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Miles de personas disfrutan de uno de los recitales, este viernes, en el Negrita Music Festival.

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Miles de personas disfrutan de uno de los recitales, este viernes, en el Negrita Music Festival. Juanjo Santamaría

Purpurina en la cara, ropa cómoda y ritmos urbanos

El Negrita Music Festival convoca a unos 10.000 chavales en su jornada inaugural junto a la playa de la Virgen del Mar, cifras que espera repetir hoy

Javier Gangoiti

Torrelavega

Sábado, 31 de agosto 2024, 07:39

Purpurina, ropa llamativa y, si es cómoda, mejor. «Y un 'plástico' por si llueve». Nada de eso puede faltar si vas a un festival de música de moda y no quieres desentonar. Sin hacerlo, uno corre el riesgo de dar el cante. Y eventos como el Negrita Music Festival son una oportunidad para sacar del armario los tops y camisetas más llamativas, ponerse brillos en la cara y atreverse a combinar gafas de sol chillonas, aunque el cielo esté encapotado. ¿Estrenar calzado? Mala idea. Con estilo, pero sin renunciar al confort ni tener que destrozar las deportivas nuevas.

«A mí me han echado la bronca por traer estas sandalias», sonreía junto a sus amigas una de las cerca de 10.000 personas que, este viernes, convocadas por un cartel de música urbana y los sonidos de moda –Cano, Rels B, J Abecia o Juan Magán, por mencionar algunos de esta primera jornada–, peregrinaron hasta el entorno de la Virgen del Mar (Santander). La organización espera alcanzar esa misma estimación de asistentes este sábado, con Lola Índigo, JC Reyes y otros nombres de referencia en el cartel. De ser así, se repetirán las escenas casi bíblicas de chavales caminando con bolsas de supermercado, coches aparcados con el 'chunda chunda' para entrar en situación –ahora se lleva más el 'pum ca pum ca pum'– y gran ambiente con vistas al mar.

Alba Calleja, camarguesa de 18 años, es una de esas miles de chavalas. Este viernes, ella y otra decena de amigas y compañeras de clase –estudian Educación Primaria– apuraban los últimos minutos antes de entrar en el recinto para maquillarse y completar su look ideal. Ya lo han hecho otros años: «No te pones lo que te pondrías en un día normal». Hay consenso al respecto. Tampoco hacía falta preguntar. Brazos pintados con dedicatorias a los artistas, gafas de sol enormes, gorras, camisetas de fútbol –otro fijo entre la chavalada–, calcomanías… En todas partes.

Y aunque para muchos, estudiantes de entre 15 y 20 años, la cita es como un último «coletazo del verano», como llegó a decir Lara Portilla, para otros es una primera vez. Que se lo digan a Jone Sánchez, «emocionada» de estrenarse en un festival. Ella, Aarón, Rodrigo, Manuel, Daniela y otros tantos chavales de Castañeda y Santa María Cayón bromeaban sobre el tema de la vestimenta este viernes en uno de esos bancos con vistas al mar. «Las tías se arreglan mucho. Hay que ir a pasarlo bien y ya», convenían. «Pasarlo bien. Disfrutar y, si ligamos, pues mejor», zanjaron.

«No todos ensuciamos»

Muy buen ambiente en esa previa custodiada por un dispositivo conjunto de Policía Local y Nacional, así como una treintena de empleados del evento. Alguno seguro que escuchó aportaciones para mejorar en 2025. Muchos asistentes creen necesario añadir puntos de entrada y ampliar el tiempo para validar los tiques. Lo que irrita y mucho es lo de pagar por volver a entrar al recinto. «Eso es una auténtica vergüenza», expresaba Carlos Macías, un santanderino que vino con sus primos de Madrid, Luis y David Carrasco y otros tantos amigos.

Como ellos, también hablaron de poner más papeleras o contenedores Nayra Gómez, Sara León, Érika Bajo y Noa Agüeros. Además, estas hicieron un alegato contra los que dejan la basura en cualquier sitio: «Es una pena porque no todos ensuciamos, pero se generaliza mucho». Otros directamente no traen bebida y toman algo en el chiringuito. Marcos Campo es su propietario. «Es verdad que el festival es de gente más menuda, pero siempre trae ambiente y se acercan».

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