El Sardinero se entregó al espectáculo

Fuera aparte de Aitana y Bizarrap, claros cabezas de cartel, cada artista del MyFest merece mención aparte. Los motivos son distintos. Belén Aguilera fue la encargada de abrir la jornada, por delante de 'Marmi' y Samantha. El movimiento, hábil a pesar de que a priori pudiera parecer ilógico, sirvió para que el campo de El Sardinero estuviera lo más lleno posible desde el primer momento. Y funcionó; casi un tercio del recinto aguantó bajo el sol cuando el reloj marcaba las 18.00 horas: «Muchas gracias por venir, ¡qué guapos estáis!». La de Barcelona anunció sobre las tablas una de las mejores noticias que un artista puede dar a su público, el lanzamiento de su siguiente trabajo: «La semana que viene saco un EP, el viernes 30, y quiero dejar aquí un trocito de él». Dicho, y hecho. Por El Sardinero desfilaron 'Ilusión Óptica' y 'Nadie me ha preguntado', temas que estarán incluidos en 'Metanoia'. Como extra, además, Aguilera trajo a Santander el espíritu de Stromae, haciendo de DJ al pinchar la famosa 'Alors on Danse'.

De seguido, Marmi, un artista que consiguió recortar quince minutos a la media hora de retraso con la que empezó el evento tras una tardía apertura de puertas, programada para las 17.00 y que, en realidad, tuvo lugar a las 17.40 horas. Pasadas las siete, el artista agradeció la oportunidad de estar en el escenario del MyFest para continuar con su show hasta el momento más reseñable de su actuación, el remix de 'Me Rehúso': «No se si os sonará de algo, pero ahora vamos allá». Y las primeras filas, entregadas. 'Adivina' y 'Santorini' también contribuyeron a hacer del show una actuación bien salvada.

Sobre las 20.00 horas, Samantha. La ex de 'Operación Triunfo' presentó en Santander su último trabajo, 'Antídoto', un álbum que tiene tan solo un día de vida: «Gracias por venir y apoyar la música en directo, porque para nosotros lo es todo». Quizá fue la que más verdad tuvo en sus declaraciones, y, sin embargo, fue la artista que más pasó desapercibida. Para muchos debió ser ella y no Aguilera quien abriera el festival. De nuevo, las estrategias y el no llover a gusto de todos. El bolo de la alicantina fue la antesala de la llegada de Nicki Nicole y, contra todo pronóstico, terminó con el público pidiéndole una canción más.

A Nicki Nicole nadie le pidió nada porque ya ella lo dio todo desde un principio: «¡Buenas noches Santander!». Tres palabras bastaron para hacer que el estadio se viniera abajo. El suyo fue un espectáculo en vivo con una coreografía trabajada, con presencia y mucha identidad: «Tiene rollazo», decía la gente en las gradas. Fue una propuesta reconocible desde todos los prismas, con el 'alma' —la palabra— escrita en las uñas y un público repleto de pancartas: «Nicki tenemos un regalo para ti». Y ella, fan de su público, prometió firmársela y entregársela después. Son los detalles los que hacen grande a alguien. Tras interpretar 'Coloca', 'Dispara' o 'Plegarias', el recinto se llenó casi al completo para presenciar lo que estaba por llegar: una artista en pleno crecimiento profesional.

Caída la noche, sobre las 23.00 horas, Aitana Ocaña salió a escena. No lo hizo antes, porque no entraba en planning; había una estrategia detrás. Con la ausencia del sol, el espectáculo de luces que Aitana lleva en tour cobra un protagonismo especial —todo ayuda a que el espectador se guarde ese momento en la retina—. Éste fue uno de los puntos fuertes de la noche, sumado a una audiencia masiva que, linterna en mano, aprovechó toda canción lenta para iluminar a la artista, quien en un interludio entre tema y tema tuvo unas palabras hacia la ciudad: «Hace muchísimo tiempo que no venía a Santander, y menos mal que he vuelto, porque estoy muy comprometida con el norte de España. Me encanta. ¡Vamos a disfrutar!».

'En el coche' fue la primera canción en desfilar, dando paso poco después a otros temas estrella de entre su repertorio, como '11 razones' o 'Berlín', canciones que inevitablemente se asocian a aquella Aitana recién aupada al éxito tras salir de Operación Triunfo. Llegado el cuarto tema, el show de Aitana se detuvo en una colaboración con otro artista del cartel, 'Tu Foto del DNI', un tema junto a Marmi que, previamente, el propio artista interpretó en su espectáculo de tarde.

Hacia el final del show, dejando a un lado la visita a 'Formentera' y volviendo a tierra firme por un momento, la catalana aprovechó para establecer un diálogo no solo con sus fans, sino consigo misma, explicando a su manera su situación actual, agradeciendo al público su asistencia, y haciendo visible un cambio estético y de estilo en lo sonoro que ha mantenido a sus adeptos, y ha sumado a tantos otros.

El cierre lo puso Biazrrap. El productor y DJ argentino, que poca o ninguna presentación necesita, exhibió su setlist a santanderinos y foráneos —en el festival hubo mucho público de otras comunidades autónomas—, ataviado en varios tableros de ajedrez teñidos de amarillo, verde, rojo y azul en las pantallas laterales. Cuando el pito dio señal —algunos asistentes llevaban un silbato consigo— el balón se puso en juego para dar paso al resto de la noche. Y así empezaron a sucederse las sesiones del Biza: la 36, con Nathy Peluso; la 40, con Eladio Carrión; la 45, con Ptazeta; la 52, con Quevedo… Pueden hacerse una idea.

«Buenas noches Santander. Perdón por la demora y los problemas técnicos, pero ahora… ¿están preparados o no?». A pesar del retraso de una hora que arrastró a causa de los treinta minutos iniciales sumados al cambio de escenario respecto a su antecesora, sembrando la crispación en algunos asistentes que enseguida comenzaron a silbar, cuando el reloj marcó las 01.00 todo lo negativo quedó atrás. Su propuesta pasó por los vatios y la potencia, por un campo lleno de gente saltando, por estribillos coreados hasta la saciedad y por el uso del fuego y el humo como elementos clave. Todo por el espectáculo. Si a la euforia que a esas horas campaba por el recinto le sumas el estreno de un nuevo tema del argentino, el resultado fue un cierre de jornada difícil de olvidar.

Más de 18.000 personas vibraron en los Campos de Sport de El Sardinero; 12.000 en césped y, las restantes, repartidas entre las zonas de Tribuna y VIP. Todas con algo en común: haber asistido a la primera edición de un festival que ha llegado para quedarse en Cantabria. Una alternativa de ocio hecha por y para un público joven. Había demanda, y se atendió. Y así es como las cosas salen bien, escuchando. Quizá las ojeras de muchos padres al día siguiente digan otra cosa, pero esa es otra historia.