![Leiva y su banda se despiden del festival de verano de Castro Urdiales.](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/07/16/sonica-leiva-ok-kfgB-U200782356993Z0E-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Puntualidad británica. Con todas las propuestas y sin excepción. La segunda jornada del Sónica transcurrió de principio a fin con una extraña fidelidad al reloj desde que a eso de las 16.30 horas el dúo Casapalma saliera al escenario ante un reducido público que, ... no por minoritario, merece menos reconocimiento. Al contrario; el primer concierto de las once propuestas de anoche era «exclusivamente para valientes». Y allí estuvieron, juntos, todos esos valientes, bailando tonadas y comenzando la jornada dando una oportunidad al folclore que nos define. Algunas de las canciones que sonaron en el estadio de Riomar fueron 'Con el Agua de Limón'', 'Callejuca Callejuca' y 'Morenuca', el primer single que la formación dio a conocer hace algo más de un año.
Tras ellos, Repion. Las hermanas Iñesta fueron las segundas en desplegar sus canciones. Lo hicieron bajo un cielo que amenazaba con cuatro gotas y pasando de un tema a otro sin tregua -una falta de tiempo que a 'Niña Polaca' y 'Cariño' les pasó factura en su directo-. «Muchas gracias a la gente que estáis hoy aquí. Estamos presentando el nuevo trabajo que acabamos de sacar. Esto es 'Amor Fantasma'». Ya con más miradas fijadas sobre la banda que estaba en el escenario, el trío salió, tocó y convenció a quienes se acercaron al escenario pequeño del festival por simple curiosidad. «Son muy buenas», se oía en las filas de atrás. Y razón no les falta a esos nuevos adeptos, que pudieron escuchar temas de ese último álbum, como 'Qué soy yo para ti', 'Tu/Yo Mi Colonia', 'En Todo Momento' o 'Donde escapa la luz'.
Lo de Niña Polaca fue otro cantar. Su camión llegó al recinto con apenas una hora y media de antelación para descargar, probar y reajustar instrumentos. En definitiva, la banda madrileña -y el gentilicio es importante, porque más de las cinco primeras filas entre su público llegaron directos a Castro Urdiales desde la capital- llegó con el tiempo echado encima, directos desde el SilFest de O Barco de Valdeorras (Ourense), y probaron sonido en paralelo al concierto de Repion. No obstante, y a pesar de todo, fue el primer grupo de esencia festivalera; el que reunió a gente de outfits imposibles y el que con temas como 'Travieso', 'San Francisco el Grande' o 'La Muerte de Mufasa' generó los primeros pogos.
«A ver Cantabria, ¿estamos a gusto por aquí?». Siguiendo los horarios, Chill Chicos presentaron su propuesta desde el escenario pequeño del festival, una propuesta acogida por los asistentes sin demasiada pegada que pasa por lo desinhibido, lo urbano y las ganas de pasar un buen rato. Con temas como 'Superfuertes' y 'Fácil', un tema en colaboración con Hens en el que el 'frontman' del grupo directamente leyó desde el móvil la parte del artista no presente. Cumplido su papel, hicieron de puente entre los polacos y Cariño, banda de pop fundada en Lavapiés, de la que cabe destacar el esfuerzo de un batería que venía a tocar directo desde el concierto anterior. En otras palabras, abandonó el concierto de Chill Chicos para, deprisa y corriendo, probar sonido en el escenario grande del festival. Y el esfuerzo, de agradecer, merece mención aparte.
Por el resto, Cariño sonaron mal, con un bajo demasiado saturado y letras de difícil comprensión por parte del público que las estaba viendo desde abajo. Su actitud tampoco fue la más elocuente, como sí lo fueron sus audiovisuales. Con temas como 'Soy una perra', 'Todo lo que te quiero' o el cover de 'Llorando en la limo' de C Tangana agotaron su tiempo sobre el escenario. Un escenario en el que ya estaba colocada la batería de Dani Fernández.
Fueron el top tres del festival, ofreciendo los shows que mejor sonaron y desplegando una actitud sobre el escenario de esas que envuelven a los que miran, perplejos, preguntándose cómo pueden ser tan buenos o, en su defecto, cómo es que no les habíamos visto antes. Lo de Siloé, directos desde Valladolid, -aquí también es importante la procedencia porque, al igual que en Niña Polaca, las primeras filas estaban llenas de público oriundo- fue una dosis de energía; una entrega absoluta desde el minuto uno hacia su público: «¡Muy buenas noches Castro! En esta provincia hay muy buenas salas que siempre nos han tratado muy bien, así que en honor a ellas vamos a pasar una noche épica».
Y así fue. Al igual que sus predecesores, tocando un tema tras otro sin tregua, canciones como 'La Verdad', 'Esa Estrella' o 'El Poder' impregnaron el ambiente en un momento en el que el reloj ya entraba en horario nocturno. Eran poco más de las 21.00 horas cuando el trío encendió sus audiovisuales, los más coloridos de la jornada junto a los de Dani Fernández, y lanzó una petición al aire para quien quiera y pueda recogerla: «¡Vamos a pedir el año que viene estar en el escenario principal!». Desde luego, tienen público y capacidad de sobra para llenarlo. La banda, la primera que realmente ofreció un espectáculo engrasado en todos los aspectos, terminó su bolo homenajeando a la década de los ochenta con un mix de 'Años 80' de Los Piratas, la banda de origen de Iván Ferreiro. En resumen: todo fue una fiesta en la que levitar.
Desde esa fiesta, el público fue directo a ver al gran cabeza de cartel junto a Leiva, Dani Fernández. El ex de Auryn, que ya se ha ganado a pulso dejar de ser reconocido por esa etiqueta, comenzó a las 21.45 y todo lo que hizo después de la primera nota fue dejarse la piel. Y la garganta: «¡Castro! Gracias por venir y estar, sois una locura». Con la noche cayendo, el show de Fernández tuvo dos grandes ejes sobre los que cimentarse: una banda de músicos que estaban por y para el concierto, y una estética en lo audiovisual con ciertos guiños a los bares de carretera que favorecieron mucho a crear un ambiente especial.
Con temas como 'Te Esperaré toda la vida', 'Dile a los demás' o 'Sin Vergüenza', tema en colaboración con Arde Bogotá, el de Ciudad Real salió a ganar desde el minuto cero. «Ahora que está de moda hablar de los ex y tirarles beef, vamos a tocar esta canción». Con 'Artificial' dejó claro que su espectáculo está en condiciones de ser un cabeza de cartel, demostrando a continuación que tiene esto de los festivales más que trabajado: «Para los festivales hemos preparado un tema en concreto en el que nos venimos muy arriba. Se llama 'Solo quiero bailar', espero que lo bailéis con nosotros». Y allí, con globos de colores por el aire, el público bailó esa versión del tema de Zenttric del año 2009.
Con los focos apagados y mostrándose al comienzo a guitarra y voz, 'Si tus piernas' protagonizó uno de los momentos emotivos de la noche para seguir con 'Plan Fatal' -sin Juancho de Sidecars-, muchas luces de neón y 'Bailemos', una canción con 50 millones de reproducciones en Spotify que reventó el estadio de Riomar de una manera honesta, sana y con verdadera pasión por la profesión. Y por el sitio en el que se tocaba; Fernández ondeó la bandera de Castro Urdiales, poniendo el broche final al concierto.
Me Fritos and the Gimme Cheetos llegaron al Sónica cargados de versiones y buen rollo, con el objetivo claro de no hacerse pequeños y dar que hablar, a pesar de actuar entre los dos cabezas de cartel. Con su particular estilo, los asturianos se marcaron un pleno con su forma de acercarse a temas de Nino Bravo, Sonia y Selena, David Bisbal o La Fiesta, dejando un buen sabor de boca entre el público que se desplazó hacia el escenario pequeño a verles.
En el grande, la Leiband y su líder salieron a escena tras una cuenta atrás en pantalla ya característica de su gira 'Cuando Te Muerdes El Labio'. Con el comienzo de un nuevo día —o una nueva noche— y el sol de sus audiovisuales, a las 23:45 estalló la 'Guerra Mundial' de alguien que, a estas alturas, poca presentación necesita: «Buenísimas noches, Castro Urdiales». Con una banda que dignifica el concepto, trompeta, piano, batería, coros, percusión, guitarra, bajo y pandereta de aro mediante, José Miguel Conejo -Leiva- trajo el cine al estadio de Riomar y facturó un sonido western que, si a priori parece no encajar en un festival como el Sónica, el público acogió con los brazos abiertos.
«Muchas gracias por el cariño y el respeto. Es un lujo. Siempre lo digo; todos los que estamos en este escenario, músicos y técnicos, valoramos lo que es pagar una entrada. Así que nuestro trabajo consiste en estar a la altura de vuestro esfuerzo». Y allí, con el aplauso engrandecido, sonaron 'Breaking Bad', 'Terriblemente Cruel', 'Superpoderes' o 'Como Si Fueras a Morir Mañana', canciones en las que no solo Leiva estaba a los mandos de la voz sino que una Esmeralda Escalante dio un paso al frente para interpretar algunos temas, para fortuna de todos. El madrileño también trajo a Castro canciones de su época con Pereza, como 'Princesas' o 'Lady Madrid', temas coreados hasta la saciedad que, por un momento, transportaron al público varios años atrás. Si buscan 'nostalgia' en el diccionario, saldrá una foto de Pereza. Pidiendo un saludo para un grupo de despedida de soltera, el concierto de Leiva cerró dejando un concierto, si bien más breve que en circunstancias normales, marca de la casa.
Cuando las agujas del reloj marcaron las 01.10 de la madrugada, solo quedaba la propuesta de Samantha Hudson por descubrir, alguien que con solo saludar ya habló en clave excéntrica: «Bonjour Castro Urdiales. Requisito indispensable: ¡mover el esqueleto!». La artista y actriz leonesa cerró la jornada del Sónica ofreciendo a su público un show irrepetible, hortera, canalla y grotesco. Todo a la vez, y no quedará suficientemente descrito ni acotado, porque todo calificativo se queda pequeño para describirlo. Para muestra, parte de su interacción con el público: «yo creo que los escenarios no son pequeños ni grandes. Su tamaño varía en función del coño de la artista. Y si estáis de acuerdo en que tengo un coño gigante, ¡dad el grito más grande del mundo!».
Y se gritó, créanme que se gritó. El cierre del festival se lo llevaron temas como 'Vodka Redbull', 'Hazme el Favor' o 'Maricón', ofreciendo «el peor chachachá de vuestras vidas» y lanzando una proclama al aforo allí presente: «Nunca dejéis de amar por amor al rechazo, querer de verdad es lo más puro que hay». Y así, cerramos. Hasta el año que viene.
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