la música clásica, pero lo ... hace y a un nivel sobresaliente. Es precisamente por ello por lo que François Benda (Brasil, 1964) se encuentra estos días en Santander, participando como profesor en el XX Encuentro de Música y Academia de la Fundación Albéniz. El músico afronta una «semana muy exigente», en la que se suceden clases, ensayos y conciertos. Destaca el nivel de los participantes y en su análisis del sector destaca que «nunca antes había habido tanta gente tocando música como ahora».
-Es la primera vez que participa en el Encuentro de Música y Academia. ¿Cómo valora la experiencia?
-Es una experiencia excepcional en la que trabajamos con jóvenes con grandes capacidades que son escogidos por toda Europa por el profesor Csaba. El maestro escucha a los jóvenes en Berlín, en Viena, en Londres, en París... y selecciona a la 'crème de la crème'. Es un gran placer trabajar con ellos y trato de no solo actuar como profesor, sino también de tocar con ellos como uno más, que es algo que siempre aplico cuando enseño. Es algo formidable porque nosotros tenemos la experiencia, pero ellos tienen una gran energía y una curiosidad desbordante, que es algo muy importante en la música.
-¿La curiosidad?
-Sí, porque cuando perdemos la curiosidad perdemos lo principal, las ganas de descubrir cosas nuevas sobre cada pieza, cada pasaje, cada matiz.
-¿Cómo plantea usted sus clases?
-Estoy dando clase a cuatro alumnos de clarinete, con los que hacemos lecciones instrumentales, trabajamos el repertorio que están estudiando, tenemos grupos de música de cámara, así como el Ensemble. La segunda parte, que es la más importante, se basa en muchos ensayos con algunos profesores y colegas y con los alumnos, en los que trabajamos las obras que luego se interpretan en los conciertos.
-¿Qué valor tiene para los alumnos el bagaje que están acumulando durante esta iniciativa?
-Para ellos la experiencia de tocar con músicos ya formados, con profesores reconocidos mundialmente, es ya un paso que les lleva a sentir que están más dentro de la profesión. Es muy diferente tocar con amigos y compañeros a tocar con profesionales, y eso les hace subir de nivel. Les obliga a seguir a los músicos y también a dar sus propios impulsos para definirse.
-Plantean una formación muy transversal, que abarca muchos géneros. ¿Qué aporta ese enfoque a los estudiantes?
-Eso es algo muy especial de aquí, que existan festivales concentrados en la música antigua, en la moderna... En el Encuentro, en cambio, tocamos de todo, desde el Barroco hasta la música que está siendo escrita ahora. Eso es algo muy valioso porque nos enfrenta constantemente a nuevos retos, y para los estudiantes es lo mismo. Varias de las piezas que estamos trabajando estos días no las había tocado nunca, así que estoy en la misma situación que los alumnos. Ese aprendizaje conjunto nos permite encontrar soluciones musicales para que las obras salgan bien.
«El maestro Csaba reúne aquí a la 'crème de la crème' del talento juvenil de Europa»
-También les explican cómo es la vida real de un músico profesional. ¿Se asuntan mucho?
-Un poco... (ríe). La música es siempre un sueño, pero en la vida real, como en toda profesión, hay una parte muy importante de sacrificio, de lucha, de tensión, de dificultad. Con nuestra experiencia también podemos transmitirles cuáles pueden ser y cómo afrontar estas situaciones difíciles. Les damos consejos sobre qué se van a encontrar cuando entren a formar parte de una orquesta, o en qué aspectos tienen que poner más atención, un conocimiento que es muy importante para su futuro profesional.
-Los alumnos son algunos de los mejores jóvenes talentos del mundo. ¿Qué le aporta a usted compartir estos días con ellos?
-En estos jóvenes nos encontramos con nuestro pasado, con las bondades, las ambiciones, las perspectivas y sueños profesionales que tuvimos nosotros. Cuando les vemos nos damos cuenta de que en realidad solo hemos dado un paso más allá que ellos. Refrescan y fortalecen nuestra sensibilidad, porque cuando llevas interpretando algunas piezas miles de veces puedes caer en la rutina y acabar perdiendo esa aspiración por tocarla de la mejor manera posible porque estamos convencidos de que ya la controlamos perfectamente.
-Talento, juventud, ilusión, método y esfuerzo. Solo pueden salir cosas buenas...
-Sí, porque nos confrontan a nuevas cuestiones, a nuevos puntos de vista que siempre son interesantes y que a los profesores nos hacen mantenernos jóvenes. Son aspectos y momentos muy enriquecedores para todos que aquí se viven constantemente.
-¿Qué retos implica convertirse en músico profesional?
-Es un conjunto de muchos factores. Creo que la bondad de querer hacerlo siempre mejor, de alcanzar una expresión que trascienda, esa motivación para encontrar siempre nuevos impulsos es vital para un músico. La diferencia fundamental entre la profesión de músico y otras más normales, por decirlo así, es que en el momento en que no estoy buscando, en que no estoy luchando por aprender nuevas cosas, como músico estoy muerto. Estamos en constante evolución, tenemos que trabajar nuestro instrumento constantemente, que estudiar la música, que estar siempre en forma. Es así también para un joven de 20 años.
«La educación musical es un factor esencial y los gobiernos deberían potenciarla»
-¿Cómo valora a las nuevas generaciones de músicos?
-Es cierto que los intérpretes de música clásica tenemos una situación particular, pero creo que cada vez hay más gente tocando, no sólo clásica sino de todo tipo. Mucha más que hace 50 años. El número ha aumentado muchísimo, pero creo que la calidad no tanto. Los grandes músicos siempre existirán. Ahora veo una evolución porque los músicos jóvenes tienen un mayor desarrollo técnico, pero también porque en el mundo actual tienen acceso a muchísima información y existen grandes escuelas. Ellos pueden ver a grandes intérpretes en internet cada día. Antes tenías que tener dinero y viajar mucho para poder ver a alguno. Todo ha cambiado mucho, y para bien.
-En Europa es difícil ver a gente joven en los conciertos de clásica. En China, en cambio, músicos como Yuja Wang o Lang Lang son auténticas estrellas entre la juventud, que abarrota sus recitales. ¿Cómo se puede cambiar esa tendencia?
-La educación musical es un factor muy importante. Creo que los gobiernos deberían apoyar más desde la escuela la música en general, y entre ellas la música clásica. Deberían facilitar el acceso a esta formación y al contacto con esta música. El otro día dirigí un concierto para niños y sus caras lo decían todo, estaban alucinados. Si proporcionáramos más acceso a los jóvenes a la música clásica, como pasa en China y en otros países como Finlandia, donde está muy presente desde la escuela, encontraríamos muchos talentos que podríamos cuidar y dirigir desde pequeños.
-La educación, base de la cultura, entiendo.
-Sí, es algo cultural. Como ocurre en España con los vientos en las bandas populares, de las que salen talentos impresionantes, muchos de los cuales acaban convirtiéndose en grandes intérpretes de música clásica. Toda la música merece respeto, nunca hay que despreciar a ninguna.
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