Rocío Saiz: «La verdad de una persona la ves cuando está bailando»
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La que fuera cantante en Las Chillers y Monterrosa, regresa hoy al Santander MusicCamino de Santander, donde estará ejerciendo esta noche de DJ, aunque huye del término, Rocío Sáiz (Madrid, 1991), reconoce que querría quedarse a vivir en La Campa porque le encanta la gente, la ciudad, el sitio, donde esta vez la verá toda la familia. «Aunque ... van a ver a Lori Meyers», bromea. Quería ser psicóloga pero es cantante y performer y esta es su tercera visita al Santander Music tras acudir con Las Chillers y Monterrosa.
– ¿Cómo se queda la familia cuando les dice que se quiere dedicar a esto?
– No me he dedicado a esto nunca... Ahora me ven en el coche, respondiendo e-mails, porque tengo 77 trabajos precarios para poder hacer canciones. Me han visto malvivir y me han dejado dinero mil veces.
–Muchos años de malvivir para llegar a sobrevivir.
–Sobrevivir, literal. De hecho, yo ahora, que me tengo que operar porque me lesioné en el FIB de Benicassim, me tuve que dar de alta a mí misma porque si no no me cubriría el accidente. Imagina si es precario el mundo en que vivimos que si no nos preocupamos por nosotros mismos, no nos ampara nadie. Con unos cachés deficitarios, te tiene que gustar mucho la carretera y vivir en un festival. Por eso me hace ilusión que venga mi familia a verme, porque igual dentro de dos años he pasado de moda.
– ¿Por qué una sigue en esto si es tan duro?
– Tiene algo de adictivo, positivo y negativo. Lo hablo con una amiga psicóloga especialista en artistas, que tienes que estar muy preparado para cuando ya no estés arriba, para que la gente te insulte, incluso. Hace poco tuve una movida en redes y te dicen que si eres personaje público tienes que estar preparado para la crítica. Bueno; yo no soy de tu propiedad ni tú puedes opinar lo que quieras porque yo no voy a tu trabajo a hablar de ti. A nivel de salud mental es bastante complicado. En Londres, por ejemplo, los artistas lo tienen cubierto de forma gratuita.
– En positivo; ¿qué es lo que más le gusta de su trabajo?
– Me encanta conocer gente. Verles felices. Hay un punto humano en que la verdad de la persona la ves cuando está bailando, no hay prejuicios.
– Mantiene una relación ambivalente con las redes que son plataforma y diana
–Por supuesto. Yo entiendo una crítica, pero no un acoso. Nos quejamos del bullying en los colegios, pero en las redes lo estamos sufriendo igual. Creo que hay que estar, porque nos ha servido de mucho al feminismo para poder expresarnos pero ahí están los trolls, los machos acechantes para poder hundirnos la carrera y la vida.
El blanco nacarado del Centro Botín ha encontrado su contraste en el mural colaborativo realizado a sus pies. Una colorida creación. 'Pintura, Ilusionismo y Misterio' es el titulo de la acción enmarcada dentro de las propuestas que el Santander Music Festival trata de sacar de los límites de La Campa de la Magdalena, encontrando un socio de primera en el Centro Botín.
Arantxa Recio -o Harsa Pati en el mundo del arte- ha sido la mano que ha servido de guía en la creación de ese gran dibujo que versará sobre los espacios tangibles e intangibles, con referencias al mundo de la ilusión, la ambigüedad y el misterio que tanto interesaban a Juan Muñoz, cuya obra se expone un piso más arriba. La oilustradora y muralista es, además, la autora del cartel de esta duodécima edición del Santander Music.
320 personas han participado en la composición del mural que se podrá visitar hasta el sábado a las 13.00 horas.
En el mismo espacio y ampliando la programación del festival, este sábado a partir de esa hora habrá sesión vermú. Bajo el Pachinko sonarán las canciones seleccionadas por The Gulp, con sus influencias procedentes (como parte de sus miembros) de Reino Unido, con reminiscencias a The Strokes o Idles.
Completará la propuesta Don Gonzalo, llegado desde Granada, con una amalgama sonora difíicl de clasificar que le ha llevado por salas y festivales de distintos países haciendo suyas las pistas.
La iniciativa del mural se repetirá en el mes de septiembre, concretamente el día 10, en colaboración con PhotoEspaña. Servirá para clausurar la exposición de Ellen Gallagher y Edgar Cleijne, cuyo paso por el Centro Botín finalizará al día siguiente.
–Hacer en ese espacio virtual defensa de determinados temas que van a reportar complicaciones ¿es una forma de activismo?
–Bueno, claro. Para mí lo personal es político desde que me levanto. Desde que me acuesto con una mujer estoy haciendo algo político porque no está dentro de la norma, sino en los márgenes. No hago esto porque gane dinero, sino porque viene gente que no conozco y me da sus mensajes sobre lo que les aporta la música. Llevo diez años en ello, vinculada a la política, con un perfil no puramente lúdico que no suele coger todo el mundo.
– Estas situaciones amparadas por el anonimato, ¿se trasladan a la vida real?
–Sí. Yo he sido técnico en festivales y he lidiado con ello en el día a día. Pero te puede pasar en cualquier sitio. Estamos viendo ahora cómo les divierte pincharnos en las discoteca, que es mi espacio de trabajo
– ¿Qué cree que se debe hacer?
–Cachearles, controlar. Lo que no puede ser es que el mensaje sea que la chica se salga fuera y se marche. No, cariño, cierra la discoteca o registrales. Al final es otra manera de encerrarnos en casa. Estamos llegando a un punto en que hay personas que ya no tienen miedo por las consecuencias de lo que hacen.
- Ha utilizado los podcast para contar la historia de la música LGTBI. ¿Por qué en ese espacio?
- Ojalá pudiera darte una lista de mujeres lesbianas mayores de 30 que se puedan dedicar a algo cultural, pero no puedo. Ahora creo que las cosas están cambian y que romper barreras hace que algunas artistas pueden decirlo. Creo que es el único caso en el que los gays lo tienen más complicado. Ser lesbiana y artista es positivo, pero un hombre gay tiene un problema, como le ha pasado a Pablo. Yo lucho como lesbiana porque hay un punto donde nos veo transparentes. Todo lo lésbico se asocia a lo feo, lo poco cool. No es justo. Parece que los Javis pueden existir pero no unas Manuelas.
– ¿Echa en falta referentes?
– Como Rocío Saiz no tengo ninguno. Que yo pueda serlo, sí, pero pensar en alguien que haya salido del armario y a quien quiera parecerme, no. Puede haber divas gays, pero no son las mismas. Es que a mí Marta Sánchez me daba igual.
– Como dice su último trabajo, ¿el amor siempre es amargo?
– Creo que sí. Me gusta el realismo y el amor romántico que nos han vendido, es solo temporal. Si gestionas algo que sabes que va a terminar, duele menos.
- ¿Por eso su psicóloga la llama melancólica?
- (Ríe) La piscina que tiene se la he pagado yo. Cuando empiezas el camino del autoconocimiento, aunque no soy ninguna yogui, y te vas conociendo, te vas quedando más solo. Tienes que encontrar a alguien que esté al mismo nivel de trabajo que tú has hecho, pero es muy difícil. Requiere ir a mundo propios que igual no quieres conocer. Pero cuando lo sabes, identificas los peligros. Soy una desgraciada pobre con muchos amigos y muchas ganas de cambiar muchas cosas que se pueden cambiar.
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